Prescinde de la etiqueta de líder, tímido para hablar acerca de sí mismo y siempre dirige el curso de la conversación a lo colectivo, con énfasis en la primera persona del plural. Pero Mono Telha no puede escapar del hecho ineludible de ser el fundador de una «red de acción directa» que promueve la creación, preservación y mantenimiento de áreas verdes urbanas en Río de Janeiro. Creado en 2009, el proyecto Planta na Rua RJ, ya realizó cerca de 100 acciones, especialmente en barrios del suburbio, del centro y en comunidades de Río de Janeiro – áreas poco asistidas por las autoridades públicas, con paisajes dominados por cemento y hormigón.

Nacido en Duque de Caxias y criado en Lapa, en el centro de la ciudad, siempre e presenta con el apodo de la infancia, Mono Telha (Mono Teja), una referencia a las gruesas gafas que llevaba y que formaban una especie de teja sobre los ojos. Apasionado por el medio ambiente, ecologista autodidacta y jardinero profesional, explica que la creación de Planta na Rua surgió de un hábito:

«Ya hacía este tipo de acciones con mis amigos. En los suburbios teníamos la tradición de plantar en la calle. En los viejos tiempos las personas cultivaban frutales, como acerola, en las aceras de las casas. En la adolescencia, mantuve esa relación con la tierra y con la naturaleza a causa del Movimiento Scout».

La primera organización creada por Mono Telha se limitó a plantar huertas urbanas en terrenos baldíos. Con el tiempo, el grupo comenzó a adoptar también maceteros y a promover talleres que combinan la ecología y la ciudadanía. El fundador de Planta na Rua entiende que, al crear las áreas verdes públicas, no sólo contribuye a la mejora de las condiciones de vida de la ciudad, ayudando a revertir las altas temperaturas, escasez de agua y sombra y disminución de la contaminación de ruido y aire – sino también a “ejercer el derecho al medio ambiente».

Los tres hombres de la foto de portada levantan juntos un pilar de cemento, con los brazos extendidos por encima de sus cabezas. Están de perfil, girados hacia la izquierda. El hombre que está más cerca de la cámara tiene piel negra, pelo rapado, y lleva una camiseta sin mangas negra, con la parte superior delantera en rojo. El hombre más alejado de la cámara tiene piel blanca, pelo corto rizado y lleva camiseta negra. Entre ellos, está el hombre de sombrero y camiseta verde botella. En el extremo izquierdo vemos el brazo derecho de una persona de piel blanca, con un guante blanco grueso, que sujeta el pilar por la parte inferior.

Trabajo pesado y colectivo: voluntarios retiran viga de concreto del terreno que se transformará en huerta durante un esfuerzo conjunto en Cantagalo (Thiago Camelo / Believe.Earth)

GESTIÓN HORIZONTAL
Hay varias maneras de participar del grupo. Eventos como esfuerzos conjuntos para la implementación de huertas son constantes y abiertos a cualquier interesado. También es posible contribuir con donaciones, compra de plántulas, camisetas y revistas o contratar servicios particulares – principal fuente de ingresos para la jardinería solidaria realizada por Planta na Rua.

Actualmente, 15 personas participan de forma activa en el proyecto, dividiéndose en diferentes roles, como cuidar de los medios de comunicación social, dar cursos y talleres, fotografiar, proporcionar asesoría profesional en biología, derecho y arquitectura. Como Gabriela Fleury, Gabi Flor, de 31 años, ingeniera de producción con posgrado en Gestión Ambiental, que desde junio de este año es parte del grupo.

«Participé en una acción de plantío en Aldeia Maracanã, en la zona norte de Río e intercambié contactos con (Mono) Telha. A la semana siguiente, ya estaba organizando eventos de Planta na Rua”, dice Gabi, una de las participantes más activas del grupo. “Como soy ingeniera, mi tendencia es a organizar las cosas, pensar en la logística de las acciones».

Actualmente, Gabriela está dedicada a tiempo completo a la jardinería particular y solidaria. Antes, ya estudiaba y se identificaba con los principios de la permacultura. «Vi en las acciones de Planta una manera de vivir más cerca de lo que deseo, en armonía con la naturaleza y la gente», dice.

Dos mujeres jóvenes y cuatro niños (dos chicas y dos chicos), sujetan y preparan plántulas de hojas verdes en torno a una estructura cuadriculada, blanca, para la plantación de pequeñas huertas, que está sobre una mesa de cemento redonda y baja. Las mujeres están a la izquierda y los niños a la derecha. Los niños tienen piel negra y visten ropa de colores y/o con estampas. Los niños tienen el pelo corto y oscuro, las niñas pelo largo, oscuro y rizado, recogido en moño o coleta en la parte superior de la cabeza. Las mujeres tienen una la piel morena y la de detrás piel blanca, pelo largo oscuro y ondulado, recogido en un moño. La joven que está delante lleva camiseta de tirantes blanca y mallas negras, y la de detrás camiseta negra.

Niños de la comunidad cantagalo aprenden a hacer plántulas con los voluntarios: conocimiento transmitido (Thiago Camelo / Believe.Earth)

La organización horizontal Planta na Rua – que incluye división y rotación de tareas y toma de decisiones democrática – también refleja el pensamiento de su creador, seguidor del anarquismo.

«A los 15 años, leí un libro de José Oiticica llamado La doctrina anarquista al alcance de todos y me identifiqué», dice Mono Telha, hoy con 37 años.

«Me di cuenta de que personas que trabajan cumpliendo órdenes de trabajo están siempre estresadas, infelices. Y trato de llevar esa mirda para todos los ámbitos de mi vida. En Planta na Rua, en mis relaciones, intento no ser autoritario con nadie y tener cuidado para no dejar que sean autoritarios conmigo».

