La política suele ser vista como un tema de adultos. Y es que, con el debate cada vez más en aumento, el tema también está llamando la atención de los niños. Para explicar los acontecimientos en la escena política nacional, es necesario utilizar herramientas para crear un diálogo con quien aún no tiene la edad suficiente para votar.

Simplificar la explicación, basada en el respeto, coherencia y experiencias concretas, es la mejor manera, como cree el hacker y activista por la transparencia y datos abiertos, Pedro Markun, padre de Teresa, de cuatro años y de María, de seis. Él no escatima en la fuerza y magia que puede contener la definición de la palabra: “La política es la varita mágica que transforma el mundo en lo que soñamos”. Y para esto es necesario simplificar las cosas y comprenderlas en el sentido más amplio y accesible como sea posible, al final, hablar de política es nada más hablar sobre por qué las cosas existen y son como son.

Pero los adultos viven una especie de angustia. La política ha sido tema en los noticieros, mesas de bar, en las filas de los supermercados, en el patio de la casa de los abuelos. Las opiniones están polarizadas, los ánimos exaltados y a veces faltan argumentos y repertorio para defender las ideas, lo que termina volviendo las conversaciones confusas o desembocando en ofensas y discusiones. “El clima anda denso y el niño lo siente, sabe que algo está fuera del orden. Y si es difícil entender para los adultos, imagínate para ellos”, comenta el hacker. Y entonces llega el día en que las hijas hacen la siguiente pregunta: “Papá, ¿qué está pasando?”.

Si nadie se sienta a explicarle eso, el niño recibirá influencia de otros lugares.

Puede oír del maestro que tal o cual político es un ladrón y reproducir el discurso. No significa que vamos a explicarles a los hijos el paso a paso o acercarles conceptos abstractos, pero este es el momento para decirles, mínimamente, que algo importante está sucediendo y que afecta a los adultos de alrededor. Si no el niño va creciendo pensando que la política es una cosa mala.

Pedro Markun es uno de los autores del libro para niños “Quem manda aqui”, desarrollado en talleres con niños y que, de manera lúdica, lleva la política hacia dentro de la casa y del salón de clase. El autor, que se basa también en las relaciones con sus hijas, sugiere que los hechos sean presentados a los niños sin mucha adjetivación y con apertura para que puedan decir lo que sienten y piensan acerca de los diferentes asuntos. Para él, es más importante estimular un pensamiento que surja del propio niño que llegar con verdades prefabricadas. “Esto puede ser una manera de entender que tienen derecho a pensar por sí mismos y volverse más resistentes a lo que viene de afuera, teniendo en cuenta la cantidad de información a la que están expuestos diariamente”, sugiere.

RESPETO Y TOLERANCIA
Las actitudes que padres, madres y cuidadores deciden tener en casa, ayudan a poner en práctica aquella conversación de “cómo comportarse frente a los otros allí fuera”. Por eso, la socióloga y profesora Andressa Ignácio propone que nada que los niños hablen sea ignorado o ridiculizado. Si en casa no hay televisión y a lo que se accede está bastante vigilado para evitar el contacto con los discursos de odio, también entiende que no se puede criar a los hijos dentro de una burbuja. “Soy mamá de Lauryn, de siete años, una niña negra de ojos brillantes y pelo black power, y de Wesley, de cinco, un niño negro, de hermosa sonrisa y generosidad inmensa. Tengo que prepararlos para el mundo, pero prefiero hacerlo incentivando el respeto por las diferencias”.

Habitante de la región metropolitana de Curitiba (Brasil), Andressa Ignácio defiende que el diálogo que parte de las preguntas de los niños sea un constante ejercicio de paciencia y tolerancia. Esta es su manera de hacer que los niños se sientan a gusto para hablar de cualquier tema y entiendan que los pensamientos y opiniones importan, que pueden ser críticos cuando sea necesario, así como respetuosos, recibiendo las opiniones de los demás aunque sean diferentes a las suyas.

Vivir es un acto político. Cuando hablo con mis hijos sobre cosas que sucedieron en nuestro…

… día a día, las oportunidades para trabajar valores, ética y principios en los que creo siempre aparecen. Lo trato con naturalidad, nada de sentarse con ellos y decir ‘ahora vamos a hablar de política’, ¡pues eso es aburrido!

Y si los niños aparecen con una opinión que pueda ser reformulada junto a los padres, lo opuesto es también verdadero. Andressa Ignácio cuenta que siempre se refería al compañero de clase de su hijo como “su amigo especial”, por estar en una silla de ruedas. Hasta que un día el hijo insistió: “Mamá, su nombre es Vitor, todos nosotros somos especiales. Así, repensar las actitudes es también un camino para garantizarles a los niños que tienen el poder de despertar grandes aprendizajes en los adultos.

UNA CHARLA RÁPIDA

¿Es posible aprender sobre política con la misma velocidad en la que se come una hamburguesa? Esa fue la duda que surgió a partir de las manifestaciones de 2015 y que inspiró a un grupo de jóvenes a crear un juego de lenguaje accesible para hablar de política con la gente: Fast Food de la Política. Una serie de talleres y cursos de formación, incluso en las calles durante las protestas, demostraron que comprender las “reglas del juego” y averiguar cómo transformarlas es una tarea para todas las edades. Y los niños mostraron un gigante potencial: “Cuanto más imaginación y creatividad se tiene, más fácil es pensar en cómo cambiar el mundo. Y los adultos tienen más dificultad para pensar en cómo podría ser diferente”, relata la directora de la iniciativa, Julia Carvalho.