Si el discurso del líder indígena Ailton Krenak, 64 años, en septiembre de 1987 en la Asamblea Nacional Constituyente hubiese sido hecho hoy en día, probablemente se producirían decenas de millones de visitas en Youtube y se convertiría en trending topic mundial en Twitter. Desde un estrado en el plenario de la Cámara de Diputados, al mismo tiempo en que hacía un llamamiento a los líderes políticos para que aprobasen una enmienda constitucional tratando los derechos de los indios, Krenak se aplicaba tinta negra de jenipapo en su propia cara, producto utilizado por su tribu, los Krenaks, en situaciones de duelo. El gesto significaba una protesta contra el riesgo de que la enmienda no se aprobara.

El discurso llamó la atención del país y, como resultado del trabajo de Krenak y de otras líderes de la época, fue incluido en la Constitución un capítulo sobre la protección de los derechos de los indígenas, un logro inédito hasta entonces. El avance permite, por ejemplo, el cuestionamiento de las violaciones a los derechos en cortes internacionales, lo cual era imposible hacerlo hasta 1988. Y esto acaba de ser hecho: a principios de 2018, Brasil fue condenado por la Corte Interamericana por violar derechos indígenas.

Para los que acompañan la carrera de Krenak, sin embargo, su imagen no se limita a ese discurso. Su historia de lucha por los pueblos indígenas incluye la participación en la fundación de entidades como la União das Nações Indígenas, que existió en los años 80, la Aliança dos Povos da Floresta (que, además de indios, incluía grupos extractivos, como extractores de caucho) y la creación del Núcleo de Cultura Indígena, en la Serra do Cipó, en Minas Gerais. La trayectoria de Krenak se convirtió en tema del documental Ailton Krenak: o sonho de pedra, producido el año pasado y del libro de entrevistas Ailton Krenak (Coleção Encontros).

Nacido en una aldea en la región de Río Doce, en Minas Gerais, Krenak se define como una persona crítica, pero que no abandonó la esperanza de ver un mundo mejor. “Creer en la Tierra es la única forma de salvación”, afirma, en una entrevista a Believe.Earth.

El mismo señor de la foto anterior aparece en otro contexto, en una presentación, en la que está sentado y gesticulando una de las manos, mientras la otra sostiene el micrófono con el que habla. Lleva una camiseta negra, lleva un collar blanco, tiene una pulsera colorida atada en el brazo derecho y dos anillos en el dedo anular del brazo izquierdo. En el fondo, la pantalla muestra una presentación.

A los 64 años de edad, Ailton es un líder en materia de derechos (Heloisa Dias/Difusión)

Believe.Earth (BE) – ¿Cómo fue el detrás de escena de la aprobación de la enmienda que incluyó el capítulo sobre los derechos de los indios en la Constitución del 88? ¿Hubo otros líderes indígenas además de usted?
Ailton Krenak (AK) – El movimiento por los derechos de los indígenas se produjo en medio de un movimiento social más amplio, de lucha por las elecciones directas y por la democracia. Este movimiento contaba con fuerzas como la Asociación Brasilera de Prensa (ABI), y la Asociación Brasilera de Antropología (ABA) y otras. Fue una gran articulación de sectores de la sociedad brasilera que apoyaron la inclusión de un capítulo exclusivo sobre los indios. Y, por supuesto, los pueblos indígenas como los Kayapó, Xavante, Guaraníes y Terena llevaron a cientos de personas a Brasilia, que ocuparon el Congreso, debatieron y participaron en las comisiones. Mi presencia se destacó porque hice la defensa pública de esa enmienda en el plenario del Congreso Constituyente. Pero miles de personas formaron parte de este proceso. 

