Antonio Donato Nobre es científico y activista de la causa que abrazó hace 36 años, cuando comenzó a investigar sobre la Amazonia. Su primer viaje a la región fue en 1979. Era un estudiante de agronomía y, desde ese año hasta 1982, fue siete veces al bosque junto a la Fuerza Aérea. Hasta que se quedó. Nobre se convirtió en investigador en el Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA) y vivió durante 14 años en Manaos, en el estado de Amazonas. Autor del informe El Futuro Climático de la Amazonia, sobre la importancia del bosque y su rol en el contexto del cambio climático, lanzado en el año 2014, actualmente reside en São Paulo y es investigador sénior en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

Para atraer más adeptos a la causa tan urgente que es proteger lo que queda, en un «esfuerzo de guerra», como dice, Nobre cree que el camino es hacer que los ojos de las personas brillen, difundiendo los descubrimientos científicos a través de un lenguaje accesible, capaz de despertar al niño interior de los adultos.

En conversación con Believe.Earth, el investigador revela qué lo mueve a seguir adelante incluso cuando todas las estadísticas de deforestación llevan a cada vez más personas a pensar que no habrá mucha salida. Para él, hay esperanza.

Believe.Earth (BE) – ¿Cómo surgió tu vínculo con la Amazonia?
Antonio Nobre (AN) – Mi pasión por la Amazonia se explica mejor por la sabiduría indígena, aquella que dice que todos somos hijos de la Madre Tierra. ¿Qué niño no está enamorado de su madre? En medio de la exuberancia amazónica, me siento acogido y protegido. No recuerdo ser diferente. Ese amor nació conmigo. El bosque habla en un riquísimo lenguaje en tonos y variaciones y se necesita más que conocimientos biológicos para captarlo en toda su belleza. 

BE – ¿Cómo la ciencia puede ser un canal para encantar, acercar y despertar la conciencia de las personas con respecto a la Amazonia?
AN – Durante el auge de la poderosa sequía que alcanzó el sudeste de Brasil en 2014, revisé, para producir el informe, muchos artículos científicos con buenas explicaciones. Pero eran impenetrables para el sentido común. La ciencia, como cualquier emprendimiento humano, tiene su liturgia, sigue los preceptos y busca permanecer fiel a su tradición. Los científicos temen perder la respetabilidad, su más valioso capital, pero la tradición puede encerrar temores exagerados, rigidez y aislamiento. 

¿Cómo explicar conceptos complejos sin utilizar la jerga científica? Como decía Arthur C. Clarke, «una tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia». La magia toca el imaginario infantil que todos tenemos. Gracias a ella, accionamos los circuitos de encantamiento en el cerebro, despertamos campos de asombro en la cognición humana. Expongo esta lógica a mis incrédulos alumnos y alumnas de doctorado.

Los científicos innovadores son como niños curiosos: sus ojos se iluminan cuando descubren algo extraordinario. Ese brillo es contagioso y puede transmitirse por la narrativa, contando historias. Un colega que revisó mi texto me advirtió, afligido, que el lenguaje poético podría perjudicar mi imagen como científico serio, pero yo estaba convencido sobre el camino que había elegido. ¡Y funcionó! Mi reputación no empeoró. Creo que ese esfuerzo ha tocado corazones y mentes.

BE – ¿A cuáles desafíos conduce el deseo de mantener el bosque vivo?
AN – Uno de ellos es reconectar el saber científico con el saber popular. Estoy involucrado en iniciativas para popularizar y aplicar conocimientos y descubrimientos científicos para la protección de la vida sin descuidar el desarrollo académico. Trato de aprovechar las lecciones de la naturaleza para inspirar lo que hacemos en la búsqueda científica. En el programa de doctorado donde trabajo como profesor, invito y desafío a los estudiantes a ser innovadores, a aprender jugando y sin límites. Los niños pequeños son científicos extraordinarios, buscan sin cesar entender el mundo, se encantan con sus descubrimientos y hacen todo sin rebuscamiento ni vanidad. A los adultos también se les puede iluminar los ojos cuando aprenden. Otra área en la que trabajo es la difusión y activismo en el mundo digital.

BE – ¿Cómo nació el trabajo con los Ríos Voladores?
AN – En 1992, los meteorólogos de California acuñaron el término Aerial Rivers [Ríos Voladores] cuando describían los vientos concentrados que llevaban gran cantidad de vapor y generaban lluvia e inundaciones. En 2004, el científico José Marengo describió esos flujos para América del Sur, llamándolos chorros de bajo nivel. En 2006, él mismo los volvió a denominar Ríos Voladores, cuando armamos con el aviador Gerard Moss el proyecto que adoptó ese nombre. Mi trabajo inicial fue de integrador y traductor, haciendo una conexión entre la ciencia y narrativa comprensible y holística.

Gerard recogió esta historia, con su avión y el marketing de la ciencia convertido en aventura para que el concepto gane empuje y entre en el imaginario popular. La historia de los Ríos Voladores logró tamaña popularidad que volvió al origen, captando un interés mayor de la propia academia, que resultó en que los estudios sobre el fenómeno se intensificaran.

BE – ¿Cuál es la forma más sencilla de explicar la importancia de la Amazonia para el equilibrio climático y la vida en el planeta?
AN – Creo que analogías con el cuerpo humano y su funcionamiento son las formas más efectivas para captar la comprensión de la gente respecto al metabolismo de la Tierra. La teoría de Gaia postula que la Tierra, similar a un organismo vivo, contiene sistemas de regulación y mantenimiento de condiciones óptimas para la vida. Los roles desempeñados por el gran bosque en el acondicionamiento de un clima favorable tienen analogías con los pulmones, el sistema endocrino, el corazón, las venas y arterias, los riñones y el hígado.

