¿Es posible  imaginar un mundo con menos residuos? Si dependiera de algunas marcas y profesionales del mercado de la moda, la respuesta es sí. Viendo como materia prima valiosa en vez de mirar como desecho, las empresas brasileñas se están posicionando de esta forma al reducir efectivamente el impacto de la industria textil en el medio ambiente.

Cada año Brasil genera 170 mil toneladas de residuos textiles, de acuerdo con los cálculos de la Asociación Brasileña de la Industria Textil y de Confeccción (Abit). Del total, por lo menos el 40% son reprocesados en la industria de transformación.

El reciclaje reduce las emisiones de dióxido de carbono cuando se fabrican nuevos productos a partir de materiales recuperados y no de materias primas vírgenes. Además, este tipo de modelos de negocio circulares transforman el enfoque industrial predominante de “agarrar, hacer y botar”, dando al residuo un nuevo significado como recurso valioso, según el libro Drawdown: The Most Comprehensive Plan Ever Proposed to Reverse Global Warming (Drawdown: el plan más exhaustivo propuesto por primera vez para revertir el calentamiento global, en traducción libre), del ambientalista estadounidense Paul Hawken. En promedio, el 50% de los materiales reciclables proceden de la industria y del comercio. Si la tasa de reaprovechamiento  llega a 65%, los sectores industrial y comercial pueden evitar que 2,8 billones de toneladas de dióxido de carbono sean emitidas hasta 2050.

Preocupados con el impacto de la industria textil sobre el medio ambiente, diseñadores de São Paulo, Río de Janeiro, Londres, Berlín, Amsterdam, Nueva York y Los Ángeles, entre otras ciudades, están rompiendo los paradigmas tradicionales del universo de la moda al apostar por el uso de materias primas orgánicas y no contaminantes, en ropas multifuncionales y diseño sin residuos.

Marcas como Re-Roupa, de Río de Janeiro, y Comas, ideada por la diseñadora la uruguaya Agustina Comas, con sede en la capital paulista, se valen de ideas similares. Agustina produce piezas por medio de la técnica de upcycling, proceso por el cual se recupera productos descartados, y son transformados y recolocados en el mercado, manteniendo algunas de sus características originales.

Una mujer, de frente a la cámara, mira hacia el lado izquierdo de la foto, apoyando la mano izquierda sobre el muslo izquierdo. Tiene piel blanca y pelo castaño oscuro, liso y recogido. Viste una falda jean clara, camiseta negra de cuello vuelto bajo una chaqueta larga sin mangas jean claro, lleva pulseras de colores en la muñeca derecha, y un collar de cadena dorada y colgante en tonos arena, que le llega a la altura del pecho. Al fondo, vegetación variada.

Agustina Comas, diseñadora de la marca Comas, se dedica a la técnica del upcycling para confeccionar ropa (Zé Gabriel​​/​ ​Believe.Earth)

Durante el proceso de desarrollo de la marca, Agustina vio que el 5% de la producción de las fábricas brasileñas de ropa es descartado– la mayoría de veces, esos restos permanecen guardados por años en galpones. La solución fue aprovechar el diseño innovador para resolver ese desafío ecológico. En el upcycling la idea es agregar valor a la prenda, utilizando la materia prima tal cual se presenta, destacando sus características.

La marca MyBasic, que solo vende en internet, optó por hacer algunas prendas usando telas compuestas de materias primas, como el hilo de modal, que neutralizan las emisiones de dióxido de carbono. Los materiales, que incluso pueden convertirse en abono, son rastreables y sostenibles desde el origen hasta la producción final del hilo textil.

Las manos de una persona de piel negra sujetan un tejido de fondo blanco con cuadros en verde y azul, que pasa por la aguja de una máquina de coser blanca, sobre una mesa también blanca.

Prendas descartadas por fábricas de camisas masculinas se vuelven materia prima en Comas (Zé Gabriel​​/​ ​Believe.Earth)

CUANDO EL RESIDUO SE VUELVE UN LUJO
Otras iniciativas, como el Banco de Tela, creado hace dos años y medio por la escenógrafa y diseñadora de vestuario Lu Bueno, en São Paulo, se dedican a darle nuevo destino a los saldos de tela en buen estado, retazos y prendas que no fueron comercializadas por los fabricantes. La propuesta surgió cuando la fundadora constató que tenía cerca de 800 kilos de telas de colores, estampados y tamaños variados acumulados en 20 años de trabajo en cine, teatro y televisión.

Buscando una forma de lidiar con esas existencias, encontró una solución para reaprovechar lo que estaba guardado. Hoy, el Banco llega a vender 80 mil kilos de telas por mes. Los retazos con defectos o que ya no sirven los donan a socios como la ONG Proyecto Arrastão.

Incluyente y circular, el sistema transforma actores de la cadena textil en usuarios activos. Es posible depositar telas, llevar otras en trueque o comprar la cantidad deseada. Además del precio accesible, de 50 reales el kilo, el acervo cuenta con materiales exclusivos y antiguos, que no es posible encontrar en el comercio tradicional. Interconectados, todos los agentes de esa cadena impulsan un ciclo sustentable, con reflejos sociales, económicos y ambientales.

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