Por lo tanto, carta de principios de Planta na Rua, propone la autogestión y la autonomía para promover la creación de lugares urbanos verdes en Río de Janeiro, ciudad piloto del proyecto. Hay grupos en otros lugares, como Uberlandia (Minas Gerais) y Distrito Federal. El responsable por establecer el puente con ellos es Mono Telha, que busca interlocutores en esos lugares, explica la estructura de Planta y arma hasta la nueva página del grupo en Facebook. El jardinero prefiere el diálogo con los maestros; en su opinión, los más capaces de replicar los conocimientos y movilizar a la gente. Además, considera la propuesta del proyecto «lúdico-pedagógica», por eso el énfasis en acciones en las escuelas, con los niños.

Tres niños preparan plántulas de hojas verdes. Tienen piel negra y el pelo corto, oscuro. Llevan camisetas de diferentes colores y estampas. Los niños a la izquierda interactúan entre sí. Frente a ellos hay un saco blanco abierto. En la parte inferior en primer plano, las hojas de las plántulas ya listas, y al fondo, un follaje cerrado de color verde oscuro.

Los niños ayudan a preparar parte de las 200 plántulas de hortalizas donadas por el proyecto a la huerta del CIEP Presidente João (Thiago Camelo / Believe.Earth)

COMUNIDAD MOVILIZADA
El punto de partida para la adopción de espacios públicos es la existencia de uno o más residentes cercanos al sitio que se comprometan con el riego y el mantenimiento. Los esfuerzos conjuntos pueden surgir tanto de la iniciativa de los miembros de Planta na Rua como de invitaciones hechas por ciudadanos que desean revitalizan una plaza, una cantero o baldío.

“En los grupos de trabajo colectivo, explicamos por qué cierto tipo de árbol puede o no ser plantado, se analiza el terreno y el contexto en el cuál quedará”, dice Mono Telha, que completa: “Hablamos de la importancia de plantar árboles nativos, analizamos si hay tendido eléctrico alrededor, calculamos el tamaño que tendrá el árbol, si hay riesgo de tocar el cableado. Hemos eliminado la basura y, con ello, posibles brotes de dengue”.

En la página del grupo de Facebook se pueden encontrar registros de algunos esfuerzos conjuntos, tales como las llevadas a cabo en los distritos de Olaria y Honório Gurgel. En los videos y fotos, Mono Telha aparece con su notorio sombrero verde de fieltro lleno de adornos en forma de frutas, flores y animales, una estrategia para atraer la atención y empatía de los niños y jóvenes.

De frente a la cámara, mirando diagonalmente en dirección al lado izquierdo de la foto, una niña sonríe y sujeta por el tronco un árbol de pequeño tamaño. Tiene piel negra y pelo rizado oscuro, recogido en una coleta. Lleva una camiseta blanca con estampa y cuello azul marino. Al fondo, detrás de ella, una puerta de madera natural abierta, entre paredes blancas. A través de la puerta se ve una pared al fondo, blanca y decorada con puntos azules y rojos.

Larissa Cardoso, residente de Cantagalo y alumna de la ONG Harmonicanto, con una plántula de mango donada por Planta na Rua (Thiago Camelo / Believe.Earth)

ALIANZAS CON OTROS COLECTIVOS
Consistente con su perfil democrático y agregador, Planta na Rua realiza acciones en colaboración con otros colectivos. Fue así que el día 12 de agosto, Believe.Earth siguió al conjunto de voluntarios al morro de Cantagalo, en Ipanema, en la zona sur de Río. Encontramos a Mono Telha, con mano en la azada, botas y sombrero, junto a un grupo heterogéneo, limpiando el jardín de Espaço Favela Hub, delante del contenedor en que funcionará una huerta hidropónica y un estanque de peces. El mismo día, fue la primera edición del proyecto Muda Grátis do Planta na Rua (Plántula gratis de Planta na Rua), con una donación de 200 plántulas y hortalizas para la huerta del Ciep Presidente João Goulart, con implantación de un sistema de riego en el lugar.

El edificio acoge el Ciep está diseñado para ser un hotel con vistas panorámicas de la playa de Ipanema y la Lagoa Rodrigo de Freitas, pero actualmente alberga a un número de proyectos gestionados por Viva Rio – como Favela Hub – y organizaciones tales como Harmonicanto Música e Cidadania.

A pesar del entrenamiento y de la diferentes historias, todos allí en el grupo de trabajo tenían una estrecha relación con la tierra y el trabajo colectivo, como la terapeuta de flores de Bach Eugenia Muñiz, 25, que planta algunas de las materias primas utilizadas en su trabajo, el estudiante de Harmonicanto Larissa Cardoso dos Santos, 10, y el funcionario de Viva Río Jefferson da Silva, 39, ambos residentes de Cantagalo. El fotógrafo Diego Bastos Cunha, 34, quien dictó talleres de fotografía para niños en la comunidad, dice que se acercó al universo de las huertas urbanas cuando vivía en el país Vasco, en España, donde hay una fuerte cultura del uso de cada pedazo de tierra. «Tienen como lema ‘más verde, menos concreto'», dice el fotógrafo, que trabaja en la realización de un documental sobre los barrios con huertas comunitarias en el país.

Durante todo el día, niños de la comunidad se unieron al grupo para aprender a preparar las plántulas de mostaza, albahaca, lechuga y otras verduras. Después de enseñar a los voluntarios, Mono Telha volvió a trabajar seguro de haber transmitido sus conocimientos a los pequeños, que ya se arriesgaban a compartir la lección. La sensación es de deber cumplido: «Considero que los esfuerzos conjuntos son una especie de curso de jardinería y ciudadanía. Creamos un eslabón con la comunidad a través de la revitalización del espacio público».