Para el empresario estadounidense Matthew Engelhart, 60 años, la vida comenzó a los 48. Fue a esa edad que abandonó su trabajo en el rubro de la confección y, con su esposa, Terce, apostó por un viejo sueño: crear un juego de mesa para ayudar a personas a desarrollar su propia espiritualidad. Nació, así, game Abounding River.

A raíz de esta idea, surgió otra, la de abrir en San Francisco, California, Café Gratitud, un ambiente intimista, apropiado para comercializar el juego. En el establecimiento, descrito en su página web como una “empresa transformadora en forma de café”, la pareja decidió poner en práctica el concepto de sostenibilidad que nombraron como sacred commerce (comercio sagrado).

Los ingredientes utilizados son orgánicos, provenientes de prácticas sostenibles a lo largo de toda la cadena de producción, y la preferencia es por agricultores locales. Los empleados son inspirados a “estar presentes, en su totalidad” en la relación con los clientes. Estas prácticas sintetizan una forma de inspirar a las personas – desde consumidores hasta proveedores – a ejercitar la gratitud con el otro, con la salud, con el planeta.

En poco más de una década desde su lanzamiento, en 2004, Café Gratitud pasó de un pequeño establecimiento en San Francisco a una red de nueve tiendas repartidas por los Estados Unidos con más de 700 empleados y unos 540 proveedores. Todavía hay otros dos restaurantes, llamados Gracias Madre, que combinan conceptos de la agricultura orgánica con la cocina mexicana.

Además de la pareja, dos hijos del primer matrimonio de Matthew y otros dos del primer matrimonio de Terce, ayudan a gestionar el negocio. Ryland, uno de los hijos de Matthew, es también fundador de Kiss the Ground, una organización dedicada a promover acciones relacionadas a la conservación del suelo.

En esta entrevista, Matthew y Ryland hablan de los conceptos que están involucrados en Gratitude Café, del trabajo de Kiss the Ground y de una polémica que involucra a la familia en 2016, cuando, después de 40 años practicando el vegetarianismo, la familia volvió a comer carne.

A la izquierda, un hombre blanco calvo, de sombrero morado y una camiseta gris con un estampado blanco que dice “kiss the ground”, abraza con su brazo izquierdo sobre el hombro izquierdo del señor mismo de la foto anterior, aquí se ubica a la derecha. El señor está de sombrero y usa una camisa a cuadros amarilla y azul con un tirador negro. Su mano derecha se apoya sobre el hombro del hombre de la izquierda. Ambos miran a la cámara y sonríen.

Matthew Engelhart, a la derecha y su hijo, Ryland, fundador de la organización Kiss the Ground, que promueve acciones de conservación del suelo (Rodrigo Elizeu/Believe.Earth)

Believe.Earth (BE) – ¿Cómo funciona el sacred commerce?
Matthew Engelhart (ME) – El concepto se refiere a estar presente, por completo, en el trabajo, a vivir el aquí y ahora. Buscamos inspirar a nuestros empleados a estar presentes de verdad cuando se relacionan con los clientes. Tenemos una técnica que consiste en responder una serie de preguntas para mirar dentro de uno mismo y dejar a un lado cualquier distracción, a cambio sirviendo y recibiendo con amor.
Ryland Engelhart (RE) – Hay una práctica a la que llamamos “pregunta del día”. Le pedimos a nuestros empleados y clientes que respondan a preguntas como “¿por qué cosa te sientes agradecido hoy?” o “¿cuál película te emocionó recientemente?”.

BE – ¿Eso mejora la productividad?
ME – ¡Sin ninguna duda! Fallamos con nuestros clientes, a veces, porque nuestro funcionario estará preocupado por el alquiler y no será capaz de concentrarse. Mira, yo no puedo decirle a mi funcionario “haz tu trabajo y vete, porque no me importan tus problemas”. Nuestro enfoque tiene que ser diferente. Decimos “podemos ayudarte con tus problemas”. Trabajar de esta forma es complejo, como un matrimonio: no puedo decir que amo a mi esposa en septiembre y, después, nunca más repetirlo. Exige compromiso, conocimiento y disciplina.

