¿Te imaginaste conocer las peculiaridades de cada árbol de la calle? ¿Y de toda la ciudad? Es lo que propone el proyecto Arborização Urbana (Arborización Urbana), que está construyendo una nueva percepción del parque arbóreo de Bagé, a 380 kilómetros de Porto Alegre (RS). Además para el inventario de las especies, el grupo promueve la educación ambiental en el municipio y ha implementado una nueva tecnología para llevar a la comunidad local hacia la naturaleza: parte de los árboles catalogados reciben un QR Code para «conversar» con sus visitantes.

Creado a partir de las ganas de la pareja de agrónomos Tanira e Norton Sampaio de proteger y defender los árboles, el proyecto reúne a universidades, organizaciones civiles y a la prefectura de la ciudad. Pero no siempre fue así. «Cuando empezamos, hace al menos diez años, nos dimos cuenta de que nuestro parque fue diezmado sin ninguna interferencia de la prefectura. Recurrimos al Ministerio Público y a varias instancias durante al menos dos años, hasta que conseguimos activar la Comisión de Arborización Urbana, que ya estaba prevista en la legislación”, dijo Tanira. Para componer la comisión, la pareja hizo un peregrinaje por instituciones locales, buscando a aquellos que podrían compartir la idea de proteger al medio ambiente.

En las andanzas en busca de socios, Norton conoció a la bióloga y Magíster en Ecología Vegetal, Vanessa Rosseto, quien sugirió la construcción de un inventario de árboles, documento de catalogación de los árboles que podría ser recomendado a la prefectura como un instrumento de gestión pública. Algunas preguntas nortearon el trabajo. «¿Qué árboles tenemos en Bagé? ¿Cuáles especies? ¿Cómo es la salud de esos árboles? ¿Necesitan poda?», dice la bióloga.

Para dar abasto con el volumen de información, cada institución involucrada en el proyecto de investigación era responsable de la asignación de una parte de la ciudad. Los socios eran la Universidade Federal del Pampa (Unipampa), el Instituto Federal de Educação Ciência e Tecnologia Sul-rio-grandense (IFSUL), la Facultad IDEAU, Ecoarte y el Instituto de Permacultura do Pampa (Ipep). En 30 meses, el inventario con información sobre más de 3.000 árboles estaba en manos de los representantes del poder público por iniciativa voluntaria, sin compensación financiera.

La propuesta sensibilizó al biólogo Rodrigo Kanaã, responsable de la arborización urbana de Bagé.

«No apreciaba los árboles. Sabía que la poda drástica estaba mal, pero no alimentaba el cuidado, consideración y afecto que hoy tengo con ellos«.

Kanaã ahora acompaña a los funcionarios a llevar a cabo la poda y plantación para dirigir el trabajo. No hay un gajo retirado sin su supervisión.

LA NUEVA GENERACIÓN
Para revertir la creencia de la población de que los ciudadanos son dueños de los árboles y que pueden servirse de ellos como quieran, la forma más efectiva encontrada por los creadores del proyecto fue promover la educación ambiental desde la infancia. «Si hablamos con los niños y comparten la información con los adultos, multiplicamos la concientización e incluso creamos una generación que crecerá en armonía con el medio ambiente”, dice Norton Sampaio.

La foto muestra el tronco de un árbol con una pequeña placa circular de fondo blanco con un código QR en negro, el nombre del árbol y un número, en color negro. A la izquierda, las manos de una persona de piel morena sujetan un celular negro con la cámara hacia la placa. Al fondo, el cielo azul claro y las ramas del árbol, desenfocadas.

QR Codes permiten que los visitantes “conversen” con los árboles de una plaza en Bagé (Mickael Freitas/ Believe.Earth)

La Arborización Urbana se aplica en seis escuelas de Bagé y tiene una metodología propia, que luego se podría extender a cualquier institución educativa. «Se divide en tres ejes: la sensibilización, en donde buscamos despertar la mirada entusiasta de la gente sobre los árboles y sus interacciones; la gestión, en la que hablamos acerca de las prácticas culturales sostenibles y las inadecuadas, como la poda; y la producción de plántulas, donde enseñamos a hacer desde la recolección de semillas”, afirma la bióloga y secretaria ejecutiva, Ketleen Grala, una de las responsables del proyecto. Las plántulas se otorgan sólo después de analizar su destino, «para asegurarse de que no aumente el número de árboles plantados inadecuadamente y que terminan convirtiéndose en un problema,» dice Ketleen.

La auxiliar de limpieza Rosana Lopes, quien trabaja en una de las instituciones beneficiadas por la Arborización Urbana, conoció la iniciativa por casualidad – o destino. Rosana fue a la reunión de la presentación de la propuesta representando a la Fundación Bidart, puesto que los directores y docentes no podían asistir. «Volví encantada con la idea porque tocó mi ideal de vida», dijo Rosana.

Incluso la manera en cómo ella recorre el camino entre su casa y el trabajo cambió. Antes, Rosana caminaba desconectada de los alrededores. «Pasé a mirar la vegetación, a descubrir las flores», cuenta. La importancia de refinar la percepción del verde está siendo transmitida a profesores y alumnos. Se quedaron muy atentos a los árboles de caqui de la escuela, que reciben un color naranja en otoño.

El mismo tronco de árbol de la foto anterior, con la pequeña placa circular, está más alejado, en el centro de la foto. A la derecha del tronco, una joven de piel blanca y pelo liso, largo y castaño sujeta un celular negro y mira a la placa. La joven viste una camisa azul claro bajo un jersey azul marino. Al fondo, el follaje verde de otros árboles, desenfocado.

La pasante Rennata Oliveira propuso el uso de la tecnología para la identificación de los árboles de Bagé (Mickael Freitas/ Believe.Earth)

Así como los frutales de la Fundación Bidart, muchas otras especies se extienden por toda la ciudad y son poco conocidas. Para informar sobre esta vegetación, el proyecto avanzó con la colocación de QR Code en los árboles de una de las plazas de Bagé. La idea fue traída por Rennata Oliveira, pasante del proyecto de extensión de Arborización Urbana. «El código dirige a la persona a un enlace de nuestro sitio, que simula, con un lenguaje bien gaúcho (lenguaje del sur de Brasil), un diálogo entre el visitante y el árbol sobre sus características», detalla Behnam.

Los planes de los colaboradores del proyecto son implementar QR Code en todo el patrimonio arbóreo y construir guiones para la visita de esas plantas segmentado, por ejemplo, por especie, edad, belleza e importancia para la región. Hasta entonces, el personal de Arborización Urbana aspira a hacerse con uno de los pasos más importantes de este viaje: implementar un Código de Arborización Urbana, una ley que regiría los temas verdes y daría voz a aquellos que se han dado cuenta de que cada árbol tiene una historia que contar.