Inhotim es conocido internacionalmente por albergar una de las más importantes colecciones de arte contemporáneo. La fama es justa, pero el instituto tiene otra riqueza. Este espacio en el que el Cerrado (sabana brasilera) se une con la Mata Atlántica (Bosque Atlántico) en Brumadinho, municipio de Minas Gerais a 60 km de Belo Horizonte, es también un jardín botánico con 5000 especies, que representan el 28% de las familias de plantas conocidas en el mundo. Las brasileras tienen mayor número allí, especialmente las más amenazadas por la fuerte presencia de las industrias mineras, como las palmeras. La presión para deforestar y explorar el suelo es grande en la región. Inhotim se encuentra en una zona conocida como Cuadrilatero Ferrífero, donde está una de las más grandes reservas de hierro del mundo.

Proteger el verde de los intereses económicos es un desafío global. Por esta razón la conservación de la diversidad genética de la flora en jardines botánicos ha sido tan relevante. Ya hay más de 3000 parques de conservación en 180 países, según la red internacional de jardines botánicos (Botanic Gardens Conservation International – BGCI). En Brasil, son 21. En conjunto, contribuyen a combatir el cambio climático, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una serie de acciones que orientan las políticas nacionales e internacionales de los países miembros de las Naciones Unidas en varios campos.

PODER NATIVO
Uno de los proyectos más importantes realizados en Inhotim es el desarrollo de soluciones para la replantación de especies nativas en zonas degradadas, en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente. Los investigadores hacen la germinación controlada de semillas y plantío en invernaderos.

En Brasil, la revegetación se realiza a menudo con especímenes exóticos, como pinos y eucaliptos y pasto brachiaria. El problema es que estas plantas no dejan espacio para que las nativas crezcan – por lo que la diversidad genética se ve comprometida. «En el corto plazo, las exóticas recuperan el área, pero no traen la biodiversidad y la fauna de vuelta a la región, beneficio que hemos logrado con especies nativas», dice Patricia Oliveira, investigadora y coordinadora del proyecto Fundo Clima en Inhotim. La replantación de la flora original es una tarea que exige tiempo y persistencia. «Toma de dos a tres años obtener una recolección de semillas satisfactoria, buena o suficiente para tener gran diversidad», dice Patricia. «Además de eso todavía faltan estudios sobre procesos de germinación. Es un desafío, pero también una ganancia».

Además de los beneficios para el medio ambiente, preservar el verde en espacios abiertos para la visita tiene una función social. «Acercar a las personas a la biodiversidad es una forma de fomentar su cuidado y el conocimiento de la riqueza ambiental», afirma Lucas Sigefredo, director del Jardín Botánico Inhotim.

El deseo de generar reflexiones sobre el impacto del cambio climático ha llevado al instituto a hacer una alianza con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La sede del Banco en Washington, albergará hasta el día 13 de octubre de 2017 la exposición “Inhotim: at the Crossroads of Glocal Change” (Inhotim, en la encrucijada del cambio local y global, siendo la palabra «glocal» un acrónimo de «global» y «local»). Son obras de la colección de arte contemporáneo del museo y experiencias audiovisuales inspiradas por los jardines del parque, con trabajos de Iran de Espírito Santo, Luiz Zerbini, Olafur Eliasson y Vik Muniz. «Cuando le llevamos al público temas relacionados con la conservación de especies vegetales en peligro de extinción, llamamos la atención también acerca del problema central, que es la deforestación», afirma Juliana Salles Almeida, experta de la División de Cambio Climático del BID.

CONOCIMIENTO NACIONAL
São Paulo y Río de Janeiro acompañan los avances de Brumadinho y desarrollan hace años acciones que arrojan luz sobre la importancia de cuidar el verde. «Investigamos para monitorear cómo el cambio climático actúa en la vegetación y en las algas de los lagos», dice Domingos Sávio Rodrigues, director del Centro de Investigación Jardín Botánico y Reservas del Instituto de Botánica de São Paulo. Uno de los análisis llegó a la conclusión de que todas las plantas nativas sometidas a la alta concentración de dióxido de carbono tuvieron cambios en el crecimiento.

La imagen muestra dos estructuras arquitectónicas blancas, de forma triangular redondeada y la mayor parte de vidrio, destinadas a ser jardines invernadero. Frente a ellas, más cerca de la cámara, hay un lago artificial con bordillo gris, rodeado por un camino de paseo, de cemento, rodeado a su vez por pequeños arbustos podados. Al fondo, palmeras y otros árboles altos.

El Jardín Botánico de São Paulo fue reconocido oficialmente en 1938: llevar al público cerca de la naturaleza es ganar aliados del verde (Cibele Boni de Toledo)

En la capital fluminense, el Jardim Botânico do Rio de Janeiro produce y dona plántulas para reforestación e investigación. La institución fue la representante brasilera en el festival internacional de difusión científica Pint of Science, que se produjo simultáneamente en 11 países y en más de 100 ciudades. Creado hace cuatro años en Inglaterra, el evento pretende democratizar el acceso de la población a la ciencia.