Fueron cuatro años de articulación para mostrarle a Brasil la fuerza de la lucha de las mujeres negras. El largo camino culminó con una marcha en Brasilia, en noviembre de 2015, que llevó a 50.000 mujeres a ocupar las seis pistas de la avenida que conduce al Congreso Nacional, al Supremo Tribunal Federal y al Palacio Presidencial, donde se hicieron escuchar. “Estábamos decididas a ir aunque fuese con cien mujeres”, recuerda la paraense Raimunda Nilma de Melo Bentes, de 70 años.

Graduada en ingeniería agronómica, Nilma es una de las fundadoras del Centro de Estudos e Defesa do Negro do Pará (Cedenpa), en Belém, y la creadora e la Marcha de las Mujeres Negras, que dio visibilidad a la lucha de esas que muchas veces están, como ella dice, presionadas por el machismo del movimiento negro y el racismo del movimiento feminista. “La celebración de la marcha mostró que vencimos el miedo”, afirma.

Después de más de cuatro décadas de acción, ella ve los logros del movimiento negro, como las cuotas y la demarcación de las tierras quilombolas, pero advierte que hay muchos obstáculos que superar. “Creo que uno de los mayores desafíos que existen aún es hacer que a la población negra le guste ser negra, lo que significa, básicamente, vencer enteramente las ideologías de inferioridad racial, democracia racial y necesidad de blanqueamiento para ser aceptado”, dice, en entrevista a Believe.Earth.

Retrato de una mujer negra, de costado (en la esquina izquierda de la imagen), pelo corto y rizado, con gafas, vistiendo una camiseta roja con chaleco de flores colorido. Ella está mirando a la cámara sin sonreír; detrás de ella hay un panel con el graffitti de la cara de una mujer negra con ojos grandes.

Nilma Bentes: posibilidades de inserción y movilidad social suceden mediante el estudio (Tereza Maciel y Aryanne Almeida/Believe.Earth)

Believe.Earth (BE) – ¿Cómo el racismo marcó su infancia y adolescencia?
Nilma Bentes (NB) – Sentí la discriminación racial desde la infancia. A mi abuela por parte de padre no les gustaban los negros. Mi madre nos advertía, pero no nos daba instrumentos para combatirlo. Mi padre y mi abuela no eran negros y mi madre sufría mucho con el racismo, pero callada. Ella nos decía que no fuéramos a ciertos lugares, con miedo de que sufriésemos el racismo, de que fuésemos acusados de robar. Ya fuimos criados a la defensiva.

Mis referentes en la lucha contra el racismo vinieron del deporte, como Cassius Clay, que se convirtió en Muhammad Ali [boxeador estadounidense considerado como uno de los más grandes en la historia del deporte]. Practicar deporte en la escuela secundaria fue una opción para descargar la tensión de la disputa dentro del salón de clase. En aquel momento, eran pocas las personas negras que iban a la escuela. A la mía acudía mucha gente de clase media y alta, es decir, blancas. Sentía una indignación contenida y tenía que responder al conflicto dentro del salón con la nota. Porque, en aquel momento, una persona negra que no estudiaba no era nada. Las pocas posibilidades de inserción o de movilidad social que tenemos hoy en día se consiguen a través del estudio.

BE – ¿Cómo comenzó su acercamiento al movimiento negro?
NB – Dejé de alaciarme el pelo después de que terminé la facultad y entonces fue aumentando la opresión. Es incluso difícil de explicar. Dejar de alaciarme el pelo fue algo fantástico para mí, una explosión de negritud. Pero era difícil, porque no era propicio para el ambiente corporativo. Trabajé en un  banco de desarrollo [Banco da Amazônia S/A, de recursos del gobierno y privados] y pasé al área de proyectos rurales. El ambiente era hostil, con pocos negros. Yo era la única ingeniera negra de mi sector. No podía salirme de la línea para no arriesgar a perder el trabajo.

En aquel momento, la principal referencia negra brasilera que tenía era Abdias Nascimento, con quien llegué a conversar algunas veces. Había poca cosa escrita. Era (y soy) un poco autodidacta y busqué lo que fue posible, incluso en libros de blanco, como Décio Freitas, Florestan Fernandes, Carlos Hasenbalg y Vicente Salles.

