Pregunta aquí, allí, unas dos docenas de personas sentadas en la acera, como siempre hacía cuando tenía 15 años de edad en Campo Limpo (periferia de la zona sur de São Paulo), indicando el camino. Comentaban de cómo hacer para llegar a nuestra entrevista de esa vez, una más. Hablaban de cómo hacer para llegar a nuestra entrevista de esa vez, una más. Ese día, la tercera. Y en total fue así: 130 buenas conversaciones, 2500 minutos grabados y unidos a lo largo de dos meses en las periferias de Brasilia, São Paulo, Rio de Janeiro, Recife y Belo Horizonte.

Puedes llamarlos márgenes, también sirve. Aglomerados. Favelas. El territorio cambia de nombre, los acentos cambian de sonido y tono, pero las desigualdades encuentran esos rincones por la costumbre de un país gestado y nacido de la violación sistemática de los derechos de sus pueblos originarios; un Estado que fue construyéndose económicamente con el tiempo naturalizando seres humanos esclavizados. Antes quilombos, hoy periferia. Záfrica Brasil.

Jessica Cerqueira, una de las investigadoras, mujer, negra, realizadora cultural, que existe desde la periferias de São Paulo, resume bien una de las cosas que hemos aprendido en estas reuniones:

Las desigualdades no son por ausencia de proyecto. Ellas son el proyecto.

Siente, Brasil ocupa las últimas posiciones en los rankings mundiales de educación. Señalado como uno de los factores de distancia entre lo que se enseña en el aula y lo que se experimenta en la vida, es ya una realidad en el Punto de Cultura Coco de Umbigada, fundado por Mãe Beth de Oxum. En lo alto de Olinda, ella combina educación, tecnología y ancestralidad. Los cuentos de Ifá es un juego educativo basado en la mitología de matriz africana: candomblé.  Es el resultado y el proceso de la formación en diseño de juegos de decenas de jóvenes de los alrededores. En vez de jugar a la realidad de otros países, estas niñas y niños reconocen sus creencias, su memoria histórica, a sí mismos, en un juego que pueden llevar para arriba y para abajo, en su celular.

Una mujer negra, ojos y cabello oscuro, está sentada en un sofá que tiene una manta estampada en blanco y negro. Tiene su pelo atado un lado, con algunos cabellos canosos sobresaliendo en la frente. Está con semblante tranquilo, sonriendo y sosteniendo sus dos collares, que están puestos en el cuello. Los collares son grandes y marrones. Usa una camiseta sin mangas en negro, naranja y rojo. El sofá está apoyado en una pared amarilla. Arriba, hay también dos mantas dobladas, una roja y una clara.

Con juegos educativos, Mãe Beth de Oxum enseña la importancia de la identidad de matriz africana a los niños de Olinda (Rafael Martins/Believe.Earth)

Decidimos llamar a las personas como Beth de Oxum de Hacedores, Hacedoras; espacios como el Laboratorio de Derechos Constitucionales. Encontramos cinco tipos: los que trabajan el Derecho a la Existencia; a la Memoria, a la Educación y Cultura; a la Economía y al Buen Vivir; Ocupación del Poder y a la Participación Política.

Cumpliendo 30 años en 2018, la Constitución Brasilera, si parece no haber llegado al País como un todo, aún menos se presentó en sus márgenes, bordes. Todas sus leyes, páginas, incisos y párrafos, en la práctica, son realizados por personas como Mãe Beth. Es ella la que garantiza el derecho a la educación y una docena de otros derechos, en una de las decenas de periferias del país.

Estas personas están ensayando la sociedad que la Constitución orienta, pero no puede lograr a causa de un país en que la política es una profesión, los derechos son privilegios. En todas nuestras conversaciones, una señal de advertencia y atención siempre estuvo presente: no vuelvan romántico lo que están haciendo estas personas. Cada una de las iniciativas entrevistadas, además de ser por sí mismas un acto político, brotaron de la completa ausencia del Estado en los territorios y de la violación sistemática de los derechos de las personas que viven en él. Antes de ser proyectos, son actos de resistencia.

