En muchas ciudades de Brasil, los peatones parecen participar involuntariamente de un juego de mesa, en el que se avanza lentamente, ya sea enfrentando obstáculos o retrocediendo algunas posiciones. Entre las trabas están las avenidas angostas, vías mal iluminadas, coches que pasan demasiado cerca, falta de conexión con otros medios de transporte, largo tiempo de travesía en avenidas.
¿Y si los gobiernos valorasen más los dos pies y menos las cuatro ruedas, aumentando la llamada caminabilidad de las áreas urbanas? Sería beneficioso para las personas y para las ciudades, dicen médicos, ambientalistas, arquitectos, activistas, y hasta los economistas.
Según el libro Drawdown: The Most Comprehensive Plan Ever Proposed to Reverse Global Warming (Drawdown: el plan más completo jamás propuesto para revertir el cambio climático, en traducción libre), del ambientalista e investigador estadounidense Paul Hawken, si hubiera más inversión en la caminabilidad de las ciudades hasta el año 2050, cerca del 5% de los trayectos actualmente hechos en auto pasarían a ser hechos a pie. Ese cambio evitaría que 2,9 gigatoneladas de dióxido de carbono fueran arrojadas a la naturaleza.
MÁS PEATONES, MÁS SALUD
Avanzar en las posiciones de ese juego de mesa significa hacer más actividad física – una ayuda para combatir la obesidad y los males que pueden surgir como consecuencia de ella, como la diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares y en las articulaciones.
Dejar el auto en la casa para ir al trabajo o la escuela también colabora para reducir la emisión de dióxido de carbono. Y disminuir la contaminación influye en la reducción de las enfermedades respiratorias. Los ciudadanos con mayor preparación física y menor índice de obesidad son menos propensos a desarrollar enfermedades y, en consecuencia, usan menos el sistema público de salud. Eso genera un ahorro para los gobiernos.
LOS PASOS PARA LA CAMINABILIDAD
¿Pero qué se necesita realmente para que una ciudad se vuelva más caminable? Estudios como los del investigador estadounidense Jeff Speck y el Índice de Caminabilidad, desarrollado por el Instituto de Políticas de Transporte y Desarrollo (ITDP), van hacia una misma tesis: no basta crear rutas que lleven a los ciudadanos del punto A al B. Es necesario convertir el caminar en tan bueno o mejor que ir en auto. Para eso, una ciudad debe considerar seis puntos esenciales.
Primeiro es acerca de la movilidad, dejando de dar prioridad a los autos y centrándose en los peatones. En el libro Ciudad Caminable, Jeff Speck argumenta que construir más avenidas o abrir más carriles en una calle no mejoran el tránsito, sino que aumentan el flujo de vehículos, porque inducen la demanda. Tanto el autor como el ITDP sugieren invertir en un sistema de transporte colectivo de fácil acceso, que permita a las personas llegar a pie hasta él. “La integración es fundamental porque caminar es solo una alternativa para distancias pequeñas y medianas. Para las largas, necesitamos ómnibus, metro, trenes”, dice Angélica Benatti Alvim, decana de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de Mackenzie, en São Paulo.
El ejemplo que destacan los especialistas es Nueva York, elegida como la ciudad más caminable del país por WalkScore, índice que mide la eficiencia de la caminabilidad en las ciudades. En NY, siempre se está a 15 minutos a pie del transporte público. En otra ciudad estadounidense, Portland, el número de residentes que pedalean para ir al trabajo pasó de 1% a 8 % en 15 años, con una inversión en políticas públicas que apenas representa el 1% del presupuesto del área de transporte.
Incentivar el uso de la bicicleta incrementa la movilidad y puede traer más seguridad para los peatones y hasta para quien conduce auto. Según el libro Drawdown, después de una fase de adaptación, los conductores pasan a conducir con más cautela en calles con presencia de ciclistas.
CALLES AMIGABLES
Otros puntos a favor de la caminabilidad se relacionan con la seguridad pública y vial, con medidas para iluminar las calles, incentivar el mayor flujo en lugares aislados y reducir el tiempo de espera de los peatones en los cruces viales.
En ese paquete también entra la calidad de las aceras. Una ciudad que busca más peatones requiere de veredas públicas protegidas contra coches en avenidas de mucho tráfico. Lo ideal es que las aceras sean largas, sin obstáculos y también accesibles para personas con discapacidad, ancianos y niños, con bancos para descansar. “Lisboa es ejemplo de una reforma urbana simple que tuvo en cuenta esos elementos, pensando en el peatón”, afirma Angélica Alvim, de Mackenzie.
BARRIOS MULTIUSO
Hacer que la ruta a pie sea tan o más ventajosa que en auto pasa también por dar más comodidad a los paseantes. Como caminar en la sombra suma puntos en esa área, plantar árboles es una iniciativa relevante.
El último punto es acerca de barrios y zonas de uso mixto, donde hay casas, parques, escuelas, oficinas y negocios. La idea es la siguiente: pudiendo llevar a los niños a la escuela o ir al mercado a pie, un residente se va a sentir menos propenso a usar el auto. En Nueva York, caminar hasta un promedio de diez restaurantes, bares y cafés toma apenas cinco minutos, según el índice WalkScore.
Con reformas que beneficien a los peatones, se puede reducir el uso del auto entre un 20% y un 40%, según la organización estadounidense Urban Land Institute. São Paulo tiene potencial para crecer en ese aspecto, ya que el 25% de los recorridos en coche son hechos en trechos cortos, en un perímetro de tres kilómetros. En Brasil, el 36% de la población va al trabajo caminando, indica la Asociación Nacional de Transportes Públicos (ANTP). Otro 31% utiliza auto y un 29%, transporte público. Todavía hay espacio para incentivar a más personas a salir a pie y encarar el juego de mesa urbano.