Los estudiantes de primer curso de secundaria de la Escuela Júlia Kubitschek, en Brasilia, capital de Brasil, no sabían nada sobre el arroyo Guará – situado a apenas 400 metros de la escuela – cuando, en febrero de 2016, la profesora Maria Rosane Marques Barros, los llevó a conocer el riachuelo a través de una gincana y a entender por qué necesitaba ayuda.

“La profesora nos dio una misión: teníamos que ir a la ciudad, encontrar a algún vecino mayor, y preguntarle si había llegado a bañarse en el arroyo. Conocimos a Marcão, de 50 y pocos años, y dijo que era muy bonito, que la gente bebía agua del arroyo, que las mujeres lavaban ropa allí. Hoy en día, si nos metemos en el agua, podemos pillar alguna enfermedad”, lamenta el estudiante Davi Lopes Ribeiro Santos, de 18 años.

El arroyo desemboca en uno de los principales afluentes del lago Paranoá, que se usa para abastecer de agua a Brasilia en caso de que haya una crisis hídrica. “En un principio no queríamos participar, no nos interesó el proyecto. Pero la situación del arroyo nos impactó. Vimos mucha basura, invasión de terrenos, casas irregulares, todo muy cerca del nacimiento, cerca de donde vivimos. No podíamos hacer como si no nos importara”, recuerda Ramon Souza Alves, 18. “En una de nuestras salidas, nos separamos en tres grupos para sacar basura del arroyo y recogimos dos toneladas de residuos. ¡Había hasta ruedas de tractor!”, cuenta.

La deforestación de los bosques ribereños y la evacuación de aguas residuales de manera clandestina fueron otros dos problemas identificados por los estudiantes, eso sin contar la falta de concienciación de la población. “Implicamos a la comunidad y fue muy importante, porque así pudieron ver la situación del arroyo. Creo que funcionó”, sostiene Stéfane Lorrane Rodrigues Porto, 16.

PROYECTO DE LEY
La profesora les animó, pero el grupo fue el gran protagonista del proyecto. “Todas las actividades fueron pensadas por los alumnos, que fueron más allá de la escuela, involucrando a la comunidad para que participara, fortaleciendo la relación escuela-comunidad. La metodología empleada hizo que salieran del desconocimiento y la falta de sentido crítico, y generó un sentimiento de pertenencia al medio, a la acción política, promoviendo el ejercicio de una ciudadanía ambiental desde la libertad de pensamiento y la autonomía de acción”, destaca la profesora Maria Rosane.

El compromiso y el entendimiento de que realmente era posible hacer algo para transformar la situación del arroyo fueron tan fuertes que el grupo llamó a la comunidad para realizar una audiencia pública con el fin de denunciar el impacto socioambiental de la deficiente preservación del mismo. Gracias a la presión de alumnos y vecinos, una delegación de diputados visitó la escuela y convocó una nueva audiencia para discutir el problema, la cual resultó en la elaboración del proyecto de ley 1974/2016, que busca recuperar la zona y proteger al pez pirá-brasilia, encontrado apenas en el arroyo Guará y en peligro de extinción.

Para aumentar la concienciación, el grupo hizo una obra de teatro a la que asistieron más de mil alumnos, además de los profesores y la comunidad. “Representamos la obra en el teatro del zoológico, el Día del Niño, porque el arroyo pasa por ahí. Así que todo el mundo que estaba en el zoo quedó concienciado sobre el problema”, celebra Stéfane. “Hicimos un vivero para recuperar las orillas del arroyo, que estaban deforestadas, y los niños y niñas fueron nuestros aliados. Plantamos 1.200 esquejes en el zoo, junto a las escuelas de la región y la comunidad”, dice Ramon.

En colaboración con líderes comunitarios, los estudiantes decidieron formar la Comisión de Defensa del Medio Ambiente. Su primera acción fue la creación de un sendero que pasa por el arroyo y por puntos históricos de Candangolândia, barrio del que surgió la ciudad de Brasilia, con el objetivo de concienciar sobre la importancia de preservar la región. “Además de un conocimiento curricular, los alumnos adquirieron conocimiento sobre la vida social, sobre la organización de la sociedad, sobre relaciones de poder, y otra serie de aspectos que los convirtieron en ciudadanos más críticos, activos y comprometidos”, sostiene Rosane.

Para dar más visibilidad al proyecto, los estudiantes crearon una página en Facebook. “La idea de la página era mostrar que no vamos a parar hasta lograr lo que queremos”, asegura Stéfane, que cree que todos los ciudadanos tienen el poder de cambiar las cosas. “Hay algunas personas que creen que no son importantes en el mundo, pero todo lo que hacemos afecta a la sociedad”, dice la joven. Su compañero Davi comparte esta opinión. “Hoy en día la sociedad está un poco perdida, pero ver un proyecto como el nuestro puede llevar a las personas a creer que pueden aportar su granito de arena, como lo hemos hecho nosotros.”

 

El proyecto Em Defesa do Córrego Guará (En defensa del arroyo Guará) ha sido premiado en el Desafío Creativos de la Escuela 2017. Criativos da Escola, un programa de Alana, anima a niños y jóvenes a que transformen sus realidades, siendo protagonistas de sus propias historias de cambio. La iniciativa forma parte de Design for Change, un movimiento global que surgió en la India y está presente en 65 países, inspirando a más de 2.200 millones de niños y jóvenes en todo el mundo.