La ruta de tierra era interminable. Después de horas de viaje en el camino de una oscuridad sin fin, fue posible avistar a lo lejos el único punto de energía de todo el trayecto. Un poste hecho con PVC y una botella de plástico PET brillaba, mostrando que el destino estaba cerca. Finalmente la oscuridad terminaría.

El Sitio Histórico y Patrimonio Cultural Kalunga es la comunidad más grande de quilombos de Brasil. El lugar, que alberga a más de 7000 personas y se ubica en la región de Chapada dos Veadeiros, en Goiás, tuvo acceso al programa de alumbrado eléctrico, a base de energía solar de la ONG Litro de Luz. En septiembre, cerca de 70 familias de la comunidad Prata, uno de los poblados del quilombo, se beneficiaron de la instalación de 90 faroles y 55 postes sostenibles en sus casas.

Al principio de 2016, una inundación destruyó 27 casas en el lugar. La Agência Goiana de Habitação (AGEHAB) consiguió fondos para reconstruir los hogares afectados, reemplazando las antiguas casas de adobe y paja por construcciones de albañilería, todavía sin electricidad. Durante este trabajo, AGEHAB buscó a Litro de Luz para una asociación.

La ONG es una institución internacional presente en más de 20 países y opera con el apoyo de una red de socios en todo el mundo. En total, 350.000 puntos de luz se instalaron ya en 15 países, cambiando la vida de más de 2 millones de personas. La tecnología desarrollada, además de ser open source (abierto para todos), fue reconocida y adoptada por la Organización de la Naciones Unidas en campos de crisis humanitaria.

Más de 40 voluntarios de varias partes de Brasil enseñaron y ayudaron a los residentes de la comunidad Prata a armar equipamientos basados en el sistema de iluminación del brasilero Alfred Moser. La versión utilizada en la comunidad se hace con un panel solar que capta la energía durante el día, una batería que almacena la electricidad para usarse por la noche y una bombilla LED, colocada dentro de la botella de plástico PET. La estructura se fija en caños de PVC.

En el lado izquierdo de la foto, una mujer, más cerca de la cámara; en el lado derecho, un niño, un poco más alejado. Entre ellos, el ensamblaje de tres piezas de diferente forma, tamaño y dimensiones con unos cables finos. Ella sujeta con sus manos uno de esos cables, amarillo. La mujer y el niño tienen piel negra, ella tiene el pelo oscuro y él castaño, corto. Detrás de ellos hay una pared blanca con una puerta abierta de color verde agua a la derecha. El marco de la puerta está pintado de verde agua también.

La quilombola Detina da Silva sigue el manual para montar el cableado del sistema de luz mientras su hijo observa (Alan Azevedo / Believe.Earth)

«¡Gente, … Solo de pensar que voy a poder salir a la calle por la noche!», dice la quilombola Claudete Carvalho, valorando lo que, para muchos, es demasiado simple. «Nací aquí, mi madre también, así como mi abuela. Nunca tuvimos luz», dice Detina da Silva. Algunos pocos residentes tienen generador movido a gasolina o diesel, pero el alto costo impide el uso frecuente.

Los planes para aprovechar el tiempo después del atardecer son muchos. Aldezi da Cruz quiere dedicarse al ocio: «No voy a tener que irme a dormir a las 8pm por falta de luz», cuenta. Carla Socorro da Silva, maestra en la escuela de la comunidad Prata, podrá preparar mejor las clases. «Sólo tengo la noche para planificar el trabajo y leer. Y mis alumnos serán capaces de hacer los deberes con la luz eléctrica, y ya no con el candil», dice.

En el centro de la foto, una mujer sonríe a la cámara, con la mano izquierda apoyada en la cintura. Tiene piel negra, pelo rizado oscuro recogido en una coleta. Lleva pendientes marrones con forma de gota y viste una camiseta marrón oscuro con el logo de “Litro de Luz” estampado en blanco en el centro, a la altura del pecho. Detrás de ella hay una pizarra verde, encima de la que hay colgado un ciempies de colores hecho con cartulinas con las letras del alfabeto a lo largo de su cuerpo. La pared es blanca.

La maestra Carla da Silva en la escuela de la comunidad: luz para planear mejor las clases y para que los alumnos hagan sus deberes por la noche (Alan Azevedo / Believe.Earth)

Esta es la segunda acción importante de Litro de Luz en Brasil, que a principio del año instaló casi 200 puntos de luz a 800 habitantes de comunidades ribereñas de Caapiranga, en la Amazonia. «La luz también trae dignidad a las vidas de estas personas», dice Rodrigo Eidy Uemura, vicepresidente nacional de Litro de Luz Brasil.

ESCUELA DE MULTIPLICADORES
Una de las estrategias de trabajo de la ONG es seleccionar residentes de la comunidad que sean beneficiados por programas de iluminación, para ser embajadores de la causa, como Aldezi da Cruz y Carla da Silva. La idea es que este grupo se especialice en el montaje de sistemas y a su vez se vuelva multiplicador de conocimiento. Después que la instalación se completa con la ayuda de todos, los embajadores pasan a ser responsable de mantenimiento.

«Insistimos en traer los postes desmontados para enseñar a los residentes a construir el equipamiento», dice Rodrigo Uemura. «No es fácil el acceso a estas regiones. Entonces, cuando nos vamos, la población necesita poder solucionar cualquier problema con lo que saben y con la ayuda del manual». Los talleres en la escuela municipal también enseñan el montaje de faroles cargados por energía solar.

Una señora, ligeramente girada hacia el lado derecho de la foto, sonríe. Sujeta con la mano derecha una lámpara de botella de plástico y con la izquierda un certificado de papel blanco, con la palabra “certificado” escrita en azul marino y el logo de “Litro de Luz” en marrón. La mujer tiene la piel morena, un poco rojiza, y el pelo liso, oscuro, recogido. Detrás de ella se ve una parte de un cartel lila con letras amarillas y naranjas y flores dibujadas en rosa y lila.

La quilombola Dorana Lopes recibe el farol sostenible que tiene autonomía de 6 horas con la batería cargada (Alan Azevedo / Believe.Earth)

La iniciativa de Litro de Luz no responde solo a un derecho básico de los ciudadanos. Está alineada con la necesidad mundial de frenar el cambio climático cortando las emisiones de gases del efecto invernadero. Y una de las maneras principales para tener éxito en esto es no utilizar las fuentes fósiles, como carbón y petróleo, altamente contaminantes y recurrir a energías renovables.

«Es sólo una cuestión de tiempo para que la energía solar se vuelva más eficiente y accesible», afirma Nelson Uematsu, ingeniero eléctrico de Litro de Luz responsable de desarrollar e implementar el sistema de postes y faroles sostenibles. «La placa solar que usamos en el programa puede utilizar sólo el 25% de la irradiación, pero ya hay paneles en el mercado que llegan a un rendimiento de casi el 50%». Según Rodrigo Sauaia, presidente ejecutivo de la Asociación Brasilera de Energía Fotovoltaica (ABSOLAR), la energía solar fotovoltaica, que utiliza paneles solares, se abarató. «En la última década, ha habido una reducción en promedio del 75% en los costos generales», afirma.