Parece que el mundo, por fin, está empezando a entender la gravedad de los residuos plásticos y ha decidido declarar la guerra a su consumo. En octubre de 2017 Chile fue el primer país de América Latina en prohibir la venta de bolsas de plástico. En diciembre, China anunció la prohibición de las importaciones de cualquier material reciclable (de hecho, qué práctica demencial, ¿no?). Este año comenzó con otra buena noticia: el Reino Unido elaboró un plan para restringir el uso de plástico y llegar a eliminarlo en 25 años.

En febrero fue el turno de la Unión Europea (UE), tal vez inspirada por la iniciativa del Reino Unido, pero, indudablemente, también debido a estas cifras: los europeos desechan 25 millones de toneladas de residuos plásticos al año, siendo que menos del 30% se recoge para su reciclado.

Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Europea, declaró que Bruselas será la primera ciudad de la Unión en implantar una estrategia de combate al plástico de un solo uso, cobrando su utilización, como hizo Chile. En una entrevista para cinco periódicos europeos, hizo un buen resumen del sinsentido que rodea la existencia de este tipo de plástico: “Se produce en cinco segundos, se utiliza cinco minutos y tarda 500 años en degradarse”.

Esta acción forma parte del plan de la UE de eliminar del continente esta “plaga” hasta 2030, permitiendo solamente el consumo de plásticos reutilizables o reciclables de manera que se reduzcan o eliminen por completo los residuos de este material. Para alcanzar la meta, se prevén inversiones de alrededor de 350 millones de euros en estudios, promoviendo un cambio de hábitos radical e incentivando la modernización de la producción y la recogida de plásticos.

Timmermans también resaltó: “Si no hacemos nada al respecto, en breve tendremos más plástico que peces en los océanos. ¡Nos vamos a ahogar con tanto plástico!” Recordó que programas de televisión, como Blue Planet, de la BBC, muestran esta realidad y que no hay más que visitar las playas de los países asiáticos tras las tempestades para confirmar de qué somos capaces. De hecho, fue un programa de la serie Blue Planet el que motivó al gobierno del Reino Unido a impulsar las medidas mencionadas.

Si esta situación no cesa, dejaremos de obtener alimento de los océanos – peces y otros animales marinos están comiendo plásticos y sufriendo daños por su causa –, y también los beneficios ambientales que el mar ofrece cada día. El consumo de este material y su descarte irresponsable son, por lo tanto, también un problema de salud pública.

El plan de la UE consiste, sobre todo, en una reeducación ambiental, que es lo que todos los países del mundo deben perseguir. A fin de cuentas, ¡los plásticos representan el 85% de la basura global! No hay ninguna necesidad de remover el café con un trozo de plástico, ¿no? Ni de beber el refresco con pajita. Si este último ítem es de verdad indispensable – por cuestiones de higiene –, entonces lo mejor es usar una pajita de papel o llevar una de material duradero con nosotros.

Cuando el gobierno de Chile divulgó su campaña contra el plástico de un solo uso, distribuyó pajitas de metal a los periodistas. En mi opinión, la medida también es cuestionable si tenemos en cuenta que, con el uso y el tiempo, este material se va depositando en nuestro organismo, lo cual tampoco es bueno para la salud. En resumen: es importante buscar alternativas y cambiar de hábitos.

La meta de la UE es llegar a reciclar el 55% del plástico producido/consumido hasta 2030, y que los países miembros reduzcan el consumo de bolsas plásticas por persona, de 90 a 40, hasta 2026. Además, cada país debe supervisar y reducir sus desechos marinos.

El agua embotellada también está entre los objetivos de sus estrategias: para eliminarla del consumo diario, se habilitará el acceso a agua potable en las calles. Así mismo, se prohibirá el uso de microplásticos en cosméticos y productos de higiene personal, como se hizo en Reino Unido.

Además, los países de la UE recibirán directrices sobre cómo mejorar la clasificación y la recogida de plástico reciclable con los consumidores; así como sobre el etiquetado de los envases de plástico. Sin duda alguna, para que estas iniciativas funcionen, es imprescindible contar con información de calidad

Timmermans y otros representantes de la Comisión no dieron detalles de cómo se irá cumpliendo cada etapa del plan. Pero es innegable la disposición para hacer algo ahora. Hay una inversión de más de 100 millones de euros para el desarrollo de proyectos de innovación en durabilidad y reciclabilidad.