En una casa en la colina de un morro, un nanosensor es tirado por el inodoro. La misión del artefacto es atravesar las alcantarillas a lo largo de un perímetro determinado y pasar a través de puntos con tecnología Bluetooth instalados previamente en el mantenimiento de la red, registrar todo lo que está delante: el calibre de las tuberías, el volumen del desagüe, el caudal los lugares propensos a la obstrucción. Un equipo de expertos formado por diseñadores y arquitectos cruzan estos datos con un mapa en relieve hecho con la ayuda de rayos láser y crean un modelo digital tridimensional de toda la estructura. El objetivo es encontrar soluciones para combatir las inundaciones y la reutilización de agua.
Suena como ciencia ficción, pero es una iniciativa que se convirtió en realidad en la comunidad Vidigal, en Río de Janeiro y probablemente pronto se traslade a São Paulo. El autor del proyecto es Pedro Henrique de Cristo, de 34 años, Máster en Política Pública de Harvard, cuya disertación se convirtió en asignatura dentro del plan de estudios de la universidad más prestigiosa del mundo.»Mauro Quintanilla [líder de la comunidad Vidigal] y yo estamos trabajando para llevar verde al centro de São Paulo, rediseñar y transformar el espacio público con énfasis en la integración y la sostenibillidad», dice Pedro.
Ya existe una asociación con el Laboratório Nacional de Nanotecnologia, de la Universidade Estadual de Campinas (Unicamp) para implementar la solución en São Paulo en 2017. El proyecto también se está realizando en Brooklyn, Nueva York y otras ciudades del mundo – una absoluta sinergia cosmopolita sobre alternativas urbanas sostenibles. «Es más barato hacer este tipo de tecnología aquí que en Estados Unidos en la misma escala y para la misma cantidad de personas», afirma Pedro. El costo total para la producción del sistema en Brasil es de 300.000 reales (85.700 dólares), casi un 95% menos en comparación con el desarrollo en suelo norteamericano, cuyo valor alcanza los 1,5 millones de dólares.
El mapeo realizado por el sensor y por los puntos Bluetooth ayuda a entender cómo se puede reutilizar el agua. En caso de obstrucción en las tormentas, también se pueden ver los lugares de la tubería en los que se tapa. «Se puede saber exactamente dónde están los problemas y corregir esos puntos críticos», dice Pedro.
EJE RJ-SP
Tanto para Río como para São Paulo, el gran reto es que con el cambio climático, la concentración de lluvias en periodos cortos ha llevado a la erosión. Cuando llueve gradualmente, hay poco daño al suelo y aumenta la cantidad de agua en los embalses. Pero cuando cae un montón de agua a la vez, la tierra sufre, se vuelve arenosa, se erosiona y causa problemas tales como deslizamientos de tierra e inundaciones. «Hemos empezado a enfrentar erosiones en Vidigal, algo que antes no existían. Por supuesto, también ayuda la acción humana, pero tuvimos inundaciones al punto de arrastrar autos», recuerda Pedro.
El mayor problema de las inundaciones en São Paulo es la falta de una planificación urbana adecuada – hay más de 200 ríos que atraviesan la ciudad y la mayoría de ellos se cubrieron y se pavimentaron para la construcción de avenidas y edificios. Una fuerte lluvia es suficiente para desbordar los arroyos. Por otra parte, aunque parezca contradictorio, la mayor ciudad de Brasil ya sufrió la falta de agua. «El eje Río-São Paulo es la tercera macrorregión más grande del planeta, con 45 millones de habitantes. Estas ciudades crean una masa de aire caliente, de alta presión. Cuando viene la lluvia, la humedad afecta esa masa y llueve en otro rincón donde no debería llover», dice Pedro.
Hay otra experiencia realizada en Vidigal que se implantará en la capital paulistana: un sistema para la recogida, tratamiento y redistribución del agua de lluvia, el ejemplo de lo que ocurre en una plaza del parque ecológico del morro. «Casi el 100% de la lluvia pasa a un sistema orgánico de filtros naturales que purifica el agua y la distribuye a la comunidad y al parque», detalla Pedro.
Todas las iniciativas son parte de lo que Pedro llama «esencialismo», una cadena que difunde la integración urbana mediante la actuación social democrática y la sostenibilidad.