¿Qué tienen que ver los árboles, los insectos y las tradiciones de los pueblos nativos de la selva amazónica con blockchain y secuenciación de ADN? Todo, según un grupo internacional de científicos que propone una nueva forma de salvar la floresta tropical más grande del mundo.

La idea tomó forma con la divulgación en la publicación científica PNAS, del estudio “Uso de la tierra y riesgos del cambio climático en la Amazonia y la necesidad de un nuevo paradigma de desarrollo sostenible”. En el mismo, los investigadores explican cómo el aumento de la temperatura o la deforestación en la región puede conducir a un punto de “savanización” irreversible. Para evitar este escenario, proponen un desarrollo sostenible que alía alta tecnología con la valorización de los conocimientos tradicionales, transformando la biodiversidad de la floresta en productos con alto valor agregado.

Pero, ¿cómo ponerlo en práctica? Para responder a esta y otras preguntas sobre el proyecto – llamado Banco de Códigos de la Amazonia, que ya cuenta con socios como el Foro Económico Mundial –, Believe.Earth conversó con el líder del estudio, el científico brasilero Carlos Nobre, que es miembro de comités científicos nacionales e internacionales en áreas ambientales y climáticas. Fue coautor del Cuarto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2010.

Believe.Earth (BE) – ¿Por qué todavía no hemos encontrado una manera eficiente de preservar la Amazonia?
Carlos Nobre (CN) – Lo que vemos hasta ahora en práctica son dos maneras que no funcionan. La primera es mirar la selva tropical como un lugar de preservación, sin ninguna actividad económica. La segunda, responsable de la deforestación, es verla como una fuente de suministro de commodities (carne y soja, por ejemplo) y recursos naturales (madera y mineral) y de energía, con las hidroeléctricas. Estos dos enfoques se chocan todo el tiempo, e intentar conciliarlos claramente no está funcionando.

BE – Dado este escenario, ¿qué puede suceder?
CN – La Selva Amazónica puede desaparecer o quedar cortada con zonas aisladas. Cuando se mantiene la deforestación, así como la pérdida de biodiversidad, aumentan los riesgos de que estos cambios en el bosque sean irreversibles. Un aumento de 4 °C o una deforestación por encima del 40% del área forestal [la región se calentó 1 ºC en los últimos 60 años y la deforestación está alcanzando el 20%] conducen a un punto crítico que, si se supera, puede causar una savanización a gran escala.

BE – ¿Cuál es la salida?
CN – Nuestra idea es crear una tercera vía, que utiliza tecnología de punta como base para un nuevo modelo de desarrollo sostenible de la Amazonia. Un camino que tiene un sesgo económico, ya que tiene que ser más rentable que la actividad pecuaria, pero es basado en el bosque en pie y valora los activos de la biodiversidad. Para eso, es necesario tener en cuenta que estamos en el siglo del conocimiento. Así que, en lugar de agregar valor a recursos naturales o commodities, utilizamos el inmenso potencial del conocimiento que está presente en todo el bosque.

BR – ¿De qué tipo de tecnología estamos hablando?
CN – Del uso cada vez más accesible de la genética, nanotecnología, inteligencia artificial, internet de las cosas, blockchain [tecnología que funciona como un banco de datos encriptado y de manera descentralizada, es decir, en múltiples computadoras – aumentando la seguridad digital], entre otros. Todo esto, por supuesto, siempre a partir de las necesidades de los pueblos tradicionales del bosque.

El mismo hombre en la foto de arriba, 66 años de edad, cabello y bigote canoso, con gafas, con una camisa de vestir color azul clara, está en la esquina derecha de la imagen. Con la mano izquierda extendida, señala al bosque, en el fondo.

El científico en la Reserva Ecológica de Cuieiras, a 100 kilómetros de Manaos, en la zona de investigación del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA) (Difusión/Volvo Environment Prize 2016)

BE – ¿Cuáles serían las aplicaciones de estas tecnologías en la Amazonia, en el corto plazo?
CN – Comenzamos utilizando tecnologías más sencillas para desarrollar productos de alto valor agregado que le interesan a mercados más amplios, empezando por el resto de Brasil, y luego, ampliándolo a todo el mundo. A ver, no solo estoy hablando de producir materia prima, sino de agregar valor de la misma manera que ocurrió con el açaí, que hoy cuenta con un mercado mundial que mueve miles de millones. Si el propio açaí tiene potencial para crecer aún más, con la comercialización del aceite de sus semillas y del palmito, ya se puede pensar en el potencial del resto del bosque. Es infinito. Pero pocos de estos productos tienen valor de mercado actualmente. Y esto solo se hace invirtiendo en ciencia y tecnología para analizar la biodiversidad, identificar productos potenciales, desarrollarlos, mejorar la cadena productiva, crear estrategias para que lleguen a los mercados y generen ingresos.

