Cuando contó en la empresa que estaba embarazada, Camila Conti, entonces de 32 años, directora de arte de una agencia de publicidad, fue invitada a no volver hasta después de haber dado a luz. “De verdad no vas a querer”, dijo el jefe. Sabrina Wenckstern, 31, trabajaba en capacitación, pero se dio cuenta de que no sería posible conciliar la maternidad con las cada vez más grandes exigencias del mundo corporativo. “Muchas gestantes sufren asedio moral en las compañías”, estima. Terminó renunciando.

No están solas. En Brasil, el 85% de los profesionales de recursos humanos escuchados para un estudio global de la consultora de RR.HH Robert Half declararon que, menos de la mitad de las empleadas vuelven a ocupar sus cargos después de tener hijos. En los demás países, el 52% de las compañías describieron el mismo escenario.

“La mujer valora la flexibilidad de horarios, y el mundo corporativo todavía es hostil para esa profesional”, dice la fundadora de la Red Mujer Emprendedora (RME), Ana Fontes, en un libro publicado con datos de un estudio hecho por la red sobre las emprendedoras brasileñas. Según la investigación, el perfil de las dueñas de un negocio podría resumirse así:  madre, de 39 años, con nivel de educación superior y experiencia en el mundo corporativo. De acuerdo a datos del Sebrae (Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas), el 74% de los 8 millones de emprendedoras  tiene hijos.

Camila Conti, hoy socia de Maternativa, un marketplace para madres emprendedoras y empresa de apoyo y capacitación para ese público, explica que el ambiente corporativo repele a las madres principalmente porque las tareas del hogar, concentradas en las manos de las mujeres, son interpretadas como una complicación para las empresas.

“Son ellas quienes faltan [al trabajo] si a los hijos les da gripe, los llevan y recogen de la escuela, preparan la comida, se preocupan del seguimiento escolar. Eso toma tiempo y, a primera vista, encarece el costo de la mujer para las empresas”, afirma Camila.

El emprendedurismo femenino creció 16% en poco más de una década; 74% de las emprendedoras son madres (Wocintech/Flickr)

NEGOCIO CON PROPÓSITO
En poco más de una década, el número de mujeres dueñas de negocios creció un 16% en Brasil. Es el caso de las dos madres cuyas historias abren este reportaje. Tanto Camila, de Maternativa, como Sabrina, de Materna S/A, dejaron carreras corporativas. Para la coach Anna Gallafrio, la generación de mujeres que emprende está probando formas de reducir la oposición entre carrera y maternidad y cambiar la cultura machista que encarga a la mujer la total responsabilidad por la familia.

La mayoría de las madres emprendedoras quieren tener más tiempo libre para los hijos en el nuevo contrato profesional. Pero la realidad no es tan así. Dani Junco, fundadora de B2Mamy, una aceleradora centrada exclusivamente en empresas de madres, afirma que, pese a la flexibilidad en el horario, la carga de trabajo aumenta, ya que un negocio demanda dedicación. Por eso, cuando el hijo es pequeño, es necesario organizar una red de apoyo.

Para Camila, de Maternativa, ignorar el bagaje profesional y emprender en áreas nuevas, generalmente ligadas a los temas de maternidad y aparentemente más fáciles de abordar, es un error común de las emprendedoras novatas.

“Alguien a quien le encanta  hornear pastel no necesariamente va a ser una empresaria exitosa en ese ramo”, dice Sabrina. “Para vender dulces, hay regulaciones sanitarias, impuestos, logística, una cadena de insumos en escala que debe ser conocida”.

Para emprender, le tiene que gustar vender, desarrollar el aprecio por el análisis de cifras y lidiar bien con los riesgos, considera Dani. También es necesario ocuparse de las competencias comportamentales. “Las mujeres tienen ideas, pero son obstaculizadas por el miedo, por la baja autoestima. Para no dejarse llevar por la culpa del éxito, vale la pena buscar inspiración en el ejemplo de otras madres que conquistaron espacio en el emprendedurismo”, afirma. Y tener un propósito de carrera, haciendo cuestionamientos internos, como sugiere Sabrina: “pregúntate qué quieres dejar al mundo. Y qué necesita el mundo que tú hagas”.