El poder del viento como productor de energía es un viejo conocido de la humanidad. Las primeras turbinas capaces de transformar el aire en electricidad fueron creadas a finales del siglo 19. Pero solo a partir de 1970, con la crisis del petróleo y los altos precios de los combustibles fósiles, la función comenzó a ser más utilizada. Poco a poco, los avances tecnológicos han hecho turbinas cada vez más eficientes y ese tipo de generación de energía se ha convertido en económicamente interesante.

Hoy en día, al menos 83 países utilizan la energía del viento comercialmente, con más de 300.000 generadores que responden aproximadamente al 4% de la demanda de electricidad en el planeta. Estos números fueron recogidos por los científicos que forman parte del proyecto Drawdown: the most comprehensive plan ever proposed to reverse global warming (Drawdown: Drawdown: el plan más completo jamás propuesto para revertir el cambio climático, en traducción libre), que el ecologista Paul Hawken convirtió en libro. «Europa produce 160 gigavatios de electricidad al año en sus parques eólicos, lo que representa el 10,4% de toda la electricidad consumida en la Unión Europea», explica Joël Meggelaars, de Wind Europe, una asociación de la industria de la energía eólica en la Unión Europea. «El número fue de 85 gigavatios en 2010, lo cual significa que la capacidad se ha duplicado en seis años», afirma, agregando que este mercado genera 330.000 puestos de trabajo en el continente.

Se pueden instalar parques eólicos en el mar – una opción más cara, pero permite el uso de los vientos marítimos – o en tierra firme, donde llegan a enfrentar resistencia popular debido al impacto visual o al ruido de las turbinas. El equipo ocupa una pequeña área de tierra, alrededor del 1%, dejando el suelo libre para la agricultura, pastizales o incluso la creación de un área de preservación ambiental.

Tres vacas con manchas marrones están de frente a la cámara, sobre el pasto. Al fondo, en el lado derecho de la foto, un aerogenerador blanco, y el cielo nublado.

Vacas pastando en un parque eólico en Wesselburener Deichhausen, en Alemania (Dirk Ingo Franke/Wikimedia)

CÓMO INCENTIVAR LA ENERGÍA EÓLICA
La vocación verde de las estancias de viento es evidente. Producen electricidad de forma limpia sin emitir gases contaminantes a la atmósfera, pero dependen de factores meteorológicos para funcionar. Por lo tanto, es importante que el sistema opere conectado con distintas fuentes de energía para compensar una posible falta de viento o cubrir incrementos en la demanda. «Es necesario que haya reglas claras acerca de qué otras fuentes se utilizarán en cada situación, para evitar desperdicio de energía limpia. Idealmente, los combustibles fósiles deben ser la última opción en la matriz energética de un país», dice Joël.

Para desarrollar la producción de energía eólica es necesaria, además de viento, voluntad política. «Logramos establecer parques eólicos en Portugal porque teníamos objetivos claros para la producción de energías renovables y un proceso de licenciamiento simple y rápido», dice António Sá da Costa, Presidente de la Asociación de Energías Renovables de Portugal (APREN). En ese país, las turbinas de viento son responsables del 25% de toda la producción de electricidad que abastece a la población. La iniciativa portuguesa logró atraer a inversores y empresas para fabricar internamente las turbinas, lo que ayudó a impulsar la economía. Hoy en día, estas empresas exportan equipamiento para otros países.

Se trata de una inversión a largo plazo, que requiere estabilidad política y económica. «El costo de financiar la construcción de turbinas eólicas es mayor en países donde las leyes de incentivo y subvenciones cambian constantemente, porque este mercado es considerado como una inversión riesgosa», dice Joël. «Es por eso que construir un parque eólico en Alemania sale más barato que uno en Rumania, por ejemplo.»

En el extremo superior izquierdo, el título “Energía eólica”, en mayúscula, y el subtítulo “Crecimiento de producción y consumo a lo largo de los años en Europa”, en letras negras sobre fondo blanco. Debajo, un gráfico de barras, ascendente de izquierda a derecha, con las barras en forma de aerogeneradores, marcando, respectivamente, los años y la cantidad de parques eólicos terrestres: 1995 - 2; 2000 - 13; 2005 - 38; 2010 - 80; y 2016 - 141. Los números referentes a la cantidad de parques eólicos marítimos son, respectivamente: 0; 0; 3; 5 y 13. Finalmente, el porcentaje de consumo de energía generada por el viento es, respectivamente: 0%, 1%, 3%, 5% y 10,4%. En el extremo inferior derecho están, en letra gris pequeña, los créditos: Fuente: Wind Europe; Arte: Bruno Gomes de Andrade/Believe.Earth.

 

El gran impulso para el crecimiento de las energías renovables en Europa tuvo lugar en 2009, cuando la UE estableció que, hasta 2020, el 20% de toda la energía del continente debería proceder de fuentes renovables, como eólica, solar e hidráulica. Desde allí fueron establecidas las metas para la construcción de parques y la producción de energía.

En la actualidad, el 29% de toda la electricidad usada en la Unión Europea proviene de fuentes renovables, lo que representa aproximadamente el 15% de la demanda de energía total, según datos de la Unión Europea. La tendencia es que siga creciendo la producción de energía eólica en el continente. Las nuevas metas para el año 2030 establecen que un 27% de toda la energía utilizada en la región provenga de fuentes renovables, lo cual equivaldrá a la mitad de toda la electricidad consumida.

La energía eólica es una opción tan interesante que algunas empresas en busca de credenciales de empresa verde, compran el recurso directamente de las estancias. «Este tipo de contrato garantiza una demanda constante para los productores y conduce a la construcción de nuevos parques para atender a los clientes corporativos», dice Joël Meggelaars, de Wind Europe.