Para cambiar el mundo hay que ser persistente. Escuchar “no”, ser desalentado y aún así seguir adelante con la certeza de que, trabajando con ganas y por el bien de todos, es posible transformar la realidad. Este sentimiento motivó a los estudiantes del tercer año de secundaria de la Escuela de Educación Profesional Pedro de Queiroz Lima, en Beberibe (una ciudad en el noreste de Brasil) a que pusieran en marcha el proyecto “Ecofosa: el uso de la fibra de coco en la construcción de fosas ecológicas.”

“Al principio del proyecto fuimos muy criticados, decían que no llegaríamos a ninguna parte, que a la gente no le gustaría hablar de fosas. Y fue eso lo que nos hizo seguir: ¡vamos a hacerlo sólo porque ustedes no creen en ello!”, bromea Gabriel Lima dos Santos, de 18 años. “Sabíamos que el proyecto era bueno y decidimos mostrar a todos que era posible”, añade Yuri Ramos Gomes, de 17.

Los dos comenzaron el proyecto cuando aún estaban en el 9º curso de educación primaria y, más tarde, cuando entraron en la secundaria, se juntaron con Luã de Oliveira Costa, de 18 años, para ampliar el alcance de la iniciativa. La preocupación que tenían se debía a un dato alarmante divulgado por la Universidad Federal de Ceará. “Lo que nos llevó a empezar este proyecto fue saber que el 90% del agua de nuestra comunidad estaba contaminada”,  recuerda Gabriel.

La comunidad en cuestión es Prainha do Canto Verde, situada en la costa del estado brasileño de Ceará, en una reserva ecológica. En 2012, la comunidad iba a recibir algunas unidades de fosas sépticas convencionales, pero, dado que se trata de un lugar de dunas, las aguas subterráneas pueden ser fácilmente contaminadas si no se tiene cuidado en el filtrado de las aguas residuales, y, además, pueden proliferar enfermedades. Para empeorar la situación, se construyeron únicamente dos fosas convencionales y el programa no pudo seguir adelante debido al alto coste de las unidades. “Entonces decidimos elaborar un proyecto que terminase con el problema y que fuera viable para la comunidad”, dice Yuri.

FILTRANTE NATURAL
Para alcanzar este resultado, los estudiantes vieron que tenían que mejorar la fosa convencional e idearon una alternativa de bajo coste y sostenible. Buscaron en la zona un material filtrante que pudiese sustituir la grava empleada en la fosa común. Tras varias pruebas de laboratorio y un estudio realizado junto a la Universidad Federal de Ceará, encontraron la solución en la fibra de coco. “La fosa impide que los residuos entren en contacto con el suelo, y, además, se puede plantar encima. Así que podemos dejar de pensar en que no se puede construir un pozo cerca de la fosa, porque sí es posible, con un sistema adecuado”, explica Yuri

La fibra de coco se halla en abundancia en la región costera, reduciendo en un 40% el coste de las fosas (el coste medio para construir una ecofosa es de 400 reales brasileños, alrededor de 125 dólares). También se reduce la cantidad de residuos sólidos, pues el coco, antes desechado en vertederos a cielo abierto, ahora es reutilizado.

La profesora Rafaela Gonzaga Silva destaca el protagonismo de los alumnos que crearon el proyecto partiendo de un problema real de la comunidad y, lo más importante, que fueron capaces de dar con una solución viable. “Aprendieron a tomar decisiones, compartir y persistir”, dice orgullosa.

Sobre todo, los jóvenes aprendieron a mantener la esperanza a pesar de las dificultades y a procurar siempre lo mejor para el colectivo. “Queremos mejorar la vida de las personas. Hemos animado a comunidades vecinas, intentamos hablar con los ayuntamientos para tratar de llevar este proyecto a otras áreas costeras o rurales”, explica Luã. “Tenemos que hacer que el mundo vaya hacia adelante, en armonía, con amistad y unión”.

Sus compañeros de proyecto comparten esta opinión. “El mundo ideal es aquel en el que todos vivan sin prejuicios, en el que acepten al otro como éste quiere ser”, dice Yuri. “Veo todo esto como la esperanza para poder construir un mundo mejor”, añade Gabriel. Tal vez los chicos no se hayan dado cuenta, pero esta construcción ya ha comenzado. Y ellos son los protagonistas.

 

El proyecto Ecofossa ha sido premiado en el Desafío Creativos de la Escuela 2017. Criativos da Escola, un programa de Alana, anima a niños y jóvenes a que transformen sus realidades, siendo protagonistas de sus propias historias de cambio. La iniciativa forma parte de Design for Change, un movimiento global que surgió en la India y está presente en 65 países, inspirando a más de 2.200 millones de niños y jóvenes en todo el mundo.