La profesora de literatura, Duda Salabert, tiene la convicción de que una nueva sociedad es posible, sin las desigualdades sociales y sin prejuicios. Por eso, ella cree que es necesario plantar semillas; como Transvest, institución de Belo Horizonte que, desde 2016, ofrece cursos y asistencia a personas transgénero, transexuales y travestis.

Las actividades rescatan la autoestima de esa población y preparan un camino para que ellas sean incluidas en la sociedad. “Nuestro ambiente es diferente al de una escuela tradicional, porque damos cobijo emocional. Esto evita el ausentismo escolar, tan común entre la población trans”, cuenta Duda. “Un ambiente competitivo, marcado por la disputa y vanidad, como se ve en muchas instituciones educativas, tienen su pilar en la exclusión. Aquí, donde el afecto está en el centro, el pilar es la inclusión”.

Transvest ofrece clases gratuitas de idiomas, lengua de señas, artes y educación para jóvenes y adultos. También hay apoyo psicológico y jurídico y oferta de canastas básicas y transporte. Son 100 voluntarios, incluyendo educadores, psicólogos y abogados, que ya han atendido a 200 personas. La ONG se mantiene con donaciones de empresas y particulares, con campañas como “adopte un alumno”, además de convocatorias públicas, llamados y asociaciones con instituciones.

El conocimiento aprendido en el aula lleva consigo el poder – para cuestionar, denunciar prejuicios, exigir derechos y moverse políticamente. Esta lucha para reclamar cambios en la legislación y en la sociedad es especialmente relevante en Brasil, país del mundo que mata a más transgéneros, según la ONG Transgender Europe. La esperanza de vida de travestis y mujeres trans es de 35 años, la mitad del promedio nacional.

A los 36, Duda se considera vieja. Para ella, el hecho de haber hecho la transición después de consolidar su carrera colaboró para que no se incluyese en las estadísticas. “Terminé mis estudios y di clases en la escuela secundaria con buena remuneración, porque, en aquella época, era percibida por la sociedad como un hombre”.

Título: La verdadera inclusión Subtítulo: Cómo Transvest trabaja para cambiar la política Comic 1: [Crédito] Duda Salabert, Transvest (Belo Horizonte/Brasil) [Duda] En Transvest, hacemos la inclusión social de travestis, transexuales y transgéneros. Comic 2: [Duda] Al principio, queríamos crear un curso preuniversitario para personas trans. Pero en las primeras clases nos encontramos con un problema. [Estudiantes 1] Profesora, yo no terminé la escuela. [Estudiantes 2] ¡Ni yo! [Duda] Así que, comenzamos con algo más básico: un curso complementario. Cómic 3: [Duda] Hoy en día, tenemos cursos de idiomas, lengua de señas, y preuniversitario, además de servicios de apoyo en la búsqueda de trabajo, acompañamiento psicológico y mucho más... [Profesor] ¿Dudas sobre Platón? [Aluna] ¡Yo! [Duda] Pero nuestra base es el afecto. Cómic 4: Duda Salabert fala: Para nosotros, la política tradicional fracasó. Y ahora queremos revolucionar: poner los grupos oprimidos en los espacios de decisión para, de hecho, cambiar la política. Guión e ilustraciones: Helô D’Angelo (Believe.Earth)EL SABER Y EL AFECTO
Según el Núcleo de Derechos Humanos y Ciudadanía LGBT de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), el 91% de los travestis de Belo Horizonte no ha terminado la escuela secundaria. La razón, en la mayoría de los casos, está en la violencia física y emocional vivida en el entorno escolar.

Es el caso de la estudiante Pitty Negreiros Picardi, de 28 años. “Me fui de la escuela no porque no me gustase estudiar – nada de eso. Me fui por el prejuicio, mismo”, dice. “Nadie aceptaba la transexualidad en ese lugar. Ni los estudiantes, ni docentes. No me llamaban por mi nombre social, no me dejaban usar el baño para mujeres. No daba”.

Pitty estuvo 10 años sin estudiar. Hasta que Duda la conoció y la llamó para que vaya a Transvest. “Al principio, no quería ir. Pensé que, después de todo este tiempo, ya había quedado burra y no había vuelta atrás. Pero fui y valió totalmente la pena”, cuenta Pitty. “Pasé dos años allí. Ya en la primera clase, no podía creerlo. Me trataron enseguida desde el femenino. Había mucho respeto y, por eso, sentí una gran diferencia”.

Hay otras victorias celebradas en Transvest, como el hecho de que una de las estudiantes fue llamada para una entrevista de trabajo. “Imagínate el logro que esto significa para alguien que vivió siempre al margen, sufriendo una tamaña discriminación que le impide entrar en el mercado de trabajo formal”, dice Duda.

En el último Carnaval, Transvest llegó a un acuerdo con una empresa de eventos para emplear a 50 personas trans. El siguiente paso es convertir estas vacantes temporales en fijas, alquilando una casa, a través del financiamiento colectivo, que funcionará como cobijo y también como lugar de generación de ingresos para personas trans.

“Es necesario ocupar todos los espacios”, afirma Duda. “No se puede más privilegiar a los ya privilegiados y excluir todavía más a los ya excluidos. Necesitamos utilizar los privilegios para ampliar la democracia”.

Este contenido se basó en la investigación “Emergencia Política Periferias”, realizada por el Instituto Update.  Descarga aquí la investigación completa.