BE – ¿Cómo fue la fundación del Centro de Estudios y Defensa del Negro de Pará [estado al norte de Brasil]?
NB – En 1980, organizamos un grupo para enviar un representante de Pará para participar de los debates sobre la construcción del Memorial para Zumbi, en la Serra da Barriga, en [el estado de] Alagoas. A partir de ahí creamos el Centro de Estudios y Defensa del Negro de Pará (Cedenpa), todavía en la dictadura, con mucho miedo a la represión. Las reuniones eran complicadas en ese entonces. Nosotros ya teníamos ganas de unirnos y comenzamos a hacer reuniones en un centro comunitario y cambiábamos varias veces de lugar por miedo. Muchas veces, buscamos apoyo en algunas iglesias cuyos padres eran más progresistas.

Cedenpa siempre tuvo fuerte participación de las mujeres negras; los hombres que se quedaron fueron los que aceptaron el liderazgo de las mujeres. Las mujeres negras están siempre presionadas por el machismo del movimiento negro, liderado por hombres negros, y el racismo del movimiento feminista, dirigido por mujeres blancas. A pesar de las dificultades, logramos mucho en las últimas décadas. El movimiento actual de jóvenes negros y negras alienta mucho a personas como yo, que en su juventud, no tenían prácticamente ningún paradigma.

BE – ¿Cuál fue su papel en el surgimiento de la Marcha de las Mujeres Negras?
NB – Creo que facilitó que en aquel momento, yo componía la coordinación de la Articulación de Organizaciones de Mujeres Negras Brasileras (AMNB), que fue la principal impulsora de la marcha. Hice la propuesta, pero quienes hicieron la marcha fueron las personas que se desvivieron para que sucediera. Al principio, la mayoría no creyó, pero estábamos decididas a ir aunque fuese con cien mujeres. Más adelante, muchas otras organizaciones se remangaron las mangas y las personas se desvivieron en sus estados para que la marcha se hiciera. No me imaginaba que la adhesión fuese tan grande. Había una demanda reprimida, personas que no estaban vinculados a ningún movimiento, pero que escucharon hablar del evento y terminaron yendo para allí. La realización de la marcha mostró que vencimos el miedo. Queremos cambiar, pero no pasar de oprimido a opresor. Queremos igualdad, equidad.

co de jean, sostiene un libro semiabierto que dice en portugués en la tapa, “Aspectos de la trayectoria de la población negra en Pará”. Ella está sentada (y solo aparece de su busto para arriba), y atrás hay parte de una mesa de madera, con dos bustos de mujeres negras.

“Trato de traducir a un lenguaje sencillo lo que sucedió en la historia de la población negra brasilera”, dice Nilma (Lais Tavares y Daiane Coelho/Brasil de Fato)

BE – ¿Cuáles son los caminos para avanzar en la defensa de los derechos y la igualdad?
NB – Tenemos que luchar juntos en todos los sectores y al mismo tiempo – políticas públicas,  educación, formación política, salud y todo lo demás. Trato de traducir a un lenguaje sencillo lo que sucedió en la historia de la población negra brasilera. No tenemos medios de comunicación, pero con un libro se llega lejos. Escribo en los libros el abecé de la lucha antirracista. No son textos académicos, porque la mayoría de la población negra está todavía en la franja de bajos ingresos, con un menor nivel educativo y de información; es para ellos que están dirigidos nuestros esfuerzos. Busco hacer libros paradidácticos.

Otra estrategia es hablar de violencia doméstica, ya que una persona negra a menudo no quiere oír hablar de racismo, no quiere reconocerse como negra. Lo único que une a todas las mujeres es la violencia doméstica. Cuando entramos con este tema, se puede hablar de racismo de otra manera.

Estamos buscando caminos estratégicos para hacer que la población negra se sienta igual, que se guste – evidente que no se debe defender al negro por ser negro, o mujer por ser mujer. Sabemos que hay negros fascistas, inclusive en África; hay negros que luchan contra los negros y existen mujeres crueles. Nunca va a haber unanimidad, pero tenemos que honrar a nuestros ancestros, que nos hicieron sobrevivir para seguir en la lucha.

 

Este contenido es parte del especial Believe.Women, una serie de entrevistas realizadas por Believe.Earth en colaboración con la revista AzMina y el portal Catarinas. Believe.Women apoya y promueve el ODS 5, de Igualdad de Género, y el ODS 10, de Reducción de las Desigualdades.