El proceso de urbanización y su impacto en la calidad de vida hace que cada vez sea  más relevante la conexión entre la ciudad y la naturaleza como garantía de futuro. A partir de la proyección de que para 2030 el 60% de la población vivirá en ciudades, según la Organización de Naciones Unidas (ONU), empezaron a surgir iniciativas para revisar esta relación considerada hasta entonces antagónica.

El municipio de Friburgo, en el estado de Baden Baden-Württemberg, en Alemania, es un ejemplo de éxito. La ciudad, con alrededor de 200.000 habitantes y una historia marcada por la búsqueda constante de respeto e integración en la naturaleza, es una referencia mundial de desarrollo sostenible, que cuenta con el compromiso del poder público y de los residentes. Pero todo ello no comenzó ayer – Friburgo posee una larga trayectoria de movilización.

En la década de los 70, el gobierno regional planeaba construir una central nuclear, como parte de un plan de industrialización del Valle del Rin. Empezaron a surgir movimientos de oposición en diferentes ciudades, tanto en Alemania como en la región de frontera con Francia, liderados principalmente por los productores de uva que vivían y trabajaban en el área que se vería afectada por la central.

A pesar de los llamamientos contra la central y las más de 150.000 firmas recogidas, las obras comenzaron el 17 de febrero de 1975. Al día siguiente, la población local ocupó el terreno de las obras. Las imágenes televisadas de la policía desalojando con violencia a los viticultores y a sus familias dieron al debate alcance nacional. Después de este incidente, la movilización obtuvo refuerzos de otros grupos de la región, como profesores, estudiantes y religiosos. Fue cuando tuvo lugar la ocupación en Wyhl, municipio de la región administrativa de Friburgo, con cerca de 30.000 personas. En marzo de ese mismo año, un tribunal administrativo revocó la licencia que permitía la construcción de la central.

La movilización está considerada como el primer movimiento popular de éxito contra un proyecto industrial. Y provocó el surgimiento de un grupo político centrado en cuestiones ambientales, dando lugar a la creación del Partido Verde de Alemania, que sigue activo. Este movimiento tan significativo fue el que marcó la pauta de las políticas públicas de Friburgo.

LA CIUDAD DE FRIBURGO HOY
En septiembre de 2017, un grupo de brasileñas visitó Fribugo con el programa Criança e Natureza (Infancia y Naturaleza) del Instituto Alana, para conocer los aspectos que la han convertido en una ciudad de referencia como centro urbano verde y amigable para los niños y niñas. En vez de importar modelos definidos, el objetivo de la visita era conocer iniciativas que ayuden a dar respuesta a los problemas locales y a crear las ciudades del futuro que queremos.

La experiencia en Friburgo mostró que, para que una ciudad sea sostenible, la planificación debe ir más allá de la cuestión de la producción de energía. El sistema de movilidad en la ciudad alemana da prioridad a los peatones y a las bicicletas, los vecinos participan en la administración pública y la planificación urbanística contempla, también, la participación de niños y niñas.

El barrio Vauban, un poco alejado del centro de Friburgo, es uno de los casos de éxito de la región. Tras las ocupaciones contra el proyecto de la central nuclear, el entorno fue cambiando poco a poco. En la década de los 90, los vecinos se unieron al poder público para llevar a cabo un concurso en el que arquitectos pudiesen presentar proyectos de barrios con bajo consumo de energía, poca circulación de carros, y calles en las que niños, bicicletas y peatones pudiesen convivir.

Actualmente Vauban es un modelo de distrito residencial sostenible. A lo largo de las manzanas del barrio hay “grünspange” (áreas verdes), espacios públicos al aire libre con recursos naturales y parques infantiles para que los niños jueguen en contacto con la naturaleza. También hay plazas comunitarias y calles con acceso restringido para vehículos. Para los vecinos, la seguridad queda garantizada por la vivacidad del barrio: cuanta más gente hay circulando a pie, menor es la necesidad de un sistema de vigilancia.

En el centro de Friburgo, los canales en el pavimento, usados en la época medieval para eliminar los desechos, reciben actualmente el agua del río. Se ha creado incluso una nueva tradición: niños jugando con barquitos. El mismo río que divide la ciudad está flanqueado por una ciclovía, con puentes para peatones y atracciones para los niños. Desde la montaña cercana, es posible bajar por un sendero o por un tobogán gigante.

Con iniciativas de bajo coste y una mínima planificación, junto a la participación de los ciudadanos y del poder público, Friburgo deja claro que la ciudad del futuro es aquella que respeta a sus vecinos garantizando la participación social, una gestión intersectorial y la presencia de áreas verdes.

 

* Este artículo ha sido escrito en colaboración con Paula Mendonça y Tatiana Costa, ambas integrantes del programa Criança e Natureza, una iniciativa de Alana, cuya misión es crear condiciones para que los niños crezcan y se desarrollen en contacto con la naturaleza.

Sobre las autoras

  • Laura Leal, graduada en Periodismo por la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo (PUC-SP) y en Ciencias Sociales por la Universidade de São Paulo (USP), es coordinadora de comunicación del Instituto Alana. En 2017 se encargó de documentar la misión técnica organizada por el programa Criança e Natureza (Infancia y Naturaleza) en Friburgo.
  • Paula Mendonça tiene máster en Educación por la Universidade de São Paulo (USP), centrado en la cultura de la infancia. Es asesora pedagógica del programa Criança e Natureza, del Instituto Alana. En 2017 coorganizó la misión técnica en Friburgo.
  • Tatiana Costa es geógrafa con máster en Gobernanza Ambiental. Trabaja como referente para Europa del programa Criança e Natureza, y es cofundadora del proyecto Nosso Quintal (Nuestro Patio) en Río de Janeiro. En 2017 coorganizó la misión técnica del programa Criança e Natureza, del Instituto Alana en Friburgo.