Calle Rua Teixeira de Barros, Cruz da Redenção, número 12, entre la carnicería de Mané y el cementerio municipal. Siguiendo estas directrices de Lázaro Sandes, 55 años, se puede encontrar rápido la sede de la ONG fundada por él, Ler na Praça (Leer en la Plaza) en el barrio de Brotas, uno de los más poblados de Salvador. Incluso si no hubiera ninguna referencia tan precisa, cualquier residente sabría indicar la dirección correcta – el instituto, una mezcla de proyecto cultural y restaurante, ya se ha convertido en patrimonio de la región.

Preparando un asado en la vereda, Lázaro va y viene rápidamente siguiendo las directrices de la esposa, Rosalía Sandes, que parece dirigir todo desde la cocina. El espacio reservado para la mesas alberga una cantidad impresionante de libros. El proyecto, que desde hace 20 años promueve la distribución gratuita de obras en espacios públicos de la capital y el interior de Bahía, no tiene incentivo del gobierno. Todo se mueve a  energía – o más bien a axé – de Lázaro, que quiere democratizar el acceso a la lectura, como cuenta en la siguiente entrevista, concedida a Believe.Earth.

Believe.Earth (BE) – ¿Cómo nació el proyecto Ler na Praça?
Lázaro Sandes (LS) –
Tenía algunos libros, unos libros de cómic, unos crucigramas y puse todo en la plaza Cruz da Redenção. Empecé a difundirlo, pidiendo libros y dando libros. Puse dos cajas de tomates que un amigo me prestó y comencé a gritar: «¡libros gratis, vengan a leer en la plaza!». Una enfermera amiga mía se quedaba para chequear la presión arterial de quien estaba allí. También compraba el periódico del día, destacaba la sección de empleos y costeaba las tarjetas de teléfono para el uso de teléfonos públicos para que la gente llamara en busca de trabajo. Esos feriantes no sabían leer ni escribir. En aquel momento, el colegio Manoel Vitorino, aquí de Brotas, había abierto un curso de alfabetización. Yo donaba libros y alentaba a los feriantes a hacer el curso. Más tarde, en la sede del proyecto, puse a disposición una asistencia jurídica para la población. Esto aquí también ya sirvió como puesto de vacunación. Al principio, el proyecto no tenía nada, ni un vehículo para recoger los libros. Alquilaba el coche. Hoy en día, toda Bahía dona para Ler na Praça. Fui cuatro años seguidos a Flica [Fiesta Literaria Internacional de Cachoeira] y doné cerca de 30.000 libros cada año. Busco ayudar como puedo. La comunidad sólo mejora si uno se une a ella, haciendo alianzas.

BE – ¿Cómo se sustenta el proyecto?
LS- Lo que nos mantiene es el núcleo gastronómico de Ler na Praça, un pequeño restaurante montado en la sede con la ayuda de mi esposa, Rosalía. Es lo que paga la gasolina del coche que circula por la ciudad recogiendo y distribuyendo libros. Vendemos táper y plato de comida por 10 reales [alrededor de 3 dólares]. En vez de postre, se ofrece un libro al cliente inmediatamente después de la comida. La semana pasada, puse aquí un aviso: «Beba con moderación, pero lea sin moderación».

Un hombre blanco, calvo, usando una camiseta blanca, está en el medio de una multitud, en un nivel un poco más alto (parece estar encima de un taburete) distribuyendo libros. En la imagen, le da el libro a otro hombre negro (no podemos ver su cara).

Lázaro Sandes en una de las distribuciones de libros en la plaza, para la población de Salvador (Gabriel Teixeira/Believe.Earth)

BE – ¿Por qué usted llama familia a los colaboradores y beneficiarios de Ler na Praça?
LS – Es una familia de donantes, de estudiantes que toman libros todos los días. Vienen universitarios, historiadores, periodistas, viene gente de todos los segmentos. Un donante falleció esta semana con 95 años y su hijo me donó toda la biblioteca del padre. Son personas que se han graduado con los libros, personas que creen en un proyecto cultural como este, en fin, una familia que puede tomar ventaja de este gran mundo de información, de conocimiento.  

BE – ¿De dónde vienen sus ganas de ampliar el acceso a la lectura?
LS –
Mi papá era capataz y no podía comprarme libros. El único que compró fue, una enciclopedia Delta, pagada con mucho esfuerzo, en diez cuotas. Hoy en día, hay más de 100.000 libros en la colección de Ler na Praça, que tengo la satisfacción de donar. La información no puede ser reprimida. Siento el reconocimiento de la gente que me abraza en la calle diciendo: «Mira, estoy haciendo medicina, entré en derecho, concursé, soy juez”. ¡Eso es lo que me da felicidad!