BE – ¿Cómo ven el tema de la sostenibilidad con los proveedores?
ME – Incluso las empresas más poderosas se preparan para ser sostenibles. Los ejecutivos de estas empresas saben que si siguen produciendo alimentos de la misma manera que ahora, en 50 años se convertirán en dinosaurios irrelevantes.

Los consumidores cada vez más buscan algo distinto a la comida barata, poco saludable y bonitamente envasada, que se encuentra hoy en los estantes de los supermercados.

BE – Y, ¿cómo podemos llevar este concepto a las personas más pobres? Después de todo, los productos orgánicos son generalmente más caros…
RE – Pero pueden ser más baratos. Piensa en la tecnología de un celular, por ejemplo. Hace dos décadas, todos se quedaban anonadados al ver un teléfono celular. Hoy, 3.000 millones de personas tienen teléfonos celulares. Algunos apenas tienen casa, pero tienen un celular. Es un efecto de escala.

BE – ¿Esto debería suceder con los orgánicos?
ME – ¡Tiene que pasar! Tenemos que parar de abusar de nuestros suelos. La pregunta es cuánto tiempo tenemos en términos de resistencia del suelo hasta que logremos que haya una producción en escala con los orgánicos. Los gobiernos deben darse cuenta de que nuestra comida se volvió barata, pero tuvo como contrapartida un aumento en los costos de la salud . Esto sucedió en los Estados Unidos y está sucediendo en Brasil. Utilizamos el término  “our food is cheap and we are sick” (nuestra comida es barata y estamos enfermos). En la década de 1960, los norteamericanos gastaban, en promedio, un 18% del presupuesto en comida y un 8% en salud. Hoy en día, esta relación se invirtió. Enfermedades crónicas tales como problemas de corazón y diabetes, son más comunes y matan más gente que nunca antes en la historia.

BE – Ryland, tú eres uno de los fundadores del proyecto Kiss the Ground, centrado en la conservación del suelo. ¿Cómo tratas con los proveedores de Café Gratitud?
RE – Promovemos la agricultura regenerativa. Por ejemplo, todo el maíz que utilizamos en nuestros restaurantes para hacer tortillas y tamales viene de una granja regenerativa en Nebraska que practica rotación de cultivos. Usamos los restaurantes para mostrar que la conversación más importante es sobre alimentos que son saludables, no solo para el cuerpo, sino también para regenerar los paisajes.

BE – ¿Ha aumentado el compromiso de las personas en relación con la salud de los suelos?
RE – Sí. Y esto es un proceso increíble. Hace cinco años, cuando creamos el primer video sobre la salud de los suelos para Kiss the Ground, no había nada online sobre el tema. Hoy, encuentro cientos de videos. También hay más trabajos científicos, investigaciones y libros sobre el tema.

BE – ¿Ustedes hacen algún trabajo junto a órganos del gobierno?
RE – Trabajamos con una perspectiva para crear una especie de movimiento social con la gente. Buscamos mostrar la agricultura regenerativa como algo hermoso, sexy, elegante, de modo que se convierta en parte de un ideal. La idea es que los jóvenes quieran participar de este movimiento, saber de dónde viene su comida, conocer a los agricultores…
ME – Hasta sacarse selfies con los agricultores [risas].
RE – Actualmente disociamos la agricultura de la cultura, como si fueran cosas totalmente diferentes. La comida está en el campo y nosotros vivimos en las ciudades, desconectados. Una parte no se vincula con la otra.

El trabajo de Kiss the Ground es mostrarle a la gente que los alimentos y su origen son parte de su identidad, de la forma en cómo ven el mundo, así como el tipo de ropa que usan y el estilo de música que escuchan. Y esto se debe considerar, por ejemplo, en el momento de votar.

BE – En 2016, después de 40 años de vegetarianismo, ustedes anunciaron que volverían a consumir carne. ¿Cuál es el impacto de una decisión como esta?
RE – Apodamos este caso como slaughter-gate [juego de palabras usando slaughter, de “matanza”, con el mayor escándalo político de los Estados Unidos, el escándalo de Watergate, sucedido en la década de 1970]. [risas] El punto es que los animales son parte del ciclo del carbono y, si eres un agricultor o ganadero, tienes que tenerlo en cuenta. Es necesario que haya, incluso en la producción agrícola, algún tipo de integración con los animales. De lo contrario, existe el riesgo de la desertificación. Necesitamos pasto y animales para curar el suelo.