BE – Pero todo este proceso, ¿cómo se haría?
CN – Básicamente, con la creación de laboratorios creativos dentro de la Amazonia. Algo diferente de lo que sucede hoy, en que el bosque es solo proveedor de productos primarios. Es posible llevar tecnología a la selva, capacitando a las comunidades, involucrando a los residentes de pequeñas ciudades, población ribereña, indígena y universidades locales. Y para demostrar que la innovación sí puede llegar a la punta del sistema, basta pensar en el celular – una tecnología antes considerada inaccesible y hoy utilizada por estas poblaciones.

BE – ¿En qué fase se encuentra la implementación de estos laboratorios y cómo van a funcionar?
CN – Estamos buscando recursos, ya que cada uno de ellos cuesta, en promedio, 200.000 dólares, más los gastos operacionales. Tenemos algunos estudios piloto. Estos laboratorios serán espacios para desarrollar nuevos productos basados en la biodiversidad y diferenciales para el mercado. Y también van a perfeccionar la cadena productiva. Todo esto junto con la comunidad, en un ambiente de mucho intercambio de información. Nadie vendrá con ideas predefinidas. Lo primero es ver siempre lo que necesita la comunidad. La idea es también tener el espíritu de innovación de los estudiantes locales, de startups y del sector privado.

Serán polos de tecnología, bioindustrias que generarán ingresos sin destruir el bosque y tendrán el potencial de ser mucho más fuerte que la economía actual, que no es sostenible, ya que se basa en el uso de los recursos naturales.

BE – ¿Qué otros ejemplos existen además del açaí?
CN – Una sustancia llamada spilanthol, que se encuentra en el jambu [planta común en la Amazonia], y ya fue descripta en varias patentes de pasta de dientes, antiinflamatorios, anestésicos y antiarrugas. Aceites esenciales como el de copaiba, muy recolectada en toda la región, y el de nhandiroba pueden ser utilizados en muchos medicamentos y cosméticos. Ya el bacurí [fruta de la Amazonia] puede utilizarse para hacer helado.

BE – ¿Cómo mantener ingresos procedentes de estos productos, en el mercado mundial, de la mano de quien lo cosechó? ¿Los laboratorios serían una alternativa para detener la expoliación de los pueblos que poseen los conocimientos tradicionales del bosque y los recursos, como sucede hoy en día?
CN – Exacto. Por supuesto que tenemos algunos avances en este punto en Brasil. En la lucha por la creación del Protocolo de Nagoya [acuerdo internacional que reglamenta el comercio entre el país que provee recursos genéticos y el que los utilizará], Brasil jugó un papel importante. También hay que citar la Ley de Biodiversidad brasilera, que, en el discurso, es positiva. Sin embargo, en la práctica, todavía no encontramos un mecanismo para valorar a las comunidades tradicionales. Esta ley, además de burocratizar excesivamente el proceso, termina trasladando un valor muy pequeño, un máximo de 1% como reparto de beneficios. Y, para mí, el conocimiento tradicional tiene un valor mucho más alto.

Con el açaí, solo el 15% del valor de toda la cadena queda en las manos del productor. Es por eso que no creo en la visión de que hay países con potencial de proveedor de biodiversidad y otros que se aprovechan de esos activos. De ahí que exista la necesidad de crear estas industrias de biotecnología en Brasil y, especialmente en la Amazonia.

BE – Su proyecto surgió a partir del artículo científico publicado en PNAS y luego pasó a llamarse Banco de Códigos de la Amazonia. ¿Por qué?
CN – Porque otro producto de este proyecto, además de los laboratorios y la investigación de biomimética [leer abajo], es desarrollar una plataforma digital pública para registrar y mapear el genoma de todas las especies de la Amazonia. Sabemos que el conocimiento del genoma tendrá en el futuro un alto potencial económico. Por lo tanto, se almacenará en blockchain. Cada país de la Cuenca Amazónica va registrando la secuenciación genética de sus especies, creando una reserva de conocimiento.

BE – ¿Qué informaciones se registrarán en este banco de códigos?
CN – El origen, los derechos y las obligaciones vinculados a ese activo para rastrear su uso. Cualquier persona que quiera utilizar esta información, paga una especie de royalties al país que la depositó [a través de un método de pago registrado en blockchain llamado smart contract], facilitando la división justa de los beneficios para los poseedores de recursos y conocimientos tradicionales. Esto serviría también para frenar la biopiratería y como un incentivo para que los países amazónicos preserven el bosque y su biodiversidad.

BE – Usted afirma que Brasil debe tener la ambición de ser el primer país tropical desarrollado del mundo, con un modelo propio, y que uno de los caminos para eso es la capacidad científica y tecnológica. ¿Por qué eso es esencial?
CN – En los países desarrollados, mucho del progreso viene de la capacidad de industrializarse. Por eso defiendo la unión de esfuerzos de los sectores público y privado, academia y, por supuesto, de los pueblos de la floresta. Solo así será posible proteger la Amazonia.

 

Este contenido es promovido en alianza con Instituto Socioambiental (ISA) y Greenpeace.