Hindou Oumarou Ibrahim, 33 años, es indígena, del pueblo de Mbororo, en Chad, un país situado en el centro-norte de África. Una de las fundadoras de la Asociación para Mujeres y Pueblos Indígenas, destinada a la protección del medio ambiente y los derechos de los pueblos tradicionales en su país, fue elegida para representar a la sociedad civil durante la firma del Acuerdo de París, en abril de 2016, cuando 175 líderes mundiales se reunieron en la sede de la ONU en Nueva York, para asumir el compromiso mundial para frenar el cambio climático y el aumento de temperatura hasta el final del siglo.

Mbororo, que significa «pastores de ganado», es un subgrupo étnico de 250.000 miembros que forma parte de los Fulani, el pueblo nómade más grande del mundo, habitante de África central y  occidental. En la cultura Mbororo, rara vez las chicas son enviadas a estudiar. Pero los padres de Hindou dieron permiso para que sus hijas – ella es la tercera de una familia de cinco hermanos y hermanas – también fueran a la escuela en la capital de Chad.

Testigo de cómo los cambios en el clima afectan la vida de su comunidad, que vive de pequeños cultivos y de la ganadería en la zona árida de Sahel, al sur del desierto de Sáhara, Hindou desafió tabúes de su propio pueblo para ayudar a concientizar a los jefes mayores de las aldeas a oír más los consejos de las mujeres y a pensar, en conjunto, estrategias de cómo adaptarse a las adversidades. «Cada año, la temporada de lluvias es más corta y las sequías, más prolongadas», afirma, en entrevista a Believe.Earth. «Las vacas han dado menos leche».

En 2013, desarrolló un proyecto innovador en Chad, que reunió a 500 pastores indígenas para mapear recursos naturales de la región. Mientras que los hombres relacionaban las zonas de montaña, ríos y lugares considerados sagrados, las mujeres registraban las nacientes. El proyecto llegó al gobierno nacional, que pasó a utilizar el relevamiento para elaborar políticas públicas. «De a poco, me aceptaron como líder», dice Hindou. «Fue cambiando la manera en cómo las mujeres son vistas y tratadas en nuestras comunidades».

Miembro del Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre el Cambio Climático (IIPFCC) y miembro del comité ejecutivo de la Coordinación de los Pueblos Indígenas de África (IPACC), Hindou conversó con Believe.Earth en diciembre, durante el Global Landscapes Forum (GLF), en Alemania, un evento en el que habló de la gestión comunitaria en la conservación del medio ambiente.

Believe.Earth (BE) – ¿Cómo el cambio climático afecta la vida de los Mbororo?
Hindou Oumarou Ibrahim (HI) – Nos dimos cuenta que ha sido cada vez más difícil subsistir. Todo fue más difícil para mi pueblo. Nos quedamos menos tiempo en los lugares por los que pasamos. Cada dos o tres días, tenemos que movernos de un punto a otro. Las distancias que recorremos son largas. Llegamos a caminar 2000 kilómetros para ir de un punto a otro. Todos los años es así: familias enteras se mudan, mujeres con sus pequeños hijos también. La diferencia es que ahora tenemos que caminar distancias mayores y muchos terminan perdiendo su ganado en el camino. El cambio climático afecta a nuestras vidas de muchas maneras, especialmente en el aspecto medioambiental, porque han variado las estaciones del año. El período de lluvia se acorta cada año y las sequías se prolongan. Incluso en la estación lluviosa, la lluvia no llega de forma regular. A veces, en sólo una semana llueve tanto que inunda nuestras tierras y, a la semana siguiente, el sol está en lo alto y no cae ni una gota. Esto afecta nuestra seguridad alimentaria.

BE – ¿Las temperaturas han variado también?
HI – Sí. Durante la sequía, las temperaturas son muy altas. En el verano, pueden llegar a 50°C. En la estación más fría, de noviembre a febrero, que debería ser temporada de lluvias y haber de 15 a 20°C, las temperaturas alcanzan los 38°C. Esta temporada de lluvias se redujo a no más de dos meses, en diciembre y, a veces, enero.

BE – ¿Qué ha cambiado en las relaciones sociales de los Mbororo?
HI – Las responsabilidades terminan cambiando. Las mujeres se sobrecargan y trabajan más que los hombres. Son responsables de ordeñar y cargar la leche y producir sus alimentos derivados. Sólo que las vacas han dado cada vez menos leche. Solíamos ordeñar dos litros en la mañana y otros dos al final de la tarde. Hoy en día, con la sequía, logramos sacar un litro a cada dos días. Durante la época de de lluvias, ordeñamos todos los días, pero no más de un litro. Fui testigo de todos estos cambios desde pequeña. Vi ocurrir los cambios en mi generación.

