Biomasa es un término que se está imponiendo en los últimos tiempos, aunque el concepto que lo originó existe hace siglos: quemar residuos para producir energía. La diferencia entre encender ramas y troncos de madera para cocinar y calentar los hogares, práctica que aún está presente en la rutina de las poblaciones que habitan áreas rurales y aisladas, y usar la  biomasa, es que la segunda opción es una energía limpia, proveniente de fuentes renovables y que no perjudica la salud de las personas ni del planeta.

La materia prima puede ser la caña de azúcar y el maíz, utilizados en la producción de biocombustibles, residuos de madera de reforestación, bosques plantados, estiércol animal, residuos de la producción agrícola como espigas, bagazo de caña, paja y cáscara de maíz, arroz, trigo, soya y coco y hasta la basura orgánica urbana. Todas estas materias primas, son alternativas viables para sustituir a los combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, responsables por el 80% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y una matriz energética que puede suplir una demanda que solo crece.

Cada año, la tierra suma 83 millones de habitantes. Serán casi 10.000 millones de personas hasta el año 2050, según el World Population Prospects 2017, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Más gente en el mundo significa mayor necesidad de alimentos y energía. El desafío es abastecer a toda esa población de manera sostenible, con menos impacto en el cambio del clima.

3 BENEFICIOS DE LA BIOMASA
1. El uso de residuos agrícolas resuelve una importante cuestión ambiental: utiliza lo que no es aprovechado en el campo, que suele ser descartado para su descomposición o quema. Estos procesos liberan gas carbónico, lo que contribuye al calentamiento global.

2. A diferencia de las hidroeléctricas, que generan energía constantemente, y de las fuentes solar y eólica, que dependen de las condiciones del tiempo, la biomasa puede producir energía bajo demanda, de manera previsible.

3. Durante su crecimiento, las plantas y los árboles almacenan carbono. La quema de esa biomasa para producir energía solar devuelve a la atmósfera el gas carbónico retenido. La continua captura y devolución de carbono entre la atmosfera y la planta, asociados a la eficiencia energética y a los procesos de cogeneración, provocan una compensación de emisiones. Cuando ese equilibrio es alcanzado, el carbono emitido es cero.

Una estructura de metal compuesta por cubos, escaleras y varios tubos de metal en diferentes direcciones, rodeada por una valla baja amarilla. Alrededor calles sin ningún carro y el cielo azul claro con algunas nubes.

Planta de generación de vapor a partir de la biomasa de la empresa Combio en Votorantim Metais en la ciudad de Três Marias (Thiago Meira / Combio)

GANANDO ESPACIO
De acuerdo con el informe World Energy Resources 2016, del Consejo Mundial de Energía, la bioenergía – como es llamada la energia generada a partir de la biomasa – es actualmente la mayor fuente renovable del mundo, respondiendo por el 14% de las energías renovables y por el 2% de la producción global. La Asociación Mundial de Bioenergía estima que el uso de la biomasa puede ser aumentado en hasta tres veces hasta 2035, cuando las fuentes renovables podrían atender más del 50% de la necesidad mundial de energía.

En Suecia, Finlandia y Alemania, la participación de la bioenergía en la matriz energética es de un 20% a un 30%. Los tres países más poblados del mundo siguen el mismo camino. En la India, el índice está en 10%. China promete aumentar la proporción de energías no fósiles de 11% en la actualidad para 20% hasta 2030. Y los Estados Unidos están construyendo 115 plantas de generación de energía con biomasa, según datos de los World Energy Resources 2016.

En Brasil, la biomasa provee el 8,4% de la oferta total de electricidad y viene manteniendo un ritmo constante de evolución, como lo muestra el Boletín Mensual de Energía del Ministerio de Minas y Energía, de julio de 2017. Una de las empresas de bioelectricidad en el país es Raízen, que mantiene termoeléctricas junto a sus 24 usinas en el interior del estado de São Paulo. Ellas suman un potencial de 2,8 megawatt-hora de energía eléctrica comercializados al año, lo suficiente para abastecer una ciudad de 5 millones de habitantes.

La industria es otro importante mercado para la biomasa, que puede ser quemada en calderas y sustituir combustibles fósiles, ayudando a las empresas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, aún esta es una inversión cara. La solución encontrada por algunas compañías es buscar empresas que produzcan y vendan vapor a partir de la biomasa, como Combio Energias Renováveis.

En 2017, las ocho calderas de Combio instaladas en São Paulo, Pará, Rio Grande do Sul y Minas Gerais serán responsables por menos 210 mil toneladas de gas carbónico en la atmósfera, según informaciones de la compañía. El combustible para la producción de vapor proviene de la cáscara de arroz, de restos de madera y pepas de açaí recogidos en los lugares más próximos a las industrias donde serán utilizados.

La biomasa también viene conquistando espacio a pequeña escala. Ya existen biodigestores que transforman en energía los restos de alimentos de casas, hoteles y restaurantes.