Wellington Amorim, investigador, vive en Jardim Ângela, zona sur de São Paulo. Hombre, negro, residente de una de las periferias de la capital, no pierde de vista lo que oyó en la entrevista en Belo Horizonte; que es exactamente lo que ve y vive a diario mientras se desplaza por su ciudad para sus realizaciones audiovisuales: el racismo estructuró la sociedad y las instituciones brasileras, enmarcó una visión de Estado.

La Asesoría Popular Maria Felipa, en Belo Horizonte, es el fruto del encuentro de un colectivo de abogados, profesores y estudiantes del área del derecho, destinada a la asistencia jurídica de personas, grupos y movimientos sociales, involucrados en la lucha por sus derechos de autonomía y por el acceso a la justicia. Ellos fueron mapeados por la investigación Emergencia Política Periferias como uno de los movimientos que está ensayando y garantizando, en la práctica, el derecho a existir.

Es el caso también de Transvest, organización sin fines de lucro en Belo Horizonte que combate la transfobia y trabaja con cursos para incluir a travestis, transexuales y transgéneros en la sociedad. Mira ahí la educación, otra vez. Pero no formulada a partir de gabinetes, sino de la realidad, de personas que entienden y tienen legitimidad para decir qué y cómo hacerlo.

Una pequeña sala de clase tiene una pizarra blanca con palabras escritas con marcador negro. Frente a la pizarra está la profesora, una mujer transexual blanca, de cabello y ojos oscuros, que usa un vestido gris y negro, con un blazer negro. Mira al estudiante de la primera fila, que gesticula. La estudiante, de espaldas a la imagen, viste una camiseta gris y tiene pelo corto. También tiene un tatuaje con el símbolo de infinito en su antebrazo. También hay otras tres estudiantes prestando atención, todas de espaldas a la imagen.

Desde 2016, Transvest ofrece clases complementarias, preparatorio para la universidad, clases de idiomas y lenguaje de señas, además de talleres artísticos e incluso clases de defensa personal (Diogo Andrade/Believe.Earth)

DE LO QUE VIMOS, LO QUE QUEDA
Ninguna investigación dará cuenta de la realidad, de su totalidad. Siempre es un recorte del recorte. Depende de quien pregunta (nosotros), de cómo la persona entrevistada entiende lo que se fue preguntado, y por ahí va. Nos quedamos pensando: una investigación como un retrato, no una película. Muestra un momento histórico, y cómo las personas están reaccionando con respecto a ello. Entonces, así es que estamos invitando a la gente a leer los resultados que hicimos, a partir de este universo.

Pero hay cosas potentes que saltan a la vista, como esta: el Legislativo es una pauta urgente que atender por los y las residentes de las periferias de Brasil. Es en ese espacio de poder donde los derechos son y deben ser construidos y asegurados.

La construcción de leyes y políticas hechas a partir de las periferias es una oportunidad para la innovación política e incidencia para reducir las desigualdades.

Mientras íbamos recorriendo las ciudades, fuimos descubriendo a varios dirigentes que decidieron ocupar este espacio, con una diferencia: ellos no representan la candidatura. No es solo por ellos mismos, sino que estos líderes de las periferias son resúmenes de cosas más grandes, rostros de una colectividad que quiere volver los espacios de la política institucional menos blancos, más jóvenes, más periféricos.

Hay mucho más en el informe, vale la pena descargarlo y leerlo con cuidado y atención. Pero este otro descubrimiento, nosotros que vivimos en la periferia urbana, ya lo sabíamos desde hace un tiempo. Pero sabíamos mirando nuestro territorio, nuestras redes, a vecinas y vecinos; a los que siempre lideraron las transformaciones estructurales para hacer llegar nuestros derechos. Es diferente aquí, cuando surge de una colección de múltiples voces: la innovación política es una mujer, negra y periférica. La innovación política es Marielle Franco. Ella fue el final, el principio y el medio de este trabajo.

*Graduado en Periodismo por Unisa, Tony Marlon vive y realiza sus acciones desde Campo Limpo, periferia de la zona sur de São Paulo. Se ha dedicado a estudiar cómo la comunicación impulsa transformaciones en los espacios y las relaciones. Participó de las construcciones del Núcleo de Comunicación Maré Alta (2008), Escola de Notícias (2013) e Historiorama (2018), que produce y distribuye el periódico Embarque no Direito a 10.000 habitantes y residentes de la zona sur.