BE – ¿Qué aspectos culturales expresan el modo de vida de su gente y se mantienen a pesar de la adversidad?
HI – Contamos con una práctica tradicional llamada pulaku, que se basa en el cuidado y respeto que debemos tener cuando estamos frente a alguien mayor. Otro aspecto es estar orgulloso de ser Mbororo. Los valores de pulaku aprecian el respeto, así como ayudan a preservar el orgullo de nuestra identidad. Es algo muy particular de nuestra cultura. Estos son los dos grandes principios de nuestra identidad cultural. También contamos con muchas danzas y canciones llamados Guérewol. Es un momento en que, cada año, al final de la temporada de lluvias, organizamos un evento cultural en el que las mujeres y los hombres se encuentran – son ellas quienes eligen a sus maridos. Muchas personas vienen desde muy lejos para participar.

 

BE – ¿Por qué crees que el ser mujer indígena en África es una doble marginación?
HI Ser mujer en África es ya, en sí mismo, un gran reto, porque todo es administrado por los hombres, los líderes son siempre masculinos. Ser una mujer indígena es estar todavía más al margen. Una es puesta en una posición inferior y no puede tomar decisiones. Además, hay mucho trabajo por hacer. Es un gran desafío para la mujer indígena conseguir un papel de liderazgo, ser capaces de hablar y ser escuchadas por los demás miembros de la comunidad.

BE – ¿Qué caminos has recorrido para poder ser escuchada?
HI Todo comenzó cuando fui a la escuela en la capital de Chad, Yamena. Mi madre fue la responsable de enviarme a la escuela. Luchó duro para hacerme estudiar. Ella fue desafiada por mi comunidad, que la discriminaba: «¿Vas a enviar a una niña a la escuela?», preguntaban. Ella decía: «Voy a enviarla, sí, porque yo no pude estudiar y sé de la importancia de la escuela para mis hijos».

En la escuela, tuve interés por temas ambientales y los impactos del cambio climático en nuestro pueblo. Intenté hablar con los líderes y mostrarles evidencias de lo que estábamos viviendo. Mi idea era empezar a ayudar. Fui al gobierno local para reclamar escuelas para nuestras comunidades, porque nunca tuvimos educación para nuestros niños.

Cuando la comunidad vio que estaba logrando que los gobiernos construyeran escuelas, comenzó a confiar en mí. Poco a poco, me aceptaron como una líder. De esta forma, estaba cambiando la manera en cómo las mujeres son vistas y tratadas en nuestras comunidades. Por primera vez en nuestro pueblo, cuando hacemos nuestras reuniones, hombres y mujeres se sientan juntos en el mismo espacio y discuten los problemas. Pero en muchas de nuestras comunidades, las niñas todavía no asisten a las escuelas y son los hombres quienes toman las decisiones. De a poco, estamos cambiando eso.

BE – ¿Cómo fue tu acercamiento a los dirigentes y ancianos para abordar los temas ambientales?
HI – Al principio, fue difícil. Fui a los líderes de las comunidades y les expliqué lo que estaba sucediendo. Recuerdo que estaban curiosos e interesados. Querían entender. Después de todo, era la supervivencia de nuestro pueblo la que estaba en juego.

Una mujer negra, usando vestido y turbante estampado con rojo, blanco y naranja, está hablando detrás de una tarima donde está el escudo de las Naciones Unidas.

Hindou durante la ceremonia de firma del Acuerdo de París, en abril de 2016, con la presencia de 60 Jefes de Estado y Jefes de Gobierno (Rick Bajornas/ONU)

BE – ¿Cómo surgió el proyecto de mapear tu comunidad?
HI – Hicimos, en 2013, un mapeo de forma participativa. Este proyecto tuvo como idea poner todo nuestro conocimiento tradicional en el relevamiento. Hombres y mujeres se reunieron en un mismo espacio. El mapa ayudó a traducir y preservar nuestra sabiduría y pasársela a las siguientes generaciones. Fue construido de manera participativa para que nosotros mismos seamos capaces de administrar y cuidar los recursos naturales. Además, el mapa sirvió como  base para pensar en un plan de adaptación y mitigación de los impactos del cambio climático. Diseñamos los mejores caminos para llegar a las nacientes de agua.

BE – ¿Qué significa para ti ser la voz de la gente y ser escuchada en conferencias internacionales?
HI –Para mí, no es tan difícil hacer una conexión entre esos mundos. Conozco la realidad local y sé cómo funciona la toma de decisiones a nivel internacional. Mi papel en estos foros es hablar de lo que realmente está sucediendo y lo que creo que se debería hacer. Quiero contribuir para que mejores decisiones sean tomadas y beneficien la vida de las personas. En el caso del Acuerdo de París, nosotros [los pueblos indígenas] tratamos de mostrar algunas referencias. En foros como este [Global Landscapes], tenemos nuestro propio pabellón, además de que en varias ocasiones agencias de las Naciones Unidas quieren asociarse con las organizaciones indígenas. Creo que, incluso hoy en día, tenemos que defender los derechos de los pueblos indígenas. A menudo, líderes internacionales no nos escuchan o no nos otorgan los derechos que merecemos. Vamos a seguir luchando.