Dan Acher quiere que te sepas el nombre de tus vecinos y también el de los comerciantes de tu barrio. Más aún: quiere que compartas experiencias con ellos y que juntos vivan el espacio público. Para Dan, este es el camino para que reinventemos las ciudades y sustituyamos anonimato, individualismo y desconfianza, por un sentido de pertenencia, comunidad y seguridad.

En 2011 hizo un experimento sencillo con un amigo: tomó una caja de basura usada y escribió “Caja de intercambio del barrio”. Desde su ventana, vio a personas llenando la caja con objetos que ya no querían y a otros vecinos llevándoselos. En un año, dejó en el espacio público 11 cajas de intercambio, que se llenaron con 100.000 objetos. “Si pones algo en la calle para las personas, y entienden que, para que funcione, depende de ellas, harán lo posible para darle vida. Porque la gente quiere ser útil para su comunidad”, afirma en su conferencia en TEDX.

Con eso en mente, y la convicción de que es necesario crear espacios de convivencia para humanizar y mejorar la calidad de vida en las ciudades, Dan Archer fundó en 2014 Happy City Lab, en Ginebra, Suiza. Happy City Lab unió los trabajos de dos asociaciones y de una empresa creadas por él en 2003. Su estrategia es interrumpir la rutina y el orden de calles, plazas y parques por medio de instalaciones y performances relacionadas con el arte que estimulan la interacción entre los residentes.

Fue lo que sucedió con los veinte pianos repartidos por el centro de Ginebra en 2011 en el proyecto Jouez, je suis à vous”(Tócame, soy tuyo). Para sorpresa de las autoridades, la gente no sólo se sentaba al piano para tocar (y jugar), sino que se organizaron recitales y se cuidó de los instrumentos, que eran cubiertos en días de lluvia. Ninguno de los pianos fue dañado. El proyecto viene siendo realizado desde entonces, ahora con sesenta pianos distribuidos por la ciudad.

Otra iniciativa de éxito es Ciné Transat, cine al aire libre realizado durante el verano en ciudades de Suiza y Francia y que ha recibido más de 90.000 asistentes. Más que una sesión de cine, el proyecto es un pretexto para que desconocidos puedan convivir y compartir una experiencia positiva y divertida.

Aunando creatividad y tecnología, Dan recreó la aurora boreal en las calles de Ginebra con el proyecto Borealis. Rayos láser de gran potencia viajan a través de nubes de partículas creando la ilusión de las luces del norte, que pueden ser reproducidas en cualquier ciudad, en cualquier latitud.

Con el fin de reinventar otras ciudades, Dan divulga sus instalaciones y estrategias en los medios y da clases en universidades, además de registrar sus proyectos en creative commons para que otras personas puedan replicarlos.

En entrevista por e-mail para Believe.Earth, Dan nos habló sobre su trayectoria, los desafíos de las ciudades hoy en día, y sus nuevos proyectos.

Un hombre con barba de tres días, pelo canoso, de 46 años, viste abrigo de invierno azul. Está de pie, sonriendo a la cámara, solo vemos la parte superior de su cuerpo, del pecho para arriba. Su mano izquierda está sobre un interruptor gigante, sobre el que está escrito “Allume-moi!”, que significa “¡Enciéndeme!”, en francés.

Dan Acher al lado del interruptor gigante de la instalación “Allume-moi!” [¡Enciéndeme!]: una invitación a los transeúntes para que aprieten el botón y así se proyecten imágenes de ojos y bocas gigantes en las fachadas de edificios (Reproducción/Archivo Personal)

Believe.Earth  (BE) – Tus primeros proyectos estaban directamente relacionados con cuestiones ambientales – Critical Mass [Masa Crítica], un movimiento de ciclistas reunidos para reivindicar la ciudad y protestar contra el predominio de los carros, realizado en Nueva Zelanda en 1996 y en Ginebra en 1998, Green Festival [Festival Verde], realizado en 2000, en que fueron empleados sólo platos, cubiertos y vasos reciclabes, lo que se acabó convirtiendo en un estándar en todos los festivales de Ginebra. ¿Por qué pasaste a centrarte en proyectos / experiencias culturales?
Dan Acher (DA) – Todos mis proyectos tratan sobre el ser humano. Cómo capacitamos a las personas para que se impliquen en lo que sienten que necesitan o desean, sea con respecto al medio ambiente, a su comunidad, o al sistema de salud. Está todo relacionado, de cualquier manera.