BE – ¿Cómo fue su infancia?
LS –
Pobres es pobre. Mi madre tuvo seis hijos y todavía crió a los cinco hijos de mi padre. Lidiar con toda esa gente, comida, dar educación, es muy difícil. Entonces, faltaba todo, y tuvimos que ir a por ello. Sin embargo, mi infancia fue muy buena. Brotas era una hacienda donde cosechábamos las cosas, vendíamos. Mi mamá tenía una pequeña tienda de comestibles y venta de pollo, harina, arroz, aceite de palma. Para hacer dinero extra, íbamos a la casa de los «cool» a encerar el piso. Después, monté una fábrica de cometas. Construimos la casa con el dinero de la fábrica de cometas. Leí el primer libro cuando entré al grupo Scout, a los 8 años de edad. Cuando en la infancia abres un libro, abres tus conocimientos – te sientes importante.

BE – ¿Usted se considera un autodidacta?
LS – Soy técnico en estadística. No fui a la universidad, pero cualquier tema que me preguntes, busco un poco y te respondo. Voy a la sección de economía y tomo Marx, voy a la de Grecia y tomo un Sócrates. Ya he leído Sócrates, Platón, Arquímedes, Confucio. Lo que más me marcó fue Gandhi, porque ganó con su poder de pensar, sin ningúna arma, valiéndose de una inteligencia pacífica y suave.

BE – ¿Por qué las diferentes acciones del proyecto están orientadas a los jóvenes?
LS – Los jóvenes de hoy en día quieren libros de historietas. Todos los niños cuando reciben un libro lo abren pronto para buscar imágenes. Cuando llegan aquí en busca de un libro de historietas, les doy un libro de ciencia, para que empiecen a pensar. Es importante alentar a los jóvenes a leer otras cosas para despertar la creatividad. Es eso lo que está faltando: incentivo y oportunidad para que esta generación tenga una mejor visión del mundo. He hecho una asociación con dos núcleos de fútbol, Toque de Bola y Redenção Futebol Clube, para alentar a los chicos con la lectura. Si el niño tuviera baja su calificación, no juega. Hay que exigir – los padres están muy ausentes. Hoy, la informática también está trayendo alienación. Los jóvenes están dejando de pensar.

Un hombre blanco, calvo (parte de su pelo gris aparece alrededor de la cabeza) está serio, mirando a la cámara, con los brazos apoyados en varias pilas de libros que están en el mostrador al frente de él. Los libros cubren casi toda la imagen y sólo podemos ver su cara y sus brazos cruzados apoyados en los libros.

Lázaro Sandes, en la sede del proyecto: “cuando llegan aquí buscando una revista de historietas, les doy un libro de ciencia, para que comiencen a pensar” (Gabriel Teixeira/Believe.Earth)

BE – ¿Qué falta para mejorar la educación?
LS – Antes, las grandes escuelas públicas tenían cancha de fútbol, de basketball, un buen laboratorio, un magnífico jardín, césped, profesores enseñando atletismo. Hoy, apenas tienen un laboratorio. Muchas ya han cerrado aquí en Brotas, municipales y estatales, ya que el ausentismo escolar ha sido grande. Sin infraestructura y maestros mal pagados, ¿cómo puedes manejar 2000, 3000 alumnos dentro de una escuela? No hay posibilidad. Los padres y los estudiantes necesitan expresarse inteligentemente, sin pelear. El Estado alega que no tiene dinero, pero lo que les falta es creatividad e incentivo.

Vivimos el momento del rescate cultural. Sea con internet, sea con proyectos como el nuestro, quien no tuvo acceso al libro y al conocimiento por falta de dinero lo tiene ahora. Está todo ahí. Desde el momento en que un niño toma un libro, lo abre y comienza a leer, algo mágico sucede. Algunas «fuerzas» empiezan a entrar en su mente.

El libro educa, porque conduce preguntarse las cosas. Hace viajar, encantar, emocionar, crear, respetar, la conducción ética de la vida. Hace criticar, aprender a escuchar, tener humildad y producir grandes cosas.

BE – ¿Cuál es el secreto para que iniciativas como estas funcionen?
LS –
Actuar. Tener conocimiento es bueno, los libros son buenos, pero, si no tienes acción, no vas a ningún lugar. He pasado por mucho y estoy aquí, resistiendo. Tenemos que dejar algún legado. Y me gusta este desafío. Si hoy me voy, he probado.