«Quien mantiene el bosque vivo no necesita volumen muerto». La frase escrita en un banner enorme en la Secretaría de Medio Ambiente de Extrema, es una referencia a la crisis de agua más grande de la historia de São Paulo, en el año 2014. En ocasiones, la concesionaria Sabesp se vio obligada a utilizar reservas de emergencia del Sistema Cantareira, un complejo de represas responsable del abastecimiento de agua a casi la mitad de la población de la metrópolis más grande del país.

Después de todo, una ciudad en Minas Gerais, ¿qué tiene que ver con la crisis hídrica en São Paulo? A unos 100 kilómetros de la capital paulista, en la Sierra de Mantiqueira, bajo las cumbres que bordean los 2000 metros sobre el nivel del mar, están las nacientes del río Jaguari, formador de Cantareira (véase el gráfico). La región alberga también afluentes del río Jundiaí y Piracicaba, responsables, respectivamente, del abastecimiento de la región metropolitana de Jundiaí y Campinas. En total, unas 12 millones de personas y 20% del PIB nacional dependen, directa o indirectamente, de las aguas que nacen en las montañas de Extrema. En un escenario de incertidumbres climáticas causadas por el calentamiento global, cuidar de esas nacientes gana aún más importancia.

La ilustración tiene fondo blanco. En el extremo superior izquierdo está el título: “De la sierra a la ciudad”, y el subtítulo “El camino del agua de Extrema hacia el Sistema Cantareira”, escrito en letras mayúsculas negras. En el centro, una sección topográfica ilustra el área entre la sierra de Cantareira, en el lado izquierdo, y la sierra de Mantiqueira, en el derecho, señalando, de izquierda a derecha, los embalses Paiva Castro, Atibainha, Piracaia y Jacareí-Jaguari; el río Jaguari; y el municipio de Extrema, donde se lee: “la plantación de árboles protege las nacientes, aumentando la oferta de agua”. En el extremo inferior derecho de la ilustración, un pequeño cuadro muestra el mapa de la región sudeste de Brasil, señalando la ubicación del área representada en la ilustración, el sur del estado de Minas Gerais. Al lado izquierdo del mapa, en la parte inferior, los créditos de la ilustración: “Arte: Believe.Earth”.

 

La restauración de los bosques en áreas degradadas es una especie de seguro contra inundaciones y sequías. El bosque actúa como una esponja, permitiendo que el agua penetre lentamente en la tierra. Por lo tanto, promueve la recarga de la capa freática y entonces libera esta agua poco a poco en las nacientes. En una zona de pasto, pasa diferente: después de las lluvias la tendencia es la formación de torrentes y, consecuentemente, de crecidas y erosiones.

Ante la importancia de la conservación, Extrema ha desarrollado durante 12 años el proyecto Conservador das Águas (Conservador de las Aguas). Gracias a la participación de gobiernos federales, estatales y municipales, empresas, universidades, diferentes ONG y productores, el programa se convirtió en un caso de éxito reconocido en Brasil y en el extranjero. El foco son las propiedades rurales. La iniciativa estimula la recuperación de áreas degradadas de nacientes, la adopción de sistemas de recolección y tratamiento de aguas residuales y prácticas sostenibles para la conservación del suelo, como la construcción de terrazas para la contención de torrentes.

El primer paso para Conservador das Águas fue la aprobación en 2005 de una ley municipal que autoriza el pago en dinero a los productores en la forma de Pago por Servicios Ambientales (PSA). Los propietarios que se unen reciben un apoyo anual de 279 reales (80 dólares aproximadamente) por hectárea. Además de esta ayuda financiera, la prefectura, apoyada por distintas ONG, ofrece un «manos a la obra»: mapeo de las zonas más críticas, plantación de plántulas y construcción de cercos para las áreas recién plantadas, por ejemplo. En contrapartida, los beneficiarios se comprometen a cumplir una serie de objetivos de sostenibilidad. Hasta 2016, fueron registrados 224 propiedades y 1,3 millones de árboles plantados (véase el gráfico).

La inversión en el programa ya asciende a 10 millones de reales (2.890.000 dólares aproximadamente). Cuatro millones (1.156.000 dólares aproximadamente) fueron utilizados para pagar a los productores y el resto fue para acciones como la siembra de plántulas y la construcción de cercas. Hasta 2025, cuando el proyecto cumple 20 años, la inversión prevista es de 121 millones de reales (34.971.000 aproximadamente), siendo 40 millones (11.560.000 aproximadamente) procedentes de la prefectura. La otra parte del dinero llega a partir de asociaciones. Las entidades que apoyan, como la ONG The Nature Conservancy (TNC) y SOS Mata Atlântica, también ayudan a fiscalizar la utilización de los recursos.