Cuando algún órgano del cuerpo no funciona bien, la molestia es inmediata. El malestar es una alerta que pretende curar las causas. Cuando un órgano deja de funcionar, hay una amenaza concreta para la vida y la persona necesita atención médica. ¿Cuál hospital podría ayudar al planeta? Son 12.000 kilómetros de diámetro viajando a 108.000 kilómetros por hora en el espacio exterior, cuyos órganos vitales han sido dañados o eliminados. Los bosques y otros ecosistemas son los órganos vitales de Gaia. Llevó miles de millones de años formar y transformar el medio ambiente terrestre, generando condiciones confortables para que el ser humano pudiera surgir y desarrollarse. No hay ningún trasplante o reparación posible para estos órganos climáticos si los perdemos.

 BE – ¿Qué pasaría si la Amazonia dejase de existir? ¿Cuánto tiempo nos queda?
AN – Entre la clara deforestación y degradación forestal, ya hemos perdido casi la mitad de la selva original. Lo más grave es que la degradación de los bosques no proviene sólo de las causas habituales, tales como explotación maderera, ganadería y similares. Ahora, el clima alterado por las acciones humanas está secando los bosques aún intactos, generando un efecto dominó en el que el bosque seco toma fuego y se destruye, lo que modifica todavía más el clima y compromete otras zonas conservadas. En 2009, un periodista me hizo la misma pregunta: «¿cuánto tiempo nos queda?». Respondí, de modo intuitivo, que serían cinco o seis años antes de que los desastres se produjeran en forma exponencial.

Desde 2014, vemos la confirmación de la previsión. Desde entonces, muchos repiten esta pregunta y la respuesta es: ¡se acabó el tiempo! Dada la condena social a la deforestación y a los compromisos de conservación asumidos en las negociaciones internacionales, es increíble que inmensas extensiones de bosque se pierdan por la acción de los seres humanos y extensiones más grandes todavía se están degradando por sequías y fuego. Si queremos evitar la destrucción final de la Amazonia, no podemos hacer más esa pregunta buscando en el futuro. Debemos hacerla a la inversa: «¿hace cuánto tendríamos que haber detenido la destrucción para no perder la Amazonia?». De esta forma, digo que parar la deforestación es para ayer y, dado el avance, únicamente detener la deforestación no será suficiente para paralizar la pérdida del bosque. Se requiere un esfuerzo masivo para restaurar el bosque donde fue destruido. Y es factible: durante los últimos 25 años, China replantó árboles en 800.000 kilómetros cuadrados de territorio, área equivalente a la tala de bosques en Brasil en los últimos 40 años.

BE – ¿Cómo pueden participar los brasileros para proteger la Amazonia?
AN – Sólo estar en contra de la destrucción no es suficiente. Es necesario sacar del poder a los ideólogos de la deforestación, las poderosas elites «ruralistas» que patrocinan la destrucción, que destruyen las leyes de protección en el Congreso, bloquean los órganos de control y coordinan directamente las mafias destructoras. Es necesario que la sociedad se involucre en un cambio radical de los representantes en el Congreso y en el Gobierno, que comience a reclamar por programas de acción de candidatos y partidos, que presione al poder judicial y a agentes de la ley para que practiquen los principios de la Constitución y las leyes de protección medioambiental.

No menos importante y quizás crucial es que cada persona se concientice sobre la procedencia de lo que consume. Ya no podemos seguir comprando soja, maíz o carne de áreas deforestadas y maderas explotadas de forma no sostenible.

BE – Muchos sólo piensan en la Amazonia en término de los servicios ambientales que proporciona, olvidándose que allí hay millones de vidas, humanas y no humanas. ¿Cuál es la importancia de que pasemos a ver el bosque como un todo, en esta etapa de combate? ¿Cómo salir del paradigma materialista cuando el tema es la conservación de la selva?
AN – Una experiencia reservada para pocos seres humanos tiene el poder de despertar corazones adormecidos. Es el ​overview effect, o efecto panorama, que afecta a los astronautas, por lo general provenientes de carreras llamadas duras, como piloto de avión de combate, ingeniero o científico de ciencias exactas. El embudo de los candidatos es grande y el entrenamiento durísimo, puede tomar una década antes del envío de un cohete. Los participantes tienden a ser personas extremadamente racionales. Sin embargo, cuando flotan en órbita, tienen la visión de la diminuta bola de vida azul y verde brillante en la inmensidad negra del espacio, protegida y nutrida sólo por una delgada capa de gas. Tal visión despierta en ellos una conciencia inmediata y emocional de la necesidad de superar las diferencias y luchar por la preservación de la Tierra. Si los astronautas pueden despertar su sensibilidad a partir de la privilegiada visión panorámica, creo que muchas personas pueden lograr lo mismo si conocen el bosque de cerca. Si fuesen revelados los secretos, si pudiésemos también contar con la tecnología espacial para descubrir un overview effect del bosque, creo que saldremos del paradigma materialista y pasaremos a considerar y proteger el bosque como el tesoro más grande de la Tierra.

BE – ¿De dónde viene su seguridad en ver la Amazonia reforestada, viva y protegida?
AN – Creo que, después de la tormenta, pronto el campo estará libre para la restauración. Y todos los que aman la vida van a estar preparados para colaborar en el proceso. Como dicen los caboclos en la Amazonia, ¡el bosque es más grande!

 

Este contenido es promovido en alianza con Instituto Socioambiental (ISA)Greenpeace.