BE – ¿Cuáles son las principales dificultades que encuentras en la ejecución de tus proyectos?
DA – Mis proyectos pretenden superar los límites de lo que es “normal” en el ambiente de las ciudades, de lo que se espera del ciudadano, de lo que debería o no pasar en una plaza de la ciudad. Desafío este status quo y creo que eso puede confundir a las autoridades locales…Hasta que se dan cuenta de que el proyecto funciona, que los ciudadanos asumen responsabilidad sobre él y lo hacen suyo. Cuando presento un proyecto nuevo, es bastante frecuente que la primera reacción sea “¡Eso no va a funcionar nunca!”.

La foto muestra a un chico tocando el piano en una acera. Otros dos chicos tocan la guitarra y otro chico los mira de cerca. Más apartadas, cuatro mujeres sentadas en la acera miran a los músicos.

Jóvenes improvisan una jam session con el piano del proyecto “Tócame, soy tuyo” en una calle de Ginebra (Cat on the Roof)

BE – En tu opinión, ¿cuáles son los mayores desafíos de las ciudades hoy?
DA – Existen muchos desafíos. Los que quiero abordar son el creciente sentimiento de anonimato, la desconfianza y la falta de motivación para la implicación de los ciudadanos. Gente de todo el mundo se está agrupando en las ciudades como nunca antes para buscar una vida mejor. Sea en Tokio, Stuttgart, Río de Janeiro, Ciudad del Cabo, Shangai…

En 2050, el 70% de la población mundial vivirá en las ciudades. Todo tipo de experiencias y conocimientos estarán reunidos en el mismo lugar. Estudiantes, banqueros, trabajadores, académicos, migrantes, refugiados…La gran masa de gente de diferentes niveles sociales y económicos y de diferentes orígenes hace que los habitantes de la ciudad se sientan solos y desconectados. Mientras tanto, los que ya viven en áreas urbanas se enfrentan a una composición en constante cambio de su comunidad y vecindad. Esto genera tensiones que conducen a falta de civismo, violencia, mayor índice de depresión y suicidio, todos los síntomas de una comunidad en colapso.

BE – Tus proyectos han sido reproducidos en otras ciudades de Suiza y también de Francia, ¿sigues estas iniciativas o participas en ellas?
DA – Participo en algunos de los proyectos en otras ciudades, pero la idea es que los proyectos se extiendan y superen la cantidad de trabajo que mi equipo y yo podemos producir. Exploramos estrategias creativas de código abierto y creative commons para hacer justamente eso.

BE – ¿Qué has aprendido con otras ciudades y países que han reproducido tus proyectos?
DA – Soy licenciado en Antropología Social, por eso sé que la cultura tiene una gran influencia en cómo un proyecto será entendido y en el éxito del mismo. Tienes que tener en cuenta la cultura local, pero al mismo tiempo tienes incluso que desafiar las creencias locales para generar cambios. La situación ideal es cuando un proyecto es replicado en algún lugar y conseguimos reunir el feedback y entender cómo se puede adaptar para que encaje en culturas diferentes.

La foto muestra un grupo de personas bailando en la hierba por la noche. Detrás de ellas hay una pantalla en la que está escrito Ciné Transat.

Profesores dando clase de danza clásica de India durante la noche dedicada a Bollywood en el Ciné Transat, en Ginebra (Cat on the roof)

BE – Antes de entrar en la facultad, te fuiste de viaje a India, Tailandia, Indonesia, Australia y Nueva Zelanda. En alguna ocasión has declarado que después de esa experiencia te preguntaste “¿De dónde viene el sentido de pertenencia en la sociedad?”, y que fue entonces cuando comenzaste tus primeros proyectos de intervención en la ciudad. ¿A qué lugar perteneces tú?
DA – A pesar de no haber nacido allí, sino en Bangkok, y de que mi familia tiene sus orígenes en diversos lugares, yo diría que soy de Ginebra. Me siento en casa allá donde mi familia esté, y donde soy reconocido por la comunidad local y por los vecinos. Creo que, con el ambiente adecuado, podemos reproducir ese sentimiento en cualquier lugar.

BE – ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
DA – Hay muchas cosas en ejecución, pero actualmente estoy trabajando en la creación de luces del norte [Borealis] en grandes plazas abiertas en diferentes partes del mundo; elaborando un proyecto que capacita a los niños y desafía el paradigma de “profesor adulto / hijo estudiante”; y trabajando en la generación de una nueva cultura para hacer que los ciclistas sean más visibles por la noche en los campus universitarios.

 Dan Acher es emprendedor social AshokaAshoka es una organización global presente en 84 países que lidera un movimiento en el cual todos pueden ser agentes de transformación social positiva.