El carioca João Baptista sabe todo de Plantas Alimenticias No Convencionales (PANCs), vegetales con alto valor nutricional que muchas personas juran que es maleza. Residente de Chapéu Mangueira, comunidad del sur Río de Janeiro, el jubilado cultiva frutas, legumbres, verduras y especias en el hogar. «Mi huerta es pequeña, con cerca de 6 metros cuadrados», dice. «Hay albahaca, cilantro, hierba de limón, toronjil, limoncillo, PANCs como cerraja, capuchina y alegría del hogar. Ahora, estoy a punto de cosechar zapallo».
João cambia carne roja por berenjena y hace ensalada con plantas medicinales que toma de los canteros que mantiene en la laja. La intimidad que desarrolló con su miniplantación sobre el concreto hace que el ideal de cultivar y cosechar sus propios alimentos parezca accesible para cualquier persona. Y es que el secreto es comenzar pequeño, con especias y verduras, dice la bióloga Danielle Souza.
Como especialista en educación ambiental, aprendió mucho de la sabiduría convencional de las plantaciones con João Baptista, con quien divide la tarea de enseñar a los alumnos en los talleres de Favela Orgânica, proyecto educativo que ayuda a difundir la cocina afectiva y sostenible en Río de Janeiro y en otras ciudades de Brasil y del extranjero.
Para Danielle, los beneficios de tener una huerta van más allá de llevar al plato ingredientes sin veneno y sin perjuicio para el medio ambiente. «Es una manera de aliviar el estrés, reducir el consumo de ultraprocesados y los embalajes de estos productos y equilibrar el presupuesto familiar, suprimir el gasto en frutas y verduras», afirma. Cultivar un menú en casa también colabora para reducir el desperdicio de alimentos.
Cada año, 1300 millones de toneladas de alimentos se desperdician en el planeta, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Para producir este alimento que no llega a la mesa de nadie se consumen 250 billones de litros de agua para riego y 1400 millones de hectáreas de tierra y sigue generando 4,4 toneladas de dióxido de carbono, de acuerdo con la FAO. Las pérdidas cuesta 900.000 millones de dólares.
El camino para la reducción de residuos puede comenzar dentro de casa, por la alimentación sostenible. No sólo con la compra y el consumo consciente, sino también con el aprovechamiento de tallos, cáscaras y semillas, el uso de partes no comestibles en la producción de abono orgánico. y el cultivo de una huerta. El tamaño y la ubicación de los canteros domésticos dependerá de la superficie disponible y de lo que se plantará. Se puede comenzar con pequeños recipientes para plantar hierbas usadas como té o especias, como enseña Danielle.
Otra opción es plantar hortalizas más grandes como zanahoria y col, en baldes, latones y cajones de feria, con espacio para que las raíces crezcan. «Lo mejor de una huerta casera es siempre tener a mano lo que más te gusta», dice Danielle.
- Conoce aquí la cantidad de recursos hídricos usada para producir varios artículos consumidos en el día a día (en inglés).
- Los alimentos que hacen bien para su salud y degradan menos el medio ambiente se encuentran en esta guía (en inglés) creada por el Centro Barilla de Alimentación y Nutrición (BCFN).
- Un análisis hecho en los Estados Unidos detectó la presencia de pesticidas en los alimentos consumidos por los estadounidenses, incluso después de lavados y pelados. La lista completa, con 48 artículos, puede verse aquí (en inglés).
El desperdicio de comida es un problema complejo, con causas que varían enormemente de un país a otro. Para obtener más información, se puede leer aquí y aquí (en inglés) la radiografía de la FAO sobre estas pérdidas y su impacto sobre la naturaleza.