Brasil todavía se basa en un modelo antiguo de desarrollo. Seguimos creyendo en un sistema anticuado, que da prioridad a la generación de energía a partir de grandes centrales hidroeléctricas y térmicas, y a la exportación de materias primas agrícolas y minerales con poco valor añadido, en vez de promover innovación tecnológica

Durante muchas décadas hemos sido ejemplo mundial por nuestra matriz energética, más limpia, basada en hidroeléctricas y biocombustibles. Sin embargo, hemos observado en los últimos años la disminución de la capacidad de generación de energía de las hidroeléctricas. Los periodos de sequía registrados en el régimen de lluvias – con el consecuente descenso del volumen de agua de los embalses – y la insistencia de los diferentes gobiernos en la construcción de termoeléctricas en lugar de aumentar el uso de energías renovables, han causado un gran perjuicio al medio ambiente, a la salud y a la economía del país.

Y la perspectiva es que el escenario sea cada vez más crítico en un futuro que parece haber llegado. En la región sudeste hubo grandes sequías en 2001, que provocaron el famoso “apagón”, y posteriormente, en 2014 y 2015, tuvo lugar la mayor sequía registrada.

También en el noreste del país los valores extremos están siendo más frecuentes e intensos, como el periodo de sequía sin precedentes de 6 años, desde 2012 hasta hoy, reduciendo drásticamente el nivel y la capacidad de almacenamiento y de generación del gigantesco embalse de Sobradinho. En un cierto sentido puede decirse que la creciente variabilidad e imprevisibilidad de las lluvias que abastecen los embalses está provocando que la generación hidroeléctrica sea considerablemente “intermitente”, esto es, cuando los embalses prácticamente se secan y disminuye la generación de energía durante mucho tiempo.

En resumen, los fenómenos extremos climáticos están aumentando en intensidad y frecuencia. ¿Cuál sería la respuesta para ello por parte de la ingeniería de construcción de hidroeléctricas? Centrales con embalses gigantescos, cada vez más grandes, aumentando de forma exponencial el coste y el impacto socioambiental y ecológico en las regiones en las que se construyen.

Si desde hace años estas hidroeléctricas presentan déficit creciente en su producción de energía – y se prevé que la situación se agrave con el cambio climático –, ¿por qué seguir invirtiendo en este sistema? ¿Quién sale ganando con la construcción de obras tan grandes y que no funcionan como se esperaba? La operación “Lava Jato” (una operación policial y judicial que investiga un gran sistema de corrupción en la mayor refinería de petróleo Petrobrás, la mayor empresa estatal brasileña) ha ayudado a responder estas preguntas.

Se han publicado recientemente en la prensa reportajes sobre una “nueva decisión” del gobierno brasileño de abandonar la política de construcción de grandes hidroeléctricas en la Amazonia. Aunque no ha habido aún un anuncio oficial sobre la cuestión, priorizar la inversión en fuentes alternativas, como la solar y la eólica, constituye una tendencia fundamental para el desarrollo sostenible en Brasil.

Es necesario, sin embargo, que pase a ser una prioridad en la planificación estratégica del sector, con una visión integral de los pasos a seguir para promover esta transición. Un plan ambicioso de expansión de la energía solar y eólica, con medidas regulatorias que estimulen la industria local, posibilitaría una reducción drástica de la dependencia de las centrales termoeléctricas.

Incluso con un reducido apoyo del gobierno, el uso de energías renovables ha crecido gracias a la reducción de los costes de implantación de sistemas eólicos y fotovoltaicos. Las grandes empresas del sector están invirtiendo en parques eólicos y centrales solares. Esta inversión también es viable para los consumidores: la instalación de paneles de energía solar en casa tiene una de las mejores tasas internas de rendimiento del mercado, superando el 11% entre los particulares. Hace poco se alcanzó la cifra simbólica de 1 GW de energía solar fotovoltaica, un valor aún muy pequeño frente al inagotable potencial de la energía solar en Brasil

El cielo azul claro soleado, con algunas nubes blancas finas, traslúcidas, ocupa la mitad superior de la foto. La mitad inferior muestra un tejado de tejas de barro anaranjadas, con placas de captación de energía solar encima, apoyadas en las tejas. Las placas son planas, rectangulares, y de color negro, con los bordes plateados y un cuadriculado, igualmente plateado, en su superficie.

En Estados Unidos, la industria de energías renovables genera más empleo que la industria de combustibles fósiles (Difusión/Neomondo)

Una crítica recurrente a la inversión en energías renovables alternativas es el carácter intermitente de su generación, que depende de la insolación y del viento. No obstante, las hidroeléctricas existentes, responsables de cerca del 70% de la generación de energía, son suficientes para complementar la producida por paneles solares y concentradores eólicos, incluso en períodos de disminución en la generación. De hecho, hay una complementariedad natural con las hidroeléctricas: en períodos más secos, hay una mayor incidencia solar y normalmente vientos más intensos.

En todo el mundo la inversión en el sector ha dado lugar a una revolución en el desarrollo tecnológico y a la creación de empleo. En Estados Unidos, la industria de energías renovables genera más empleo que la industria de combustibles fósiles. La inversión en el sector puede ayudar a Brasil, no sólo a desarrollar una matriz energética verdaderamente limpia, sino a ser más competitivo a nivel tecnológico, así como a contribuir al crecimiento y a la diversificación de la economía nacional.

Este movimiento favorece una generación de energía distribuida y descentralizada, permitiendo al Estado desempeñar un papel más regulador que productor de energía. Además, para el 1% de la población brasileña que no está conectada a la red eléctrica y todavía depende de generadores diesel (caros, contaminantes y ruidosos), las alternativas solar, eólica y de biomasa, en un sistema descentralizado, serán importantes factores de mejora de la calidad de vida.

En octubre, más de 140 millones de brasileños irán a las urnas para elegir presidente, diputados, senadores y gobernadores. Es importantísimo que la sociedad esté a la par de las propuestas de los candidatos y exija que se dé prioridad a políticas públicas que impulsen las energías alternativas renovables.

Tenemos que situar las energías renovables en el centro del debate del desarrollo económico del país. Dejar atrás el antiguo modelo de megacentrales hidroeléctricas y térmicas. Buscar alternativas limpias, más baratas y sin tantos perjuicios al medio ambiente es la ineludible vía de futuro para Brasil.

Mauricio Voivodic es ingeniero forestal con máster en Ciencias Ambientales por la Universidade de São Paulo (USP). Fue secretario ejecutivo de Imaflora y es hoy Director Ejecutivo de WWF-Brasil.

Carlos A. Nobre, climatólogo que formó parte del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil, es miembro de la Academia Brasileña de Ciencias, miembro extranjero de la Academia de Ciencias de Estados Unidos y Senior Fellow de World Resources Institute (WRI) Brasil.