Un gráfico de barras ascendente muestra el crecimiento de la cantidad de árboles plantados en el proyecto, durante el periodo entre los años 2007 y 2016. En el extremo superior izquierdo de la imagen está el título: “El bosque renace”, en mayúsculas, y el subtítulo “Crece la cantidad de árboles plantados anualmente en el proyecto”, en letras negras. Justo debajo, en letras rojas mayúsculas, está escrito “Cantidad de árboles plantados”. El gráfico tiene tonos verdes y está relleno con ilustraciones de árboles. Los números son los siguientes: 34.589 en 2007, 47.535 en 2008, 35.408 en 2009, 50.740 en 2010, 94.102 en 2011, 106.137 en 2012, 135.642 en 2013, 241.456 en 2014, 255.302 en 2015 y, por último, 284.326 en 2016. En el extremo inferior izquierdo está la fuente de información: Secretaría de Medio Ambiente de Extrema.

FUENTE: Secretaría del Medio Ambiente de Extrema

Todavía no es posible medir el impacto del programa en el abastecimiento de agua, pero ya se pueden ver los resultados. En 2014, en el auge de la crisis hídrica, el municipio de Extrema, que es abastecido por el río Jaguari, no sufrió los efectos de la sequía. «Los productores que recompusieron las nacientes prácticamente no han tenido problemas de abastecimiento de agua para la agricultura, ganadería y consumo personal», dice el biólogo Paulo Henrique Pereira, secretario municipal de medio ambiente de Extrema, desde hace 20 años al frente del proyecto.

Cuando Conservador das Águas fue lanzado en 2005, el fiscal de Justicia retirado Jordão Nunes fue uno de los primeros en embarcar. Actualmente, de las 150 hectáreas de su propiedad, 80% corresponden a área de bosque. El flujo de las nacientes se incrementó de 3000 litros por hora, en la época en que el terreno fue comprado, a 60.000 litros por hora. Hace 30 años, plantó en sus tierras una Reserva Particular del Patrimonio Natural (RPPN), que permite un fácil acceso de la Policía Forestal en caso de invasiones de cazadores o madereros.

La economista Fernanda Bandeira de Mello, exfuncionaria de la Secretaria Estadual de Meio Ambiente de São Paulo, también se unió al proyecto Conservador das Águas y transformó su propiedad de 50 hectáreas en una RPPN. Casi el 80% de la superficie está ocupada por bosques, garantizando la capacidad de recarga de las nacientes.

Además de garantizar el suministro de agua, hay otro efecto del proyecto Conservador das Águas que llena de orgullo a los gestores y a la población de Extrema: el reconocimiento. El programa ha ganado premios como Bom Exemplo (Buen Ejemplo), de la Fundação Dom Cabral, el Furnas Ouro Azul y Von Martius, otorgado por la Cámara Brasil-Alemania. El más importante fue el Premio Internacional de Dubai 2012 a las Buenas Prácticas para Mejorar las Condiciones de Vida, de la ONU – la ciudad fue la única en América Latina en recibir esta distinción. Extrema se convirtió en referencia en la conservación de las aguas, haciendo que la agenda del secretario Pereira esté casi tan llena como la de un ejecutivo de una multinacional. Ha recibido ya a más de 600 delegaciones de Brasil y del exterior interesadas en el programa.

Una señora rapada, de piel blanca, en el lado izquierdo de la foto, apoya los antebrazos en la barandilla de madera natural de un balcón amplio. La señora lleva gafas de lentes redondas, montura fina plateada, una camiseta negra de manga larga y un pantalón beige, doblado hasta debajo de las rodillas. Está de frente a la cámara y mira al horizonte, diagonalmente y a la izquierda de la foto. Al fondo, hay una pared de ladrillos, una puerta con marco azul abierta y una ventana de madera azul y marco blanco ancho, a la derecha. La luz del sol incide en la barandilla, iluminando también el rostro de la señora, mientras que la pared del fondo está a la sombra.

La economista Fernanda: tras unirse al proyecto Conservador das Águas, propiedad alcanzó 80% de área reforestada (Ricardo Rodrigues/ Believe.Earth)

En el año 2015, el proyecto dio lugar a otro mayor, el Conservador da Mantiqueira, beneficiando a 284 municipios de São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro. La Mantiqueira tiene un papel importante en el equilibrio hídrico brasilero porque allí nacen ríos como el Paraíba do Sul, que abastece a la ciudad de Río de Janeiro y el Grande, responsable de algunas de las más importantes hidroeléctricas del país, como Furnas. Además, el área sujeta a reforestación en los municipios atendidos por Conservador da Mantiqueira es equivalente a 1,2 millones de hectáreas – el 10% de la meta de Brasil en la Conferencia de París sobre el Clima (COP 21).