Ellas casi no se conocían. El esposo de Camila Conti, 36 años, trabajaba con Ana Laura Castro, 32. Las dos se encontraban de vez en cuando, sólo eso. Un día, en una fiesta, Camila le contó a Ana Laura que, repentinamente, estaba embarazada. “¡Ay!, ni sé qué haría si estuviera en tu lugar”, escuchó. Quince días después, quien descubrió que estaba esperando un bebé fue Ana Laura.

No fue la única coincidencia. Ana Laura, pedagoga, trabajaba como curadora de conocimiento y estaba recién contratada en una empresa con sede en Río de Janeiro. Paulista, se mudó de ciudad al aceptar la oferta de empleo. Cuando contó a su nuevo jefe sobre el embarazo, escuchó, sin titubeos, que debería recoger sus cosas y volver a São Paulo, dado que no conseguiría el puesto pues estaba en período de práctica. Se cumplía un mes del contrato cuando se enteró de que sería mamá. Camila ya era directora de una gran agencia de publicidad. “Dijeron que, cuando mi hijo naciera, yo ‘iba a querer salir de la empresa’, entonces que ya acordáramos que tomaría vacaciones y no volvería. Yo estaba contratada como persona jurídica y no tenía derecho a la licencia por maternidad”, dice Camila.

Desempleadas, se encontraron para conversar y, en el calor del momento, crearon un grupo en Facebook para tratar el tema de maternidad y trabajo. Compartían sus experiencias y comenzaron a publicar las dudas e inquietudes que estaban viviendo. Las mamás fueron llegando y, en un mes, ya eran 600.

“Nunca me voy a olvidar de una madre que me dijo: ‘Fui despedida por la misma razón que mi colega hombre fue ascendido’”, dice Camila.

El grupo recibió el nombre de Maternativa. Pensamos en la maternidad como locomotora [la palabra que significa «locomotora» en portugués, es «locomotiva»; de esta forma, el nombre adquiere un juego de palabras], como motor de realizaciones y transformaciones, porque eso fue lo que nos ocurrió”, cuenta Ana Laura.

Mientras intentaban equilibrar las cuentas personales con trabajos puntuales como free lancers,  Maternativa crecía. “Notamos que nuestro caso no era la excepción. Había allí un problema colectivo, no privado”, dice Camila. Un estudio de la Fundación Getulio Vargas recién divulgado, “Licencia de maternidad y sus consecuencias en el mercado de trabajo de Brasil”, con la participación de más de 240.000 mujeres, comprueba esa percepción: el 48% quedan desempleadas en el primer año de maternidad.

Con el grupo creciendo y las discusiones generando resonancia entre más mujeres, Camila y Ana Laura estrenaron, en junio de 2015, un sitio web para el intercambio de informaciones y percibieron que un encuentro en persona sería bienvenido. Dos meses después, realizaron el primer “Encuentro Cafeína”, con 30 mujeres intercambiando experiencias y recibiendo capacitación gratuita sobre emprendedurismo. Cada 15 días, hacían una nueva rueda de conversación y entrenamiento.

Las mismas mujeres de la foto de portada están sentadas sobre un sofá con estructura de madera oscura y almohadillado blanco con flores rosa claro. Miran hacia puntos indefinidos y gesticulan con las manos frente a sus rostros.

Si se necesita un pueblo para criar a un bebé, como dice el proverbio africano, es necesaria una comunidad para apoyar a una mamá (Eliane Cunha / Believe.Earth)

“Fue quedando claro que Maternativa podría ser un negocio de impacto social, generador de ingresos y de independencia financiera para ese público”, recuerda Ana Laura. En aquel momento, el grupo en Facebook ya sumaba 4.500 participantes y había más de 600 empresas gestionadas por madres registradas en el sitio.

Como necesitaba recursos, Maternativa fue a Benfeitoria, un sitio de financiamiento colectivo, pidió 33.000 mil reales (aproximadamente 9 mil dólares), y recaudó más de 36.000 (aproximadamente 9 mil dólares). “Hasta entonces, hacíamos todo con nuestros recursos y sin cobrar nada”, cuenta Camila. Una amiga especialista en organizar empresas, con experiencia en el mercado financiero, las ayudó a hacer un plan de negocio, que preveía la creación de comercio electrónico para mamás emprendedoras.

En el centro de la foto, una mujer sentada en una silla negra, en una sala con hileras de sillas, ocupadas por otras mujeres, delante y detrás de ella. Está de perfil, hacia el lado derecho de la foto, con la espalda curvada y con el brazo derecho abraza a una niña pequeña. La mujer tiene piel blanca, pelo liso, castaño y recogido en una coleta, viste camiseta de manga corta con estampado blanco, negro y rojo, un pantalón jean negro y tenis negros de lona y suela de goma. La niña está de espaldas a la cámara, viste camiseta blanca de manga larga y pantalón rosa fucsia.

“Cafeína” número 19: capacitación de negocios para mamás emprendedoras es uno de los objetivos de Maternativa (Belle Favarin / Difusión)

PROFESIONALIZACIÓN MATERNA
Ana Laura y Camila buscaron en los estudios la preparación que demandaba la empresa social. En ese camino, ganaron el premio Brasil Creativo, que incentiva la innovación, y conquistaron una tutoría de la University Queen Mary of London, con sede en Londres, Reino Unido. En la institución profundizaron en el concepto de marketplace, nombre que se da a la estructura virtual semejante a un shopping, en el que un único sitio hospeda tiendas independientes.

El portal cuenta con más de cien madres, la mayoría son micro y pequeñas empresarias, que ofrecen 450 productos y servicios, desde artesanía y fotografía hasta consultoría empresarial. El próximo paso de Maternativa es buscar formas para financiar cursos gratuitos para madres de la periferia. El grupo en Facebook sigue activo, y está por superar los 20.000 participantes.

Un proverbio africano, conocido por las mamás, dice que se necesita un pueblo para criar a un bebé. Las feministas, activistas y empresarias Ana Laura y Camila están construyendo una aldea para apoyar y crear oportunidades para las mamás de ese pueblo, no siempre acogedor, que es el mundo del trabajo.