En una época marcada por la desilusión con los políticos y partidos, personas con diferentes perfiles socioeconómicos y culturales están derribando las estructuras arcaicas que dictan las normas de la política en América Latina. Con una nueva forma de actuar, están contribuyendo al rescate de la política como medio de transformación.

Este es el contexto de la investigación Emergencia Política en América Latina, realizada por el Instituto Update, una asociación civil sin fines de lucro fundada por cuatro jóvenes activistas de la escena política y social en Brasil. La investigación partió de un primer relevamiento, realizado en el año 2016 por Update, que mapeó 700 prácticas disruptivas, que ayudan a reducir los límites entre la sociedad y el poder público en los países latinoamericanos.

Para conocer más sobre estas iniciativas y a las personas que las hacen suceder,, Beatriz Pedreira y Rafael Poço, cofundadores e investigadores de Update, anduvieron 30.000 km visitando 11 países: Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Uruguay. Durante un año, entrevistaron a 250 líderes que trabajan en gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales y colectivos o son activistas informales en esos territorios.

Todo para comprender los ecosistemas de innovación política existentes en la región y cómo las personas se insertan. “A pesar de que Brasil es el país más influyente en América Latina, apenas nos vemos como latinoamericanos y no tenemos claro nuestro papel en la región”, dice Beatriz.

En las entrevistas, los investigadores buscaron información sobre las trayectorias de estas personas y cómo ven el futuro. Entre las 700 iniciativas mapeadas, fueron seleccionadas prácticas de innovación que tienen como premisa la reducción de las desigualdades sociales, políticas y económicas. “Democracia y desigualdad son incompatibles”, afirma Beatriz. “Para que haya democracia, es necesario aumentar el poder de la voz y la pluralidad de la sociedad”.

Profundizando en el conocimiento de estas personas e iniciativas, el estudio identificó el origen de este tipo de sujeto actuante que emerge en la escena latinoamericana. Proviene de dos hechos históricos importantes: el proceso de redemocratización política que puso fin a las dictaduras militares que marcaron la región en las décadas de 1950 a 1970 y la aparición de internet, que trajo un sentido de colaboración nunca antes visto.

La generación del período post-redemocratización se pone en movimiento, dando lugar a la ola de manifestaciones que estalló en varios países de la región en los años 2000. Despertados para la acción, los jóvenes experimentan nuevas herramientas y formatos de actuación, haciendo una política basada en la experimentación, cocreación y de participación ciudadana.

Un hombre joven, de semblante tranquilo, de ojos oscuros y pelo oscuro corto, sostiene un micrófono con su mano izquierda, cerca de la boca. Utiliza una camisa a cuadros manga larga, de color blanca y roja. Él está mirando ligeramente a la derecha y está más a la izquierda de la imagen. El fondo está fuera de foco.

Pedro Kumamoto, primer diputado independiente elegido en México, en acto en el Parque Calma, en Jalisco, en julio (Difusión/Azahara Cortés)

(RE)IMAGINAR LA POLÍTICA
El gran descubrimiento de la investigación es el rescate de la imaginación política de la región. A través de las leyes, las acciones públicas o presión social, las iniciativas estimulan la participación de la población con el fin de transformar el sistema y romper el círculo vicioso que puso a los ciudadanos de un lado y, del otro, a la política.

Otro dato relevante es que ese movimiento está pautado por nuevos paradigmas. En lugar de la jerarquía y la competitividad de la política convencional, prevalece el trabajo en red y la cooperación. En lugar de la polarización, el afecto. En lugar de la burocratización e imposición, la creatividad y empatía.

Una iniciativa muy representativa viene de México: Wikipolitica, un colectivo de jóvenes que está presente en 10 estados y alienta a los ciudadanos independientes a postularse en cargos públicos. En el país, es posible presentar candidaturas sin partido a las elecciones. En 2014, el activista Pedro Kumamoto, en ese entonces con 25 años, se convirtió en el primer político independiente elegido en México, apoyado por Wiki. La campaña, que costó 20.000 dólares, fue costeada por financiación colectiva.

Elegido diputado por el estado de Jalisco, creó una oficina colaborativa, con decisiones tomadas entre los miembros del equipo. A lo largo del mandato, que sigue hasta octubre de 2018, Pedro renunció al 70% de su salario – el recurso se destina a un fondo que invierte en el empoderamiento de los sectores más vulnerables de la sociedad.

En 2018, Pedro se postuló a una banca en el Senado con la plataforma política “Vamos a Reemplazarles”, construida colectivamente. A pesar de haber conseguido casi 1 millón de votos y haber sido el senador más votado en Jalisco, no logró ser electo.

“Seguiremos luchando y creando mecanismos de presión social para influir en la toma de decisiones”, dijo Pedro Kumamoto en entrevista con Believe.Earth. Se utilizarán, para eso, los recursos de participación ciudadana propuestos por él y aprobados por el Congreso de Jalisco en 2016. Uno de estos recursos es la revocación de mandato en caso de que el parlamentario no cumpla sus promesas hasta la mitad del período en el cargo.

Marcha de mujeres por el derecho al aborto legal en Argentina, en 2018 (Facebook Ingrid Beck/Prensa Obrera)

Una de las características más llamativas de esta nueva forma de hacer política es el uso de internet y las redes sociales como una herramienta de movilización. El movimiento Ni Una Menos, que despertó una ola feminista en América Latina, se inició en 2015, en Argentina, con un mensaje publicado en Twitter por una periodista ante la noticia de femicidio de una adolescente embarazada, asesinada por su novio. La publicación se hizo viral y llevó la indignación del mundo virtual al real. En junio de 2015, una multitud estaba en las calles, en Buenos Aires, marchando para poner fin a la violencia contra las mujeres. El movimiento ganó fuerza en otras ciudades del país y rompió la frontera argentina, generando una ola de manifestaciones en otros países de la región. 

En Colombia, un gobernador electo en 2016 viene llamando la atención sobre el hecho de que se puede hacer una política diferente. Tan pronto como asumió el cargo en la provincia de Nariño, en el sur del país, Camilo Romero Galeano convocó a la población a construir colectivamente el plan de gobierno. Más de 31.000 personas fueron involucradas en el proceso, con el uso de metodologías de cocreación e innovación.

Un hombre y una mujer están hablando. El hombre está a la izquierda, mientras que la mujer está a la derecha. Viste una camisa clara y chaqueta oscura por arriba, ella lleva una blusa color rosa, blanca y negra. La mujer señala con el brazo izquierdo para el lado derecho de la imagen; en su mano derecha, lleva una radio. En el fondo hay un campo abierto, con colinas y un área verde.

El gobernador de la provincia de Nariño, en Colombia, Camilo Romero Galeano (Difusión/Fernando Guacas)

“Abrimos la administración, mostrando cómo funciona y qué hace”, dice el gobernador, en una entrevista con Believe.Earth. “Escuchamos a aquellos que conocen la realidad de nuestra región y saben qué necesitan y qué pueden hacer por sus comunidades”.

Cada semana, Camilo difunde los avances del plan de gobierno y sale a las calle para dialogar con la población. Para profundizar la participación, fueron creados mecanismos como el Centro de Innovación Social de Nariño, un laboratorio en el que los ciudadanos ayudan a encontrar soluciones a los desafíos de ese estado que convive con el conflicto armado y el narcotráfico y tiene uno de los peores índices de desarrollo del país.

“Hasta ahora, más de 50.000 personas participaron y votaron para elegir los proyectos más beneficiosos para sus comunidades y decidieron los destinos de las inversiones públicas que suman 50.000 millones de pesos”, resume el gobernador.

CREATIVIDAD Y EMPATÍA PARA GOBERNAR
La creación de laboratorios de innovación es una tendencia recogida por la investigación en varios países de América Latina. En Chile, el Laboratorio de Gobierno, creado en 2014, además de impulsar la innovación en los servicios públicos, funciona como una incubadora de nuevos negocios que generan soluciones sostenibles para los desafíos del gobierno.

El perfil de un hombre joven, blanco, de cabello oscuro corto, ojos oscuros y barba. Viste una camisa a rayas clara, azul y blanca. Tiene un semblante tranquilo. La imagen enmarca su cabeza y el cuello del hombre. El fondo claro está fuera de foco..

Roman Yosif, cofundador y director ejecutivo del Laboratorio de Gobierno de Chile desde abril de 2018 (Difusión | Roman Yosif)

“La lógica es tener al usuario en el centro del desarrollo de cualquier herramienta o servicio que el estado está entregando a la gente”, explica Roman Yosif, cofundador y director ejecutivo del Laboratorio de Gobierno de Chile. “Es una nueva forma de hacer el diseño y la gestión de políticas públicas, en la cual, el estado interactúa con las personas dentro de una lógica de cooperación”.

Hasta ahora, 114 soluciones fueron incubadas, involucrando 375 instituciones de fuera del estado y 424 instituciones de la Red de Innovadores Públicos de Chile, que aglutina a funcionarios de todo el país – 29 de ellas están en plan piloto y nueve ya fueron implementadas.

Una de ellas permitió que más de 5 millones de personas con diabetes puedan hacer el examen de prevención de la retinopatía diabética sin la presencia de un oftalmólogo. “Utilizando inteligencia artificial, democratizamos el acceso al examen preventivo, que se veía obstaculizado por la exigencia de la presencia física del especialista”, dice Roman.

Hay varias acciones en diferentes países. En todos los frentes – desde las oficinas políticas a las asociaciones en las periferias – hay gente dispuesta a demostrar que la innovación política no es un discurso, sino una realidad que surge cuando actuamos colectivamente.