BE – La Constitución pasó a abordar la protección de los indios, pero con frecuencia hay invasiones de tierras y falta de respeto a los derechos indígenas. ¿Valió la pena haber luchado por la cuestión?
AK – Sin lugar a dudas. La Constitución fue concebida en un proceso de luchas por los derechos sociales y civiles y debería celebrarse como un nuevo nivel de las relaciones del Estado con la sociedad. Por primera vez, se reconocieron los derechos en una Constitución, algo que no había hasta entonces. Desde que los portugueses desembarcaron por aquí, los indios siempre han sido tratados como un pueblo que debería desaparecer, ya sea por medio de la guerra y el exterminio, o mediante la integración en la sociedad, preferentemente en las favelas. Esta trayectoria ha cambiado. Hoy, tenemos una Constitución alineada con la Declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas, lo cual vincula los derechos de los indios a un protocolo internacional. Nuestra Constitución también se alinea con la Convención de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas. Esta es una declaración internacional y se aplica a todos los países signatarios. En la práctica, esto permite a las comunidades indígenas brasileras llevar reclamos a foros internacionales como la ONU y la OIT siempre y cuando la Constitución no se cumpla. Hoy en día, aunque el Código Civil trate a los indios como relativamente capaces, la Constitución reconoce que son parte legítima para entrar en juicio, siempre con el apoyo del Ministerio Público.

BE – ¿Qué representó la Constitución de 1988?
AK – Las constituciones anteriores eran elitistas y salían de acuerdos internos y poco claros. La de 1988 fue tomada por la sociedad. Por supuesto, hubo una serie de disputas de grupos durante la Asamblea Constituyente, pero lo que salió de allí fue un documento con una marca ciudadana. Y el hecho de que tenemos un documento tan moderno, desde el punto de vista de los derechos sociales, terminó generando una serie de ataques de grupos contrarios, lo que sucede hasta hoy en día. Debemos seguir luchando por estos derechos.

BE – Incluso con todas las dificultades y retrocesos, usted sigue luchando por las cuestiones indígenas. ¿Qué lo hace seguir?
AK – Soy una persona bastante crítica con relación a la situación social y ambiental, pero, incluso cuando hago una crítica, no estoy abandonando la esperanza de que el mundo puede mejorar. Pensar y creer en la Tierra es la única manera de salvación.

BE – ¿Cuáles son los desafíos de los líderes indígenas más jóvenes?
AK – Mi generación luchó para que los derechos se convirtieran en ley. Los líderes de hoy tienen la misión de defender estos derechos y hacer que se respeten – y eso están haciendo. Alcanza ver la gran presencia de indígenas en movimientos sociales y el hecho de que, a menudo, van a Brasilia para manifestarse en el Congreso. Se movilizan. No creo que, en cada década, los indios tengan que luchar por nuevas leyes. Las políticas que el Estado brasilero tiene que hacer en relación con los indios ya están establecidas. La misión ahora es hacerlas cumplir y listo. 

BE – ¿Qué sería posible hacer para que la gente joven, especialmente los no indígenas, entiendan y valoren los derechos sociales y fundamentales previstos en la Constitución?
AK – Se suele decir que la generación que nació en los años 90 no conoce la historia inmediata del país. Esto quizás signifique una denuncia contra nuestro sistema educativo. Las nuevas generaciones tienen que saber la historia de sus padres, sus abuelos. La escuela tiene que revelar la historia de la generación inmediatamente anterior a esta generación de la década de 1990. De lo contrario, van a confundir ciudadanía con consumo. Y caeríamos en la creencia de que, solamente si uno consume, es un ciudadano. Si seguimos así, vamos a comer todo el planeta, hasta llegar a un hueco, un abismo ecológico. Tiene que haber una reconciliación de estas nuevas generaciones con su historia y la historia del planeta. Y la historia del planeta es la historia de la vida.

BE – ¿Y cómo hacer para que los jóvenes tengan la esperanza de un futuro mejor?
AK – Quizás los jóvenes solo estén mirando el noticiero que muestra que la cuestión ambiental está empeorando. Pero estos jóvenes reúnen autoconfianza y habilidad para hacer frente a las nuevas tecnologías – y eso puede hacer la diferencia. Cada vez más, vemos la tecnología siendo usada para crear sorprendentes soluciones en contextos de dificultades, ya sea para combatir la deforestación en el Cerrado, o mejorar las condiciones de vida en la favela, en el nordeste semiárido.

Estos jóvenes combinan conocimiento local y tecnológico con una enorme disposición hacer que suceda sin esperar por el Estado . Con frecuencia, traen soluciones simples y sorprendentes a cuestiones como la conservación del agua o el combate contra incendios en los bosques, por ejemplo. Eso es lo que yo llamo esperanza generacional.