Inna Hudaya era una estudiante de medicina de 22 años cuando tuvo un embarazo no deseado. Por la política del campus, sería expulsada de la universidad. Por las leyes de su país, Indonesia, no tenía derecho a realizar un aborto. Para su familia, religiosa y adepta al Islam, el sexo fuera del matrimonio y el embarazo equivalían a vergüenza y humillación. Inna entonces hizo lo que millones de mujeres hacen en todo el mundo y recurrió a un aborto clandestino, sin anestesia ni analgésicos. Se endeudó para pagarlo y creyó que iba a morir. Tuvo depresión, dejó la facultad, fue abandonada por su novio y durante años se sintió culpable y humillada.

Cuatro años después, en 2007, creó un blog y decidió compartir su historia. El intercambio con otras mujeres que habían pasado por experiencias similares la alivió y la motivó a crear un servicio de asesoramiento sobre síndrome post-aborto, con una línea de ayuda (hotline). Unos años después, Samsara se convirtió en la primera organización en Indonesia que ofrecía información directa, imparcial  y completa sobre embarazo no deseado, orientando a mujeres sobre sus opciones: tener el bebé, entregarlo en adopción, realizar un aborto seguro.

Además de la línea de ayuda, Samsara tiene páginas web, aplicaciones y una plataforma online de chat en la que consultores, formados siguiendo los protocolos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), contestan preguntas. La línea directa recibe cerca de 600 llamadas al mes y la página tiene más de 10.000 visitas mensuales.

En Samsara no se realiza la interrupción del embarazo, pero el servicio ofrece información sobre dónde obtener de forma segura la píldora abortiva, cómo usarla y cómo lidiar con posibles complicaciones. Los consultores también indican a médicos dispuestos a realizar abortos quirúrgicos.

Inna también creó la Escuela de Salud Sexual y Reproductiva (SRHS en sus siglas en inglés), en la que jóvenes reciben educación sexual y pueden hablar abiertamente sobre su cuerpo, sexo y sexualidad. Aproximadamente 8.000 personas de toda Indonesia han participado en las sesiones de la escuela.

En entrevista para Believe.Earth, Inna Hudaya, que tiene hoy 36 años, nos contó sobre su trabajo, cómo superó la depresión y la importancia de la lucha feminista. “No existe igualdad si la mujer no tiene autonomía sobre su cuerpo. Esto aún es y siempre será nuestra batalla”.

Believe. Earth (BE) – ¿Tú o alguien de tu equipo ha tenido alguna vez algún problema con el gobierno o la policía?
Inna Hudaya (IH) –
Nunca hemos tenido una situación grave con la policía o el gobierno. Nos han entrevistado diversos vehículos de ámbito nacional, incluyendo programas de televisión, y estas publicaciones nos han ayudado a divulgar nuestro perfil de forma positiva. Usamos diferentes estrategias de divulgación, en función del público o de la situación política (por ejemplo durante elecciones locales o nacionales).

Nos presentamos como una organización que ofrece información y asesoramiento sobre embarazos no deseados, no necesariamente para el aborto, además de salud materna, mortalidad materna y matrimonio prematuro. Con organizaciones basadas en la fé, abordamos temas de relaciones saludables y violencia contra la mujer – todo el mundo quiere salvar la vida de las mujeres y ayudar a sus hijos a evitar el sexo sin protección. Con el público objetivo, los jóvenes, decimos abiertamente en las redes sociales que ofrecemos información sobre aborto seguro.

BE – ¿Cómo garantizan la seguridad de las mujeres atendidas por Samsara?
IH – No registramos su nombre y cada mujer recibe un código único, para proteger su privacidad. Cada cierto tiempo borramos nuestro banco de datos y la memoria de los celulares que usamos en el asesoramiento.

Foto en blanco y negro que muestra a un grupo de niños sentados en sillas de madera, en fila, de espaldas a la foto. Delante de los niños, aparece el rostro de una mujer que está de pie, con gesto de estar hablando. Tiene piel oscura y el pelo también oscuro, recogido. En el fondo, una pared blanca con una pizarra colgada en el centro.

Taller con estudiantes de secundaria en una escuela de salud sexual y reproductiva en Ruteng Flores, Indonesia (Reproducción/Archivo Personal)

BE – ¿Cómo mantenéis en secreto la identidad de los consejeros y médicos?
IH – Todos los consejeros emplean nombres falsos y tenemos un sistema de seguridad: en determinadas situaciones de crisis, trabajamos informalmente y no en la oficina. Nuestro banco de datos está en la nube y el 90% de nuestro trabajo se realiza online. Así conseguimos trabajar desde cualquier lugar y ningún documento puede ser rastreado hasta la oficina. No facilitamos los nombres de médicos ni las direcciones de las clínicas. Llegamos a un acuerdo con ellos sobre cómo realizar la operación de forma segura.

BE – ¿Cuáles son los mayores desafíos para las mujeres hoy? ¿Cómo ves el progreso de los grupos feministas?
IH –
Aunque estemos progresando de manera general, las mujeres todavía luchan contra la violencia sexual, para tener acceso a la educación, por la igualdad de salarios, por asistencia médica. Aprendemos con las feministas que el cuerpo de la mujer es un campo de batalla y parece que esa es nuestra realidad hasta hoy. Creo que no hay igualdad si la mujer no tiene autonomía sobre su cuerpo. Esto aún es y siempre será nuestra batalla.

¡El movimiento feminista está creciendo gracias a Trump! Su elección fue como un despertador. Ahora cada vez más gente se identifica como feminista. Mucha gente en países desarrollados no era consciente de los privilegios que tenía y que consideraba garantizados. Trump hizo que se tambaleara todo eso. Nos dimos cuenta de que no importa dónde o en qué época estemos: las mujeres aún enfrentamos los mismos desafíos. Soy optimista sobre el futuro, es femenino.

BE – ¿Y cuál es el papel de los hombres en esta lucha?
IH –
Creo que, en las causas feministas, el papel de liderazgo debe ser de las mujeres. Pero el feminismo no es sobre la mujer o el hombre, es sobre igualdad – hombres, mujeres y personas trans son humanos.

«Lo que los hombres pueden hacer es educar a otros hombres. Este es uno de nuestros fallos: nos centramos en la educación de las chicas, pero no en la de los chicos. Tendemos a educar a la mujer para que se levante y alce su voz, pero no educamos a los chicos para que respeten y no violen a las chicas».

Samsara también cree que la participación de los hombres es importante, por eso aseguramos que haya una cuota masculina dentro de la organización. Sin embargo, saben que, por ser hombres, no tendrán oportunidad de llegar a un cargo directivo. Ese cargo es solamente para mujeres.

BE – ¿Durante tu experiencia recibiste el apoyo de algún hombre?
IH –
Sí, claro, mi anterior compañero y el actual son los que más apoyan mi trabajo. Soy muy honesta: mi trabajo es mi prioridad y mi relación va a estar siempre en segundo plano – esto es innegociable. Entiendo que debe ser difícil lidiar con eso, sobre todo porque la mayor parte del tiempo estoy lejos. Pero sé que, si ellos aceptan, es también porque creen en lo que hago y saben que es la única forma de quererme.

BE – ¿Cuál es el papel de la religión en tu vida? ¿Mantienes algún tipo de diálogo con sectores religiosos?
IH –
En este momento no practico ninguna religión. Aunque sigo rezando y meditando, prefiero identificarme como una persona espiritual, en vez de religiosa. Dialogamos con estos sectores a través de talleres y redes de contacto. Incluso no practicando ninguna religión, muchas mujeres que buscan la ayuda de Samsara tienen cuestiones relacionadas con su fé. En estos casos, podemos responder a sus preguntas sin descuidar sus creencias.

BE – ¿Qué tal van los planes para la creación de un refugio para chicas que eligen dar a luz en vez de abortar?
IH –
Aún estamos valorando su ubicación, el sistema de apoyo y la captación de recursos. La mayoría de nuestros patrocinadores permite que sus fondos sean utilizados apenas en los programas y no para la construcción de un refugio. Por lo tanto tenemos que establecer una estrategia para recaudar fondos.

BE – Al igual que en Indonesia, el aborto está prohibido en gran parte del mundo. No obstante, no todos los países cuentan con una organización como Samsara. ¿Qué consejo le darías a quien desea construir un trabajo como el vuestro?
IH – Quien esté interesado en realizar este tipo de trabajo puede entrar en contacto conmigo, y yo a su vez le pondré en contacto con otros grupos feministas. Podemos ayudar con la formación y la creación de la línea de ayuda (hotline). El año que viene, en Indonesia, realizaremos el II Encuentro Global de Hotlines, con 20 organizaciones de Asia, África, Europa y América Latina reunidas para intercambiar experiencias.

BE – ¿Por qué elegiste la imagen de un gato para ilustrar tu página web, innahudaya.com?
IH –
En primer lugar, tengo que contar la historia de Jenina Lontoh, una gatita que me salvó la vida durante mi depresión, en 2006. Ella me adoptó y cuidó de mí en los tiempos difíciles. Siempre que me enferme ella estará a mi lado; y cuando llore va a lamer mis lágrimas. La depresión volvió mi mundo oscuro, me quitó la capacidad de ser amada y de confiar en la gente. Lo peor de la depresión es que no sientes nada aparte de vacío. Tu cuerpo se mueve, pero estás muerto por dentro. Jenina ignoró todo mi rechazo. No importaba las veces que la echara, ella seguía intentando entrar. Recuerdo cuando aprendí a tocarla. Fue tan aterrador. Ella fue paciente conmigo, me dio tiempo para que sintiera su presencia. Me enseñó sobre el amor y la compasión incondicionales, me ayudó a salir de la depresión y volver a ser yo misma. Murió justo después de que decidiera tomar las riendas de mi vida y vivirla al máximo. Jenina estará siempre en mi corazón, y yo llevo su espíritu conmigo en todos los pasos de mi vida.

«Ahora, trabajo principalmente con personas con estrés y depresión. Aprendí con Jenina que, para ofrecer la mejor atención a los demás, es necesario dejar que sientan tu intención verdadera y amor incondicional. Ella es mi gurú».

Inna Hudaya es emprendedora social AshokaAshoka es una organización global presente en 84 países que lidera un movimiento en el cual todos pueden ser agentes de transformación social positiva.