Nordestina de Serraria, interior de Paraíba (estado de Brasil, ubicado en la región nordeste), Regina Tchelly, 36 años de edad, la segunda de tres hermanas y un hermano, es un emprendedora nata. A los 7 años, ya ganaba las primeras monedas a escondidas de la madre llevando y yendo a buscar a la escuela a los niños del barrio. Con 12, atrás de su independencia financiera, se convirtió en una manicura. Tres años más tarde, se fue a João Pessoa con su entonces novio y trabajó como empleada doméstica. Cuando nació su primera hija, aumentaron los gastos. Era preciso intentar un mejor futuro para su familia, pensó Regina, que dejó al pequeño, en ese entonces de 3 años, con su abuela y se fue sola a Rio de Janeiro. Regina tenía solo 20 años.

Más que las bellezas naturales, lo que impresionó a la paraibana en Río eran los montones de alimentos desechados en las ferias. «Pregunté a un feriante por qué había tanta comida tirada», cuenta. «Él respondió que ni los cerdos comían eso. Una cosa terrorífica». Tiene sentido tanta sorpresa. Según la organización Food Loss and Waste a pesar de que la desnutrición alcanza a 1 de cada nueve personas en el planeta, más de 1000 millones de toneladas de alimentos se pierden cada año. Este residuo genera pérdidas de más de 940 mil millones de dólares en todo el mundo. En América Latina, quien más contribuye con este escenario, según análisis del World Resources Institute, son los productores y los consumidores finales, que, juntos, dejan de aprovechar el 56% de los alimentos.

La imagen muestra un espacio abierto, con piso de cemento, y varias macetas con plantas rodeando el espacio. En el fondo, está el cielo azul y una parte del océano.

Huerta orgánica que uno de los talleristas de Favela Orgânica cultiva en la terraza de la casa, en la comunidad de Chapéu Mangueira, vecina del Morro da Babilônia, en Río de Janeiro (Sandro Carneiro/Believe.Earth)

Regina, que creció viendo a su abuela y a su madre plantando, cosechando y cocinando y aprendió a aprovechar al máximo lo que la tierra da, pasó a recoger lo que los puesteros descartaban y a probar recetas en casa. El primer paso hacia la realización de este sueño fue un curso de cocina, pero se dio cuenta de que la profesionalización tradicional no era para ella. «Quería una cocina con más amor, como la de antes», dice.

Con el objetivo de ayudar a la gente a cambiar su relación con la comida, Regina encontró un hueco en la rutina de trabajo como empleada doméstica y creó Favela Orgânica, un proyecto de charlas y talleres sobre temas como consumo consciente, gastronomía alternativa, huertas en espacios pequeños y compostaje casero, surgido en 2011.

La iniciativa fue incluida en un aviso público de la Agencia de Redes para la Juventud, vinculada a la Secretaría Municipal de Cultura, volcada a jóvenes de comunidades con ideas que pueden transformar las ciudades. El premio incluía consultoría, asesoría y una suma de dinero para el desarrollo e implementación de las ideas. Gracias a Favela Orgânica, la cocinera viajó por Brasil, visitó Uruguay, Francia e Italia y se convirtió en presentadora del programa Amor de Cozinha exhibido por el canal Futura (un canal educativo brasilero de televisión) y disponible en internet.

La imagen muestra, en un plano cerrado, una parte de una botella de vidrio del lado izquierdo y una parte de un recipiente de vidrio conteniendo granos de frijoles en el lado derecho. Ambos objetos están fuera de foco. Más lejos, en segundo plano, hay una mujer y un hombre que llevan una gorra blanca en la cabeza, de espaldas a la cámara, cortando verduras. Al lado, otra mujer, llevando una gorra verde, aparece fuera de foco detrás del reflejo de vidrio de los frijoles, y parece estar pelando alguna verdura.

En la cocina de Favela Orgânica, participantes ayudan a cortar hojas y tallos usados en los días en que el espacio realiza actividades (Sandro Carneiro/Believe.Earth)

MENÚ VARIADO
Hoy en día, el buque insignia del proyecto es el taller de gastronomía alternativa, generalmente hecho con donaciones de productores y ferias socias de Favela Orgânica. En la actividad, Regina le enseña cómo aprovechar tallos, hojas y semillas. Algunos participantes se vendan los ojos y tienen el reto de identificar los alimentos por el olor, tacto y paladar.

La primera de estas clases ocurrió con seis madres del Morro da Babilônia, en la zona sur de la capital fluminense, donde Regina vive desde hace 15 años. Los ingredientes eran solo cáscara de sandía, arroz dormido y algunos condimentos traídos por los participantes. Tuvo tanto éxito que, con el boca a boca, la segunda edición atrajo a diez personas. «El miércoles eran ya 40 alumnos, con personas incluso de Francia, Inglaterra y Japón», cuenta la cocinera, que promociona el proyecto en las redes sociales.

En comunidades como el Morro da Babilônia, que alberga desde agosto el Espaço Favela Orgânica (Espacio Favela Orgánica) y en la vecina Chapéu Mangueira, las actividades se ofrecen gratuitamente por un equipo de 12 talleristas. Para otros públicos, se cobra valores modestos, suficientes para que Regina mantenga el proyecto y asegure el sustento de ella y sus tres hijas.

La imagen muestra a una mujer de tez clara, complexión mediana, vestida con pantalones de colores ajustados y blusa sin mangas azul, con un turbante verde sobre su cabeza, sosteniendo un bebé de meses de vida. Observa a una mujer negra, usando un pañuelo con rojo y negro y un delantal/camiseta blanca, está detrás de una mesa de madera, donde se encuentran algunos utensilios de cocina y una jarra con jugo de color bordeaux. En una de las esquinas de la mesa, hay un niño que al parecer tiene 8 años de edad, con una camiseta verde con la imagen de un león, que observa lo que ella está haciendo.

Regina Tchelly, con la hija más joven en brazos, acompaña la clase de chocolate de la nutricionista Patrícia Nicolau. En la jarra, un té a base de cacao y especias (Sandro Carneiro/Believe.Earth)

CONSUMO SALUDABLE
Con la mirada en otros frentes, Regina quiere ahora ocupar el Espaço Favela Orgânica con una programación regular y diversificada abierta al público. Los sábados por las tardes ya hay encuentros de poesía, ferias de artículos, clases y espectáculos de danza. Los visitantes también podrán degustar platos elaborados por la cocinera y su equipo de colaboradores.

La diseñadora Patricia Samaniego llevó al espacio artículos de la tienda de segunda mano y talleres de personalización de prendas y accesorios. «La forma en que consumimos, ya sea ropa, sea comida, necesita ser transformada para asegurarnos que todo el mundo pueda tener una vida sana», dice Patricia.

Patrícia Nicolau, nutricionista y chocolatière, también es parte del equipo de profesionales que llevan conocimiento a la comunidad. Mientras muestra el cacao, la semilla tostada, almendra machacada y el chocolate ya procesado, cuenta un poco de la historia de los productores y las haciendas de cacao. «Favela Orgânica trabaja con platos que son para todos», dice la nutricionista. “Como Regina dice, la comida es para unir, no para separar”.

Una mujer de tez blanca, pelo negro y corto, delgada, le está mostrando un perchero de tienda con varias prendas coloridas a dos mujeres, negras, que están de espaldas a la imagen.

Visitantes buscan en el local de segunda mano organizado por una de las talleristas de Favela Orgânica: en el perchero, solo prendas donadas, en línea con el concepto de sostenibilidad del proyecto (Sandro Carneiro/Believe.Earth)