No es fácil ser extranjero. Es aún más difícil sentirse extranjero en su propio país. Preocupadas por el sentimiento de no pertenencia de los estudiantes migrantes de la escuela municipal Infante Dom Henrique / Escritora Carolina Maria de Jesus, en São Paulo, que son cerca del 20% del total de alumnos del centro, las amigas descendientes de bolivianos Thais Jaimes Lopez y Jaqueline Clara Larico Huanca, ambas de 12 años, y Mariana Victoria Calle Quispe, de 13, decidieron que tenían que hacer algo para cambiar esa situación. “La idea del proyecto surgió porque había muchos grupitos de bolivianos en nuestra escuela que se quedaban solos en el recreo, pues tenían miedo de ser discriminados”, cuenta Mariana.

Fue cuando las chicas resolvieron dar clases de español a los estudiantes brasileños de 5º y 8º curso. Convencieron a un amigo, Carlos Javier Mamani Yauli, 13 – también descendiente de bolivianos -, para que organizasen las actividades con ellas y pidieron ayuda a dos profesoras, tanto para negociar con la dirección de la escuela un lugar para las clases y su divulgación, como para planificar las sesiones. ¡Fue un éxito! En total, 70 estudiantes se interesaron, más del doble de las plazas disponibles.

“Tardamos un mes en organizar la primera clase. Como ya estaba cerca la Semana Santa, nos informamos sobre los símbolos de esta festividad en Bolivia, sus similitudes y diferencias con Brasil. Pusimos los símbolos por la escuela y los demás alumnos tenían que encontrarlos. Y, al final, entregaban lo que habían encontrado y tenían que hablar en español”, recuerda Mariana, que se puso muy nerviosa antes de esa primera clase. “Pensamos: ¿cómo vamos a dar la clase? Pero empezamos a hablar, la profesora ayudó y enseguida nos acostumbramos”, dice.

Explica que el nombre del proyecto, «Sí, yo te entiendo!», fue una forma de mostrar que entienden el sufrimiento de sus compañeros, porque han pasado por lo mismo. También es una manera de acercar y aprender los dos idiomas, español y portugués, favoreciendo la comunicación y la relación entre los estudiantes.

A lo largo del año 2017, las clases tuvieron lugar una vez por semana, después de la escuela, e incluían varios juegos, vídeos y canciones, con la idea de divulgar la cultura boliviana con el objetivo de estrechar lazos con la brasileña. Algunas clases se realizaron fuera de la escuela, como en la visita a la Feria Kantuta, una tradicional feria boliviana que tiene lugar los domingos en el barrio Canindé, en la zona norte de São Paulo. Ese día los estudiantes pudieron conocer diferentes expresiones culturales y platos de la culinaria de Bolivia.

AUTOESTIMA Y APRENDIZAJE
La actividades pensadas por las estudiantes han contribuido a aumentar, no sólo su autoestima y la de los amigos que las ayudan, sino también la de todos los compañeros descendientes de bolivianos, pues promueven la valorización de la cultura del país y la recuperación de la identidad de los alumnos.

“Lo más importante de este proyecto fue la iniciativa de las alumnas, porque su idea surgió de una necesidad que observaron en el ambiente de la escuela y se sintieron obligadas a hacer algo al respecto. Esto es maravilloso porque lidiamos todos los días con situaciones difíciles y no siempre asumimos responsabilidad por ello”, destaca Jéssica Silva Salomão, la profesora que ayudó a las chicas en el proyecto.

Para la educadora, la iniciativa fue crucial en el proceso de aprendizaje de las estudiantes: “Al principio, pensaban que el hecho de saber hablar español era suficiente, que irían surgiendo ideas y las cosas saldrían de manera fluida y natural. Pero después se dieron cuenta de que saber es diferente de enseñar, y que enseñar requiere estudio, organización, preparación, uso de diferentes lenguajes y atención a la respuesta de los alumnos”, explica. “Descubrieron un mundo nuevo.”

La foto muestra a un grupo de adolescentes sentados en círculo, en un patio con suelo de losetas marrón anaranjado, que recuerda a ladrillos. Detrás de ellos hay una piscina y las paredes del patio, que están hechas con losetas como las del piso, y tienen aberturas en las que hay barandillas de metal negras.

El grupo “Sí, yo te entiendo!” se reunió con otros estudiantes premiados por el Desafío Creativos de la Escuela entre los días 2 y 5 de diciembre de 2017, en Río de Janeiro (Difusión/Criativos da Escola)

El proyecto fue transformador para las alumnas. “Hemos aprendido mucho. Yo era muy tímida, no hablaba casi. Incluso me daba vergüenza hablar con la profesora, y hoy soy capaz de dar clases”, dice Mariana. ¡Y lo hace bien! Prueba de ello es que los alumnos que participaron en las clases han manifestado su deseo de que las actividades continúen este año. También han empezado a aparecer en el colegio otros estudiantes dispuestos a organizar actividades extracurriculares con los compañeros.

“Este proyecto tiene el potencial de provocar un cambio en las bases de la educación: cuando tuvimos la oportunidad de aprender con ellas, y enseñar al mismo tiempo, estábamos creando algo nuevo, algo que rompe las barreras, traspasa límites, iguala a las personas”, dice Jéssica. Era eso, justamente, lo que Thais, Mariana y Jaqueline querían: más igualdad y menos prejuicios. Lo lograron.

 

El proyecto Sí, yo te entiendo! ha sido premiado en el Desafío Creativos de la Escuela 2017. Criativos da Escola, un programa de Alana, anima a niños y jóvenes a que transformen sus realidades, siendo protagonistas de sus propias historias de cambio. La iniciativa forma parte de Design for Change, un movimiento global que surgió en la India y está presente en 65 países, inspirando a más de 2.200 millones de niños y jóvenes